Investigación

Más de 50 detenidos por robar y estafar a 84 ancianos simulando ser empleados de banca o policías

Uno de los sospechosos de la trama, que ha robado 2,5 millones, se hizo pasar por agente y se quedó a dormir en casa de una mujer de 74 años para abrir su caja fuerte con una radial

Estafan más de dos millones de euros a 84 ancianos

Redacción

Germán González

Agentes de los Mossos d'Esquadra, de la Policía Nacional y de la Policía Judiciaria portuguesa, en coordinación con Europol, han detenido a 53 sospechosos de pertenecer a una banda criminal que estafó unos 2,5 millones de euros a 84 ancianos. Los contactaban por teléfono y, aprovechando su vulnerabilidad, se hacían pasar por empleados bancarios para conseguir sus datos con el fin de estafarlos. Además, también se desplazaban hasta sus viviendas para robar objetos de valor.

Los detenidos están acusados de pertenecer a grupo criminal, estafa, blanqueo de capitales y robo con violencia. El pasado 4 de junio se realizaron 19 entradas y registros en Tarragona, Sevilla y Faro (Portugal), en una operación coordinada por el Juzgado de Instrucción número 3 de Reus, en las que se requisaron 20.000 euros, equipos informáticos y documentación que vincula a la banda con los delitos investigados.

En este sentido, los agentes descubrieron en un registro en Portugal un ordenador portátil con información bancaria de una víctima captada el día anterior, a la que también habían robado joyas y dinero. La policía mantiene abierta la investigación para encontrar a posibles sospechosos relacionados con la recepción del dinero que originan estas estafas.

La investigación comenzó a inicios de 2023, cuando se detectó un aumento de estafas siguiendo los mismos patrones. Las víctimas tenían una edad avanzada y habían recibido una llamada de un presunto empleado de una entidad bancaria. Les informaban de que estaban en el punto de mira de grupos criminales que querían llevarse su dinero y los atemorizaban.

400.000 euros a una víctima

Una vez captaban su atención, los estafadores se coordinaban con otros miembros del grupo, a los que llamaban "técnicos", quienes acudían a casa de las víctimas y se hacían pasar por falsos trabajadores de banco o falsos policías. Una vez les facilitaban el acceso, los sospechosos robaban dinero, joyas, dispositivos electrónicos, tarjetas bancarias y los PIN de seguridad. Según la policía, estos "técnicos" ejercían "gran intimidación" sobre las víctimas para obtener los objetos de valor. Si alguna se resistía, incluso ejercían violencia contra ella.

Los agentes remarcan que, en algunas ocasiones, estas personas engañaban a las víctimas para que las acompañaran personalmente al banco y así conseguir transferencias a cuentas corrientes controladas por la organización. Los investigadores constataron que los detenidos habían visitado el domicilio de una misma víctima en diferentes ocasiones para conseguir exprimirla económicamente al máximo, realizando fraudes que podían llegar a más de 400.000 euros.

Abrir una caja fuerte con una radial

En una ocasión, uno de los detenidos se hizo pasar por policía y se quedó a dormir en el domicilio de una mujer de 74 años que vivía sola y abrió con una radial su caja fuerte, bajo el pretexto de que quería llevarse las joyas a un lugar más seguro del banco. 

El subinspector José Ángel Merino, jefe del Área Central de Delitos Económicos de Mossos d'Esquadra, la inspectora Eva María Segura, jefa de la Sección de la Brigada Provincial de la Policía Judicial de la Policía Nacional y el coordinador de Investigación Criminal Joaquim Trindade de la Policía Judicial Portuguesa, han destacado que las víctimas tenían una sensación de "angustia" al estar "inmersas en una situación de gran vulnerabilidad frente a los criminales", por lo que acababan acatando sus órdenes.

La inspectora jefe de la sección de la brigada provincial de la policía judicial Eva María Segura.

La inspectora jefe de la sección de la brigada provincial de la policía judicial Eva María Segura. / ALEJANDRO GARCIA

Cerebros portugueses

Los principales autores, considerados cerebros de la trama, residían en Portugal. Desde allí, realizaban las llamadas telefónicas, que solían estar en teléfonos fijos. La hipótesis policial es que estas llamadas se centraban de forma masiva en una localidad concreta y, a partir de ahí, desplegaban su engaño una vez identificado un candidato “apto” para sus propósitos. "Ejecutaban el engaño con gran tenacidad y capacidad de persuasión", según los investigadores.

La organización repartía el botín entre sus miembros, que seguían diferentes formas de blanqueo para mover los beneficios que generaban. De este modo, el dinero que obtenían de las víctimas era normalmente transportado en vehículo hacia Portugal o utilizando agencias de envío de dinero. Las transferencias bancarias fraudulentas de las estafas eran recibidas por “mulas” y reenviadas nuevamente a cuentas corrientes controladas por la cúpula del grupo delictivo en Portugal

Otra forma de blanquear los beneficios era la compra venta de productos electrónicos de gama alta, como teléfonos móviles y ordenadores portátiles, o en una metodología bastante más elaborada de inversión, la adquisición de lingotes de oro, la cual permite un fácil transporte y ocultación al tiempo que se minimiza una eventual pérdida de valor con el paso del tiempo.