Monza: Inversión y lujos de Serie A

Silvio Berlusconi y Adriano Galliani cambian la imagen del equipo lombardo y lo llevan a la superprofesionalización, siendo todavía un club de segunda

Boateng fue uno de los fichajes estrella del Monza

Boateng fue uno de los fichajes estrella del Monza / Getty Images

Adrià Soldevila

Adrià Soldevila

Hay celebraciones de cumpleaños que nunca se olvidan. Rodeado de amigos, familia y colaboradores, Silvio Berlusconi celebró sus 82 años comprando un club de fútbol. Allá cada cual con sus fetiches. Ya lo tenía atado desde hacía un par de semanas, pero el controvertido político milanés esperó al 29 de septiembre de 2018 para firmar y hacer oficial la compra del Monza 1912, el club que más temporadas ha disputado la Serie B, la segunda categoría del fútbol italiano. Sin una distracción desde que vendiera el Milan en febrero de 2017, su amigo Adriano Galliani le convenció para que se hiciera cargo de un club a la deriva que llevaba sin aparecer por la Serie B 20 años. Su primera acción para ganarse a los aficionados fue devolverle el nombre original al club: AC Monza.

A través de su grupo empresarial, Fininvest S.P.A., Berlusconi consiguió el 100% de las acciones por un precio cercano a los tres millones de euros y puso a su mano derecha de toda la vida al frente de la entidad. Adriano Galliani es para ‘Il Cavaliere ’una extensión de su cuerpo. “Nací en Monza, mi madre era nieta de un presidente del club de los años 30. Allí crecí y fundé mis empresas. Monza es mi ciudad”, confiesa con orgullo Galliani a Sport Dossier. Él y Berlusconi se conocieron en 1979, cuando Silvio le quiso comprar la compañía de antenas televisivas Elettronica Industriale. Desde entonces, no se han separado nunca. Juntos resucitaron al Milan en 1986 cuando estaba en la Serie B y pretenden hacer lo mismo con el Monza, equipo por el que, como es lógico, ha tifado Galliani toda su vida. Tras tres años gestionando el club, Fininvest ya ha invertido más de 50 millones de euros entre inyecciones de capital, fichajes y mejora de infraestructuras.

“La organización es equiparable a la de un equipo de Champions”, nos explica el centrocampista ecuatoguineano del Monza, y exjugador del fútbol base del Barça, José Machín. “La ciudad deportiva, la organización de los viajes, es todo muy avanzado. Puedo decirte que vamos siempre en vuelo chárter”, comenta el futbolista, que compara la gestión del club brianzese con la de una entidad histórica: “Es un equipo superprofesionalizado. Yo he estado en la Roma y te aseguro que la administración es muy parecida”.

Machín no se sorprende, para nada, por la cantidad de dinero que han gastado los propietarios del club en los últimos años. Galliani lo confirma: “Es un club pequeño al que transformamos. Cambiamos a todos los jugadores, estamos creando una estructura e invirtiendo mucho”. Este esfuerzo económico se refleja en el día a día del jugador. “Hay mucha diferencia con los otros equipos de la categoría. Pero es normal, es un grupo que va muy en serio y que tiene muy claro su objetivo”, reconoce Machín.

Ningún club de la Serie B ha gastado tanto dinero como el Monza. Y ninguno ha tenido en sus filas a jugadores de la talla de Mario Balotelli o Kevin-Prince Boateng, leyendas del Milan que se abrazaron sin dudarlo a Berlusconi cuando recibieron su llamada, incluso para jugar en la segunda división tras un ascenso que no pudo ser celebrado como se merece por culpa de la pandemia. Ni siquiera Berlusconi se encontraba en Italia. El magnate pasó el confinamiento encerrado en su mansión de Niza. “Estamos invirtiendo mucho dinero para transformar al club”, admite Galliani.

EL EQUIPO DE BRIANZA

La gran ilusión de Galliani es convertir a su Monza en el equipo más querido de la provincia de Monza-Brianza, que limita al sur con la provincia de Milán. El reto es conseguir atraer a gran parte de los 900.000 habitantes de la región lombarda y unirse a los principales clubes de la zona. Galliani, que fue vicepresidente y uno de los accionistas del club entre 1975 y 1985 –justo antes de irse al Milan con Berlusconi–, tiene el sueño de situar a su club entre Inter, Milan, Atalanta y Brescia. “Galliani acude a todos los partidos en casa y fuera, y dos o tres veces al mes viene a vernos a la ciudad deportiva”, cuenta Machín. El exazulgrana sabe que Galliani es un fanático del Monza y que lo lleva en la sangre. Así se lo ha hecho saber a los futbolistas: “Está muy ilusionado. Ha crecido en este club, para él sería un sueño”.

Este verano, la entidad ya se lanzó a la conquista de los niños y jóvenes locales. Les regaló a todos un estuche para la escuela con los colores y el escudo del Monza y creó, con la voluntad de atraer a las nuevas generaciones, un equipo de eSports para competir en las grandes citas electrónicas, empezando por las ligas oficiales del videojuego FIFA. Evidentemente, las filtraciones de nombres para generar ilusión son cosa del mismo club: Buffon, Ribéry, Suso… Incluso el propietario llegó a proponerle al héroe de su Milan, Arrigo Sacchi, el puesto de entrenador.

“Ve y hazlo”, le dijo Berlusconi a Galliani cuando el histórico gerente del Milan le propuso comprar el Monza. “En un par de horas cerramos la compra”, completa Adriano. Pese a las polémicas sexuales e incluso fiscales del expresidente del Consejo de Ministros de la República, el estadio Brianteo pasó de unos 2.000 espectadores de media a albergar cerca de 4.000 aficionados. “Ahora hay muchos más espectadores que cuando jugábamos en la Serie C”, comenta Machín. En el fútbol, el origen del dinero importa cada vez menos. Pocas excepciones existen. Pero los 4.000 espectadores les saben a poco a la pareja que domina el club. Se gastaron más de diez millones de euros en reformar parte del estadio, ampliar el aforo de 7.500 a 10.000 asientos y en poner a punto un Centro Sportivo Monzello que se caía a pedazos. Y el proyecto no se quedará aquí. Berlusconi y Galliani visualizan un Estadio Brianteo majestuoso, con 25.000 plazas y con una afición volcada con su equipo, ganando partidos en la Serie A, categoría en la que nunca ha estado.

Berlusconi ha puesto al Monza en la élite

Berlusconi ha puesto al Monza en la élite / Imago

EL ASCENSO, LA CLAVE DE TODO

El dúo dinámico se hizo con el club siendo líder de la Serie C y confirmó el ascenso seis meses después cuando la temporada se canceló por la pandemia, con el también exmilanista Christian Brocchi en el banquillo. Con el lema “Quien cree, combate; quien cree, supera los obstáculos; quien cree, gana” pronunciado por Berlusconi e instaurado en el vestuario en el primer partido con el nuevo accionista, la única fórmula para que el Monza se expanda en Italia es subir a la Serie A. Sin embargo, ni con Balotelli ni con Boateng -que abandonaron el club este verano-, ni con el experimentado central Gabriel Paletta -procedente de la liga china en 2019-, ni con la inversión millonaria, el club consiguió el tan deseado ascenso. Berlusconi se cargó a Brocchi y el entrenador ahora es Giovanni Stroppa, también exjugador del Milan durante los primeros años de ‘Il Cavaliere ’en San Siro. “Nos lo recuerdan cada día, el objetivo es ascender a la Serie A. Es obligatorio hacerlo esta temporada”, reconoce Machín. “Más que una obligación, es la voluntad absoluta de la propiedad. Tenemos este sueño y hay equipo para lograrlo”, añade Galliani.

SIN TATUAJES NI PENDIENTES

En su primera comparecencia, Berlusconi dejó claro que los futbolistas de su Monza “irán bien peinados, no lucirán barba, ningún tatuaje, no deberán llevar pendientes y vestirán con sobriedad”. En la ropa, el propietario cumplió. Firmó con la marca alemana de lujo Philipp Plein, que desde 2019 viste a los futbolistas y miembros del staff. Pero sus jugadores siguen llevando tatuajes en los brazos. “Quieren que tengamos una cierta imagen, aunque seamos un equipo de Serie B”, dice José Machín. Los tiempos han cambiado, aunque no para Berlusconi, que sigue pensando en presentarse a las elecciones presidenciales italianas en 2023, cuando esté a punto de cumplir 87 años: “Creo que Silvio Berlusconi puede ser todavía útil para el país y para los ciudadanos”. Sí, lo dijo en tercera persona.