Ancelotti comenzó la Liga con una frecuencia de chicle mascado por encima de lo esperado. El Real Madrid de las estrellas, al que los superordenadores dan como campeón antes de jugar, sufrió y tropezó frente al Mallorca, que igualó por medio de Muriqi un gol de Rodrygo. Son Moix volvió a ser un feudo incómodo que inauguró la 'era Mbappé' con la sensación de que el equipo blanco está sin ensamblar. Donde defensa y ataque juegan en realidades diferentes en las que priman las individualidades. Suficiente para resolver la mayoría de partidos, pero no para controlar las interferencias que Arrasate supo aprovechar.

El Mallorca de Muriqi piratea al Real Madrid y le da su primer disgusto (leer noticia)