A ratos, en su sencillo debut en los Juegos (6-3 y 6-1 en una hora y 10 minutos), Carlos Alcaraz parecía más el director de una charanga que el mayúsculo tenista que es. Hubo un momento de su partido contra Hady Habib, sin venir muy a cuento, en el que las gradas de la Suzanne-Lenglen, la segunda pista de Roland Garros, se pusieron a hacer la ola. Una escena que jamás se vería en el grand slam parisino pero, ay, esto es otra cosa, estos son los Juegos Olímpicos.

Alcaraz se divierte con París en un estreno olímpico de puro trámite (leer noticia)