Investigación

Las madres que denunciaron las torturas del centro de menores de Zaragoza: "Maltrataron a nuestros hijos desde el primer día"

Marcela y Karelly, las dos madres que denunciaron los espeluznantes casos de tortura y abusos en el centro de menores de Ateca, relatan cómo sus hijos fueron torturados desde que ingresaron

Además, aseguran que las represalias por hablar a sus hijos eran "brutales" y exigen "responsabilidades" al IASS y a la DGA

Marcela y Karelly, las dos madres que denunciaron los abusos en el centro de menores de Ateca.

Marcela y Karelly, las dos madres que denunciaron los abusos en el centro de menores de Ateca. / Laura Trives

Alberto Arilla

Marcela y Karelly decidieron hace un tiempo pedir ayuda a los servicios sociales aragoneses. En el primer caso, Marcela internó a su hija en el centro de menores de Ateca hace casi tres años, mientras que Karelly hizo lo propio con su hijo el pasado 2023. Pero enseguida notaron que algo no iba bien. Las videollamadas cada vez eran más raras, e incluso Karelly notó como su hijo, que ahora tiene 17 años, tenía golpes en la cara y una evidente pérdida de peso. Fue entonces cuando se pusieron en contacto con el centro y con el Instituto Aragonés de Servicios Sociales (IASS), pues ambos menores les pedían reiteradamente que "los sacaran de ahí".

No fue un proceso sencillo, ya que ambas recuerdan cómo, tras sus reiterados avisos al centro, comenzaron a limitarles la comunicación con ambos. "Nos decían que éramos problemáticas y los desestabilizábamos, y si veían que nuestros hijos nos decían algo sobre los maltratos cortaban las llamadas", recuerda una de ellas, que además subraya que, a día de hoy, "ni el IASS ni la DGA nos han llamado". "La única comunicación que hemos tenido fue hace una semana, cuando la jueza nos devolvió la tutela de nuestros hijos", añaden.

Y es que, tras todo lo vivido, tanto Marcela como Karelly aseguran que ya "no se fían de nadie", por lo que creen que lo mejor es que sus hijos estén en casa. "A mi niña la maltrataron desde el primer día, hace casi tres años", explica Marcela, que matiza que "nunca quiso hablar". Fue con el ingreso hace poco más de un año del hijo de Karelly cuando todo saltó por los aires.

Ahí es cuando se recrudecieron los abusos y empezaron las amenazas por parte de los responsables, ahora detenidos. "Les decían cosas sobre la familia. A mi hija le decían que iban a atropellar a su hermana menor y le hacían comentarios sexuales sobre mí", señala Marcela, aún con dolor e indignación en sus palabras que difícilmente disminuirá en el corto plazo. "Cuando se dieron cuenta de que mi hija había hablado, fueron brutales con ella", continúa, en un relato refrendado por Karelly, quien relata cómo su hijo le transmitía que "si hablaba de más, lo iban a pagar caro ahí dentro".

Una situación que provocó reacciones por parte de ambas progenitoras, que no se conocían previamente, que llegaron incluso a mandar correos a las responsables del centro "pidiendo perdón por haberles acusado de nada". "Lo hicimos porque no queríamos que le hicieran nada más a nuestros hijos", argumenta una de ellas, visiblemente dolorida.

Aunque, eso sí, en los últimos tiempos decidieron que era hora de decir basta. "Los últimos meses ya no me callaba, y fue entonces cuando decidieron prohibirme las visitas, acusándome de ser violenta", rememora Marcela, que se llevó a su hija a casa en cuanto tuvo oportunidad, lo mismo que Karelly. Ahora, una vez el caso ha salido a la luz y los agresores y cómplices están detenidos, ambas esperan y exigen "justicia", pero también piden "responsabilidades" al IASS y a la DGA. Y dejan una reflexión final: "Cuando pedimos que ingresaran a nuestros hijos, lo hicimos porque queríamos que estudiaran y recibieran ayuda. Pero pasó todo lo contrario".