Crimen de Salvador Vendrell

La envenenadora de los laxantes hizo compras y extracciones compulsivas

La detenida no portaba laxantes encima y la policía tampoco encontró cajas al registrar la casa de Paterna

Los hijos del fallecido relatan cómo Mari Carmen aisló a su padre y les decía que tenía "larvas por todo el cuerpo"

La acusada mira a la cámara, durante la primera sesión del juicio. A su lado, su abogada defensora.

La acusada mira a la cámara, durante la primera sesión del juicio. A su lado, su abogada defensora. / EFE

La segunda sesión del juicio contra María del Carmen B. G., la presunta ‘envenenadora de los laxantes’, dejó dos cosas bien claras. Por un lado que durante el tiempo que permaneció hospitalizado Salvador Vendrell, de 69 años, desde octubre de 2020 hasta su fallecimiento el 16 de abril de 2021, día en el que murió por un shock séptico severo tras un cuadro de diarrea crónica con deshidratación, la policía detectó que se realizaron extracciones de las dos cuentas bancarias de la víctima y compras compulsivas a su cargo con las tarjetas de crédito de este hasta dejar las cuentas al descubierto. También que se solicitaron dos préstamos bancarios, y que todos estos movimientos y operaciones, por un importe total de más de 135.000 euros no pudieron ser efectuados por Salvador porque estaba ingresado.

Y segundo que cuando se arrestó a la acusada no se le localizaron laxantes, ni los llevaba encima ni se hallaron cajas de ese fármaco en el registro domiciliario, lo que desmonta la tesis de la defensa: que los 2.000 comprimidos que compró durante dichos meses eran para su propio consumo.

Lo que sí le intervinieron los policías en el momento de su detención son las dos tarjetas del fallecido, el DNI de este e incluso una tarjeta de crédito a nombre de su hijo que no se pudo usar porque estaba sin activar. Los investigadores del grupo de Homicidios de la Policía Nacional detallaron los movimientos bancarios en las cuentas de Salvador, a quien sus familiares describieron como una persona ahorradora y para nada derrochador. "Era más bien del puño cerrado", llegó a decir su hija.

Por ello, les llamó la atención que justo en los siete meses que estuvo hospitalizado se realizaran 152 extracciones bancarias por importe de 88.110 euros. "Las extracciones se realizaban siempre al día siguiente de que él recibiera el pago de dividendos de las empresas familiares. Y ese no era el patrón de extracciones de Salvador antes de su hospitalización", aclaró uno de los policías.

Con la tarjeta de débito se realizaron 26 operaciones por un importe de 18.480 euros, y con la de crédito, otras 60 operaciones por casi 45.000 euros. De igual modo también se detectaron 34 compras realizadas (que ascendían a 2.758 euros) con la tarjeta de El Corte Inglés, que, como captaron las cámaras, fueron realizadas por la acusada con la tarjeta nominativa de Salvador, falsificando incluso su firma. Entre los productos que figuran hay cremas faciales de 300 euros.

Todo ello provocó que cuando falleció Salvador las cuentas estuvieran en números rojos. "La víctima nunca había tenido las cuentas al descubierto", remarcó el subinspector que rastreó las cuentas, más teniendo en cuenta que era una persona con un alto poder adquisitivo que cobraba una pensión de 2.707 euros más el reparto de dividendos de la empresa. "Entre 8.000 y 9.000 euros al mes ingresaba", estimó su hijo.

Tampoco se explican los dos préstamos solicitados en apenas tres días de 13.200 euros, que solo pudieron ser autorizados con el teléfono de Salvador, donde se enviaba la clave de doble seguridad. Teniendo en cuenta que el terminal cuando estaba hospitalizado seguía moviéndose fuera del centro, la policía tiene el convencimiento de que solo pudieron ser efectuados por la acusada.

Este hecho de que la procesada tuviera el teléfono móvil en su poder fue confirmado por varios testigos que declararon ayer. Así lo aseguró la empleada del hogar de la familia y el hermano del fallecido. De hecho, la explicación que les dio es que los médicos le habían prohibido usar el móvil porque decían que padecía estrés.

Compra masiva en la farmacia

La asistenta, que protagonizó la declaración más contundente de la jornada, confirmó ayer que la inculpada le daba dinero en efectivo para ir a la farmacia a comprar laxantes. "Me hacía ir a una cafetería a desayunar y luego me mandaba a la farmacia a comprar preferentemente Evacuol, que es líquido. Me decía que les pidiera todo el que pudieran darme. Eso pasaba entre dos y tres veces a la semana. En la farmacia ya me miraban mal".

Cuando le preguntaba por qué tanto, le decía que loslaxantes eran para ella y para su hijo. Resulta llamativo que ninguno de los testigos la viera tomarlos en el tiempo que duró la relación con Salvador y que los dos únicos testigos que confirman que fuera consumidora sean su hija y su hermano.

Los hijos del fallecido relataron el cambio de rutinas y hábitos saludables de Salvador desde que se juntó con Mari Carmen, así como el aislamiento "sutil y continuado" al que lo sometió. "Primero iba todos los días con sus amigos, luego tres días, luego uno... Y cuando iban, me decían que se quedaba en un rincón, como apagadito, solo con Mari Carmen. Ella llevaba la voz cantante de la relación".

Afirman que no fueron más al hospital porque ella y su padre se lo impidieron y que sabían de la enfermedad solo a través de ella. "Primero nos dijo que estaba así por el estrés que le generábamos nosotros. Luego, que tenía un gusano muy grande y por último, que tenía larvas desconocidas por todo el cuerpo".

Poco a poco fue anulándole la voluntad. Al final, si yo le hablaba a mi padre, él agachaba la cabeza y era ella la que contestaba. Yo no lo entendía. Estaba anulado por completo. Le pedía permiso hasta para hablar. "Él era muy manipulable", confesó la hija. Ante la pregunta de por qué no hicieron nada: "Él solo tenía ojos para ella, solo la veía a ella. Y no quería perder a mi padre".