Con capa plateada y bote de basura en la cabeza, se pasea un "héroe espacial". Es uno de los más de 4.500 candidatos al Parlamento británico en las elecciones del jueves 4 de julio. Nota de color en unos comicios que, según los sondeos, arrebatarán el poder a los conservadores tras 14 años. Ante el anunciado hundimiento del primer ministro Rishi Sunak, ¡sorpresa! Al rescate, el exmandatario Boris Johnson, que ha entrado en escena en un intento desesperado y de última hora por sumar apoyos y reducir la dimensión de la debacle. Las encuestas pronostican una victoria de los laboristas con una ventaja de 20 puntos. "Se trata de pasar página y reconstruir nuestro país", decía su líder, Keir Starmer. Esto en unos comicios en los que los liberales demócratas tratar de recuperar relevancia política con un candidato que salta de una grúa o cae de una tabla de surf para atraer el foco en campaña. En otro frente, el populista impulsor del Brexit, Nigel Farage. Son unas elecciones convocadas de forma anticipada por el primer ministro hace poco más de un mes, bajo un chaparrón y metido en un nuevo charco.