Evenepoel gana la contrarreloj fantástica del Tour

El fenómeno belga se reivindica con una victoria ante Pogacar el día en el que Roglic y Vingegaard plantan cara al jersey amarillo para demostrar que la carrera está abierta

Clasificaciones Tour Francia 2024: etapa 7 y general tras la victoria de Evenepoel

Evenepoel, durante la crono

Evenepoel, durante la crono / EFE

Sergi López-Egea

Sergi López-Egea

Los ciclistas que no se jugaban nada veían pasar cohetes, bolas humanas que les ponían la piel de gallina. Eran las 11 de la mañana y los héroes del Tour ya estaban en la carretera entrenando con las bicis de contrarreloj. Unos corrían para reivindicarse a sí mismo y los que se asustaban por la velocidad de los astros para cubrir el expediente. Sólo uno intentaba lo que consiguió a medias, pese a su gran actuación, asestar una puñalada tremenda a la general del Tour.

Remco Evenepoel, a eso de la 1 de la tarde, permanecía encerrado en el interior del autocar de su equipo. Los directores estaban con el ordenador abierto cuidando que no se les escapara un solo detalle, que si el viento, que si el calor, mientras el príncipe Alberto de Mónaco se paseaba por la salida rodeado por toda la seguridad del Tour.

El Visma había convertido su refugio de la salida en un búnker donde nadie ajeno al equipo se pudiera acercar. A Jonas Vingegaard no se le veía ni por asombro. Los auxiliares del UAE comían rápido mientras Marc Soler charlaba con la familia. Nervios por todas partes, mucho más que en una etapa de montaña. Pogacar, de amarillo, saludaba a Evenepoel, de blanco. Se tocaban los nudillos de las manos y hablaban como si en vez de disputar una ‘crono’ hubiesen quedado para tomar una cerveza. Vingegaard ya estaba en acción y también Primoz Roglic para engañar a los que creen que no está corriendo el Tour.

Algo en el ambiente, después de tres horas insulsas de contrarreloj, indicaba que iba a vivirse algo grande, brutal, sensacional, una de las contrarrelojes más disputadas entre varios corredores que se recuerdan en los últimos años. Cuatro ciclistas contra el resto del mundo. Pogacar para golpear otra vez la general, como hizo en el Galibier; Evenepoel para demostrar que hoy por hoy es el mejor contrarrelojista del mundo con una victoria fantástica entre los viñedos de Borgoña; Roglic para dejar claro que él también existe y que si comenzó apagado en Italia ya empieza a encender la llama en el Tour.

¿Y Vingegaard? Ojo al danés porque ni en el mejor de los sueños, después de tres meses de convalecencia por el accidente del País Vasco, podía pensar que el día después de la contrarreloj borgoñesa estaría a 1.15 minutos de Pogacar con todos los Pirineos y los Alpes de la tercera semana en el horizonte. Hay Tour, hay espectáculo, hay un dominador claro llamado Pogacar pero sabe que la revuelta, una revolución a dos ruedas, puede estallar en cualquier momento, aunque el domingo sea el favorito entre las estrellas para salir triunfante de la cita con el gravel de la ronda francesa.

Que ganase Evenepoel no fue una sorpresa porque es el campeón del mundo de la especialidad. Que Pogacar marcase el mejor tiempo detrás del fenómeno belga entraba en las previsiones, pero que Roglic y Vingegaard, por orden de tiempo (tercero y cuarto de la etapa), plantasen cara fue un plus extra de espectacularidad a una contrarreloj magnífica, donde, eso sí, los ciclistas españoles mantuvieron un papel discreto: Juan Ayuso, al final, se tuvo que reservar pensando en Pogacar para que sus piernas no lleguen el domingo con los músculos vacíos a los repechos de tierra programados y Carlos Rodríguez ya hizo mucho al tratar de que no le cayera una minutada en terreno adverso y a la espera de la montaña.

“¡Eres el más rápido! ¡Súper, super, campeón!”, le chillaban a Evenepoel que cuando llegaba al lugar escogido para destrozar la contrarreloj, en los últimos 5 kilómetros, pensó que le fallaba la bici; pánico porque creía que iba pinchado. “¡Ruedas muy bien, ruedas muy bien!”, animaban a Vingegaard, super rápido y convencido de que estaba haciendo una contrarreloj buenísima. “¡Posición aéreo, venga que vas bien!”, le gritaban a Roglic que llegaba a la meta extenuado, cayéndole la baba, agotado pero convencido de que no había dicho su última palabra en este Tour.

“Me perturbé un poco en el repecho, no tenía los tiempos exactos de los rivales, pero me recuperé en la bajada a meta. Estoy contento pero agotado”, reconoció Pogacar que perdió 12 segundos con un Evenepoel pletórico que logró su primera victoria en el Tour saliendo de la trinchera en el campo de batalla de una contrarreloj fantástica.