La secuencia de los hechos contra el Real Madrid es siempre improbable. El destino invita a no dominar, porque el equipo blanco, eterno Rey de Europa, es un púgil al que cada golpe le enerva. Juega con la presión del rival. Sabe que con todo a su favor es previsible, pero después de todo lo sucedido en la pasada edición tiene miles de comodines. Es un trabajo psicológico depurado, donde el veneno se va insertando en el cuerpo del contrincante cuando este cree tenerlo controlado. Pero esta vez, la maquinaria blanca naufragó. Un proceso de destrucción que afectó a todos los baluartes.

¿Es el último gran baile de Modric y Kroos con el Real Madrid? (leer noticia)