Los aplausos de la grada siguen siendo suyos. El balón ya no lo es. Y Portugal crece hasta el infinito en esa nueva dialéctica que Cristiano Ronaldo estrenó con el fútbol y con su selección la noche en la que España debía estar viendo su partido para conocer a su rival en cuartos y no lo estuvo. Lo observó Marruecos, siguiente escollo luso, que ya no teme a Cristiano sino a Gonçalo Ramos, el hombre que envió a dios al banquillo para erigirse como nuevo profeta de Portugal. Tres goles del joven ariete del Benfica protagonizaron la sonora goleada lusa frente a Suiza y el reseteo de una selección que, ahora sí, parece con mimbres para aspirar a todo en este Mundial.

Portugal sacrifica al dios Cristiano para citarse con Marruecos (leer noticia)