ASÍ ES EL MARATÓN DE LOS JUEGOS OLÍMPICOS DE PARÍS

El de París 2024 es un recorrido lleno de trampas, en el que el valor de las piernas irá en paralelo al de la estrategia. Y es que son, ni más ni menos, que 436 metros de desnivel positivo (los que se suben) y 438 negativos (los de descenso).

Es, por poner un ejemplo, el triple de desnivel de lo que hay en la Marató de Barcelona. Para el corredor popular, la explicación más sencilla sería que es un maratón con una dureza muy parecida al de Madrid, Nueva York, Atenas o Boston, lleno de subes y bajas y repechos exigentes, que el de los rapidísimos y casi totalmente llanos maratones de Sevilla o Valencia.

Se puede dividir perfectamente en tres sectores.

• SECTOR 1 (FÁCIL). Un primer tercio por la ribera norte del Sena, de cerca de 15 kilómetros por París y el distrito de Boulogne-Billancourt, que sin ser totalmente plano, ya que guarda algunas subidas y bajadas cortas, permite correr a ritmo más o menos estable.
• SECTOR 2 (DIFÍCIL). Un tramo de unos 17 kilómetros lleno de subes y bajas rodeando los distritos residenciales y los bosques de los Altos del Sena, desde Sèvre hasta Versalles, donde se presentan las mayores dificultades, entre ellas varias subidas con rampas entre el 6% y 8% y un muro de 600 metros por encima del 10% que puntualmente se encarama hasta el 16%.
• SECTOR 3 (FÁCIL). Un último tramo de unos 10 kilómetros que discurre por el distrito de Issy-Les-Moulinaux y, de nuevo, la capital francesa, muy parecidos al inicio de de la prueba, pero esta vez discurriendo por la vertiente sur del río Sena.

Salida a Km 14,5
^{EL ENCANTO DE PARÍS}

Los primeros doce kilómetros de carrera se disputan íntegramente por París. Con un perfil sin grandes desniveles que presenta pendientes cortas no excesivamente exigentes, será un inicio de carrera tranquilo desde la perspectiva orográfica en el que se ha primado mostrar la espectacular beeelza de la capital francesa en un itinerario que busca conectar varios de sus más emblemáticos monumentos.

El inicio tiene como base el Hôtel de ville -o sea, el ayuntamiento parisino- y a partir de ahí es una ruta en el que si no fuera por el espíritu competitivo que te obliga a concentrarte en la disputa de la prueba sería de caer embelesado conectando museos y centros de arte como el de la Bolsa de comercio, el Louvre, el palacio de Tokyo o el Museo de Arte moderno, rodear la Ópera Garnier, adentrarse por la plaza Vendôme y el Jardín de las Tullerías y pasar al lado de la plaza de la Concordia y los jardines de Trocadero, y discurrir por la vertienete norte del Sena quedando al lado izquierdo de los corredores un seguido de puentes del Alma; Alejandro III; el de Iena, el de Bir-Hakeim, la pasarela Debilly... Maison de la Radio.

Finalizado este impresionate ruta turística y cultural, los corredores se adentrarán por el distrito de Boulogne-Billancourt, que a nivel de dificultad mantiene las mismas premisas: no es un terreno llano, pero por ahora servirá apra que el grupo adopte un ritmo de carrera que será más o menos rápido según lo que quieran arriesgar teniendo en cuenta a lo que se tienen que enfrentar luego.

Km 14,5 a 20
^{La PRIMERA GRAN SUBIDA}

Es justo tras cruzar el puente de Sèvres donde comienza realmente la parte más exigente del maratón. Un tramo de subida de más de 5 kilómetros salpicado de cortos descansos que nos lleva por la Ville d'Avray para adentranos por bosque de Fausses-Reposes, en la comuna de los Altos del Sena, custodiado en su cima por los monumentos de Pershing y Lafayette.

Muy alejado de esos 'falsos reposos' que dan nombre a este bosque se encontrarán los corredores, que deberán gestionar sus fuerzas ante el cambio de perfil que plantea la carrera. Probablemente no sea el momento de los ataques, pero sí podremos ver qué atletas comienzan a descolgarse confirmando que no están para dar batalla en los momentos claves.

Km 20 a 27,5
^{BAJANDO DESDE VERSALLES}

Superada la primera gran dificultad de la jornada, lo atletas tendrán por delante un tramo muy favorable de unos 7 kilómetros, en el que destaca que el 90% de es de descenso, aunque no exenta de algunas trampas en forma de cortos repechos sin excesiva dificultad.

Será el momento en el que los corredores alcanzarán el punto más alejado de la ruta al desembocar en las inmediaciones del palacio de Versalles (km 22), que solo divisaremos brevemente porque casi de inmediato daremos media vuelta al pasar por delante de la estatua ecuestre de Luis XIV. Será entonces cuando los atletas pondrán rumbo al bosque nacional de Meudon encadenando las avenidas París y General Leclerc en un sector que servirá preferentemente para guardar fuerzas, aunque no es descartable que alguno quiera arriesgar metiendo una marcha más y poner así a prueba al resto de corredores, pero siempre pensando que en nada llega el hueso de la carrera.

Km 27,5 a 32,5
^{El muro del PAVÉS DES GARDES}

El principal bosque de los Altos del Sena, el de Meudon, guarda un auténtico muro, que parece más una cota ciclista que tanto le gusta al director de la Vuelta, Javier Guillén, o de una clásica belga, que de un maratón de asfalto.

La vertiente oeste de la carretera de Pavés de Gardes nos guarda ya un primer aviso en el distrito de Chaville con una rampa de unos 200 metros con pendiente entorno al 6% y 7% que finaliza al superar las vías de tren. Luego viene un corto descanso que servirá para situar en el horizonte el auténtico muro de 600 metros con una pendiente media por encima del 10% y repuntes que se encaraman al 16%.

Será la prueba del algodón si alguno decide aquí probar a atacar. Si no, lo más lógico sería no sacar el hacha de guerra y que el mismo ritmo, y el más que probable calor, vaya aumentando esa sensación de agonía que en la recta final de la prueba pase factura a los corredores ya con todas las cartas sobre la mesa.

La bajada posterior es más larga -2,3 kilómetros hasta desembocar en la vertiente sur del Sena-, pero también con una pendiente en su mayor parte más suave, que permitiría tanto dar un punto más de gas como contemporizar y regalarse un breve descanso si el muro anterior ha dejado secuelas. Aun así, la pendiente media no es nada desdeñable, del 5,4%, y varios tramos cortos se mueven entre el 8 y 9% y llegando a repuntar hasta el 10%, y esas rampas picadas sí que son de las que pueden pasar factura a nivel muscular.

Km 32,5 a 42,195
^{El momento de la verdad}

Si hasta el kilómetro 15 la carrera pinta a ser bastante estable y del 15 al 32 es la que va a dejar maduros a los corredores, los 10 kilómetros finales son los que van a definir totalmente qué corredor tiene el potencial para dar el do de pecho y quién iba de farol.

Volvemos ya a las inmediaciones de París, a partir del kilómetro 35 ya estamos dentro de la misma capital parisina, y la altimetría es similar al inicio de carrera: sin grandes desniveles, pero en ningún momento lo suficientemente llano como para mantener un ritmo totalmente clavado kilómetro a kilómetro.

Pero aquí ya da igual porque lo importante no será tanto el ritmo como la gestión de las fuerzas de cada uno y saber resistir y atacar en el momento clave en un tramo de postal que hará transitar a los corredores por delante del parque André Citroën, de la Torre Eiffel y del museo Rodin y de ahí a buscar la línea de meta situada en la explanada de los Inválidos

En definitiva, tal y como advierte el preparador Jean-Claude Vollmer, entrenador del plusmarquista francés Mohrad Amdouni, que estará presente en la línea de salida: “Será un recorrido difícil de controlar, lo que cambiará por completo las cartas, sobre todo porque el calor también entrará en juego”,

Son estos condicionantes por los que no se vislumbra la posibilidad de batir marcas que amenacen el, por ahora, inalcanzable récord del mundo del malogrado Kelvin Kiptum, que fijó el crono en Chicago en un estratosférico 2h00'38", ni el apoteósico de Tigst Assefa en Berlín el año pasado 2h11'53" o el de Peres Jepchirchir en carrera sin liebres masculinas (el mismo formato que en los JJOO (2h16'16").

El reencuentro en París 20 años después

Eliud Kipchoge y Kenenisa Bekele son los Rudy Fernández y Rafa Nadal de Kenia y Etiopía. Dos campeonísimos que aspiran a ser eternos, que se resisten a tirar la toalla, pero la edad y en este caso los kilómetros no perdonan. Kipchoge (39 años) y Kenenisa Bekele (42) apuran sus reservas en la que parece última , o quizá penúltima, cita en París.

Un reencuentro de dos maratonianos rocosos que afrontan los 195 metros finales de su carrera deportiva con el alma porque ya casi no quedan piernas. Su improbable éxito en la meta de Los Inválidos les colocaría en el ático del Olimpo. La hipotética tercera medalla de oro en maratón para Kipchoge, o el primer metal olímpico en esta distancia para el etíope, avalarían los pronósticos que apuntan a un duelo si parangón entre dos genios del atletismo del Siglo XXI.

Sea cual fuere el resultado, a Kipchoge y Bekele siempre les quedará París. Su primera cita cumple más de 20 años, desde que Francia acogió en Saint-Denis el Mundial en pista de 2003. El keniano ya era entonces plusmarquista mundial junior de 5.000 metros, con un registro por debajo de los 13 minutos, extraordinario para un corredor de 18 años. Nadie reparó en él antes de la final de 5.000 metros en la que inteligentemente evitó los brutales cambios de ritmo que se propinaron los favoritos, Hicham El Gerrouj y Kenenisa Bekele, a quienes ejecutó sin compasión en la última vuelta con las piernas y la cabeza de un juvenil sin complejos.

Dos décadas más tarde vuelven a encontrarse, esta vez en la lineal de salida del maratón olímpico, la carrera en la que se experimenta la vida según Zátopek.