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La mujer eterna

Carmen Valero / Foto: Javi Ferrándiz

Conocí a Carmen Valero en el hall de la salida del cine Aribau tras el estreno de la película póstuma de mi querido Agustín Villaronga en la que soy co-guionista.

Para muchos que no hayan visto la película contaré que la historia de la cinta es la de una atleta veterana que vive con sus dos nietos y que fue una antigua campeona de atletismo en pista en los años 70.

Hasta ahora no lo había dicho de una forma tan abierta pero ahora sí puedo decir que esa señora de la película que era del primer amor de nuestro deporte estaba inspirada en la figura alargada de Carmen Valero.

Para mí fue muy bonito conocer a Carmen ese día del estreno.

Recuerdo que tenía una de esas miradas que no estaba entrenada para ver de reojo. Hoy escribo su nombre con la tristeza que se pega como un papel de caramelo a la suela porque ayer me enteré que ya no está entre nosotros. Últimamente se muere mucha gente que no debería.

En la película hay una escena muy importante: Los dos niños protagonistas se acercan a la pared de la casa donde hay trofeos y unas fotografías en blanco y negro de su abuela. En ellas se muestra a la protagonista de joven levantar los brazos a la llegada de meta en un entorno de montaña, embadurnada de barro y con las manos en la masa del campo a través.

Eran las fotos de Carmen Valero que ella cedió a la producción tan amablemente y que la magia del Photoshop suplantó su cara por la de la actriz Susi Sánchez para darle credibilidad al pasado del personaje. Ella estaba encantada de ceder esas fotografías y de alguna forma estar presente en la cinta. Recuerdo que me felicitó por la película y por el esfuerzo de hacer de ella un homenaje a nuestro deporte, y en concreto a las mujeres que abrieron brecha.

Entre sus méritos, Carmen Valero fue ni más ni menos que doble campeona del mundo de Campo a través (y una vez tercera). Hoy esto es imposible en el deporte moderno. Cualquier atleta keniana o etíope que gana un mundial de campo a través, en la siguiente edición no está ni inscrita porque seguramente se la ha tragado el agujero del maratón comercial.

En la actualidad existen muchos feminismos y formas de entenderlo. Entonces, no.  El que practicaba Carmen Valero era uno muy valiente que se corría hacia adelante porque entonces no había para la mujer otra salida posible en una sociedad claramente oprimida. Hablar hoy de su pasado es un símbolo de libertad. Uno que se corría sin mirar atrás, sin dejarse doblegar, con la cabeza alta, siempre al acecho de miradas furibundas que apuntaban a sus piernas y le decían: “¡Niña! ¿A dónde vas corriendo en pantalones cortos?”

Hay que volver siempre a Carmen Valero porque ella representa una forma de deporte autentica y verdadera, el que se practicaba en los barrios, una forma de deporte que pide respeto para entender la vida en comunidad y que debería estar siempre presente junto a nosotros.


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