Las canas, esos cabellos blanquecinos propios de individuos veteranos que, para algunos, son dignos de ser mostrados con honores pero, para otros, supone un aspecto anti estético muy rechazado. Más allá de indicar un simple signo de envejecimiento, pueden delatar alteraciones fisiológicas, sobre todo, si aparecen de forma prematura.
Hay muchos factores implicados, siendo la alimentación uno de los más influyentes. En este artículo hablaremos del origen de las canas y cómo nuestros estilos de vida y alimentación van a modular su aparición.
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Existen tonalidades de cabello muy diversas, pudiendo ir desde el negro, pasando por el castaño, el pelirrojo o el rubio. Esto viene determinado por la cantidad de melanina que sintetizamos en unas células del folículo piloso llamados melanocitos.
Las canas son aquellas hebras de cabello, o de vello, que pierden su contenido en melanina, quedando una coloración grisácea o blanquecina. Esto puede producirse por varios mecanismos:
Si bien las canas son un indicativo de envejecimiento celular, lo lógico sería que aparecieran en edades avanzadas de la vida. Sin embargo, las observamos con cierta frecuencia en personas jóvenes menores de 30 años, incluso en edad infantil. Esto pude deberse a varios motivos:
Hay una influencia evidente de que nuestros genes sean los responsables de una ausencia o pérdida prematura de células madres y, por tanto, de una menor producción de melanina. Un ejemplo extremo serían las personas albinas, que carecen totalmente de melanina.
Podemos tener la predisposición genética a tener canas de forma precoz, pero será nuestra dieta y estilos de vida los que puedan modular esa aparición.
No existen estudios que hayan identificado una estrategia para evitar la aparición total de canas, pero sí se han detectado factores epigenéticos que pueden retrasar su aparición.
Veamos algunos de los aspectos que contrarrestan el encanecimiento prematuro:
Las células madre y los melanocitos del folículo piloso, requieren unos nutrientes para que funcionen y se regeneren correctamente.
Las radiaciones ionizantes van a dañar el ADN de las células madres de los melanocitos, provocando alteraciones en su capacidad regenerativa. Estamos expuestos a ellas constantemente en nuestra vida cotidiana: teléfonos móviles, wifi, bluetooth, microondas, aparatos electrónicos, antenas de telecomunicaciones, luz ultravioleta, etc.
La acumulación de metales pesados en el organismo, tienen un impacto en su correcto funcionamiento. Una de las vías de eliminación es a través del cabello, por lo que los folículos pilosos se verán sobrecargados, y dañados, si tenemos un exceso. Los podemos ingerir con alimentos (pescados con alta concentración de mercurio y plomo, como el atún, el emperador o la dorada; arroces contaminados con arsénico; mercurio, plomo y cadmio en las vísceras), con el agua ( plomo, mercurio, aluminio), con el uso de desodorantes (sales de aluminio), maquillaje ( mercurio, arsénico, cromo, cadmio, dióxido de titanio), utensilios de cocina (níquel, cromo), contaminación ambiental, etc.
El consumo reiterado de estas sustancias va a provocar un estrés oxidativo en las células madres y en los melanocitos. Esto es debido a la interferencia en la absorción de ciertos nutrientes, y en la toxicidad de los metales pesados que contienen.
El exceso de cortisol va a impactar en las células madres de los melanocitos de manera que puede llegar a hiperestimularlas, provocando su agotamiento prematuro si se mantiene de forma crónica. Por otra parte, se va a generar un estado de inflamación y, en definitiva, un estrés oxidativo muy tóxico para las células.
No tener un sueño reparador, va a disminuir la energía necesaria para el correcto funcionamiento y los procesos regenerativos celulares. También se producirá menos melatonina, una hormona que ejerce un efecto antioxidante celular, y desintoxicante de metales pesados.
Nuestro más preciado ecosistema interno, es crucial para absorber nutrientes, producir de forma endógena pequeñas cantidades de vitamina B12, intervenir en la modulación del estrés y de los neurotransmisores. Se verá alterada, precisamente, por déficits nutricionales, metales pesados, uso de ciertos medicamentos, estrés y mala calidad de sueño.
Como tintes, espumas o el abuso de secadores y planchas. Van a dañar el folículo piloso, y con él los melanocitos, provocando una disminución de la producción de melanina.
Como la anemia perniciosa o hipotiroidismo. Muchas de estas enfermedades se deben a déficits nutricionales específicos, por lo que, una dieta óptima, ayudará a evitar la enfermedad y, a su vez, el daño en los melanocitos.
Cuando tenemos pérdida de cabello excesivo, por debilitamiento del folículo piloso, causado por estrés oxidativo o déficits nutricionales, (o cuando nos arrancamos los cabellos canosos), las células madres productoras de pelo y de melanocitos se ven obligadas a estimularse con más frecuencia.
Con cada episodio regenerativo, las células madres se van agotando, y los melanocitos corren el riesgo de realizar migraciones erróneas dentro del folículo piloso, pudiendo quedarse alojados en zonas inadecuadas para su maduración, por lo que la correcta síntesis de melanina se vería comprometida.
Si las células madre no están dañadas, y las canas son de aparición prematura, podríamos recuperar parcialmente el color de nuestro cabello, optimizando nuestra dieta, utilizando ciertos suplementos, cambiando nuestro estilo de vida, evitando aplicar tratamientos agresivos al cabello, haciendo una quelación de metales pesados, controlando nuestros niveles de estrés y evitando el consumo de tóxicos.
Detectar los factores que están influyendo en este proceso, es la clave para elaborar un plan personalizado.
Por otra parte, hay estudios muy prometedores enfocados en terapias de precisión sobre las células madre, para los casos más rebeldes.
El encanecimiento del cabello está asociado al paso del tiempo, pero si se produce de forma prematura debe alertarnos de que algo puede estar funcionando de forma anómala en nuestro organismo. El componente genético es un factor de gran peso a tener en cuenta, pero serán los aspectos epigenéticos nuestra esperanza de regular ese proceso, y ralentizarlo al máximo.
Teresa Calvo Iglesias – Médico especialista en Neumología con más de 10 años de experiencia en el ámbito internacional. Mi pasión por la nutrición y los hábitos saludables me llevó a formarme como Terapeuta Nutricional. Integro estas fuentes de conocimientos aplicando la biotecnología basada en estudios epigenéticos, para reestablecer su organismo de forma personalizada. https://doctoracalvo.com/