Nació, creció y se empapó del caos y la peculiaridad de Nápoles. Una ciudad anclada en el tiempo, donde sigue valiendo ir de tres en la moto sin casco y donde el peatón es un mero figurante que se juega el pellejo cada vez que pisa la calle. Giuliano Sacco tiene todo lo que se espera de un napolitano: la sonrisa, los gestos, la pulsera de oro, los tatuajes en el brazo. El amor incondicional por Diego Armando Maradona.

La resistencia napolitana de Barcelona (leer noticia)