Han pasado tres semanas desde que el Barça visitó el Diego Armando Maradona para medirse al Nápoles en la ida de los octavos de final de la Champions. Aquel fue un duelo entre dos equipos en horas bajas en sus respectivas ligas y con más dudas que certezas en lo que a su porvenir europeo se refiere. Tres semanas dan para mucho en fútbol y el partido de vuelta que acogerá Montjuïc se presenta distinto al que se jugó en Italia para ambos equipos, cuyas sensaciones previas son hoy algo más positivas que entonces.

La Champions del Barça se juega en la pizarra (leer noticia)