Otro tipo de 'Messidependencia'

Messi, decepcionado

Messi, decepcionado

Joan Mª Batlle

Joan Mª Batlle

Messi ha marcado treinta goles en la Liga. Suma su octavo Pichichi, muy por encima de los demás goleadores de la Liga española. De los jóvenes y de los veteranos, de los extranjeros y de los nacionales. Muy por encima de todos porque Messi, aun con 33 años, sigue estando muy por encima de todos.

En esto, nada ha cambiado respecto a los tiempos de tripletes, sextetes y títulos por un tubo. Hay ‘Messidependencia’, una condición que los enemigos del Barça han aprovechado históricamente para infravalorar los títulos culés, pero que a los barcelonistas les ha de llenar de orgullo, ya que depender del mejor futbolista del mundo, además de lógico y normal, es un privilegio.

Ahora bien, como se ha visto en los últimos años, con Messi solo no basta. Quiero decir que hubo tiempos, mejores, en los que la 'Messidependencia' se compaginaba con la calidad y carácter de Xavi, Iniesta, Eto’o, Suárez, Puyol..., sí, también Piqué y Busquets. Por eso se ganaba. Pero, con el tiempo, Messi se ha quedado solo. Por eso no se gana.

Equipo aburguesado

No me refiero únicamente al talento futbolístico. Es más, quiero centrarlo en la personalidad de los jugadores. Es tal la incidencia de Leo en el equipo que otros jugadores, sin personalidad ni fuerza mental, se esconden tras él a la hora de dar un paso adelante. Hay casos clarísimos, Griezmann y Coutinho especialmente.

Técnicamente son futbolistas de elite, pero al lado de Messi se han acoquinado. No son como Eto’o y Luis Suárez, todo carácter y ambición, que se mataron compitiendo para complementarse con Messi y ganar los tres. En el fútbol de hoy en día, más de la mitad del rendimiento de un jugador está ligado a su fuerza mental. Y aquí fallan la mayoría, porque hay más Coutinhos y Griezmanns esperando a que Messi les saque las castañas del fuego.

La conclusión final sería que de la ‘Messidependencia’ positiva se ha pasado a un aburguesamiento general del que solo podríamos salvar al propio Leo y a muy pocos más. Y cuando un equipo se ha aburguesado, ya no hay nada que hacer. Hay que cambiarlo.