Maldito diario

París, 16 de febrero de 2022

Querido diario. Sienta bien volver a jugar al fútbol, ¿verdad? Tengo que reconocer que la pretemporada ya se me estaba haciendo larga. Pero más largo es el invierno de París, así que creo que fue una buena decisión haber pasado unas semanitas en Brasil. Con dejar fríos a los aficionados ya tengo suficiente, no hace falta que encima yo también me congele.

Sé lo que me conviene, que ya tengo una edad (y créeme, los 30 no perdonan, como bien demuestra mi estado físico). ¿Qué más les da a los franceses dónde haga mi trabajo de recuperación siempre y cuando me lo tome en serio? ¡Si sigo el plan al pie de la letra! Estoy bien alimentado, bien hidratado, con actividad física hasta por la noche y sin dejar de competir, aunque sea al póquer…

De verdad, esta gente no sabe valorar el esfuerzo. Qué pesados con la cantinela de que me he perdido la mitad de los partidos desde que fiché por el PSG. Podrían decir que he jugado la mitad de los partidos, ¿no? Siempre el vaso medio vacío. Con ese pesimismo, no me extrañaría que volviésemos a fracasar en la Champions League. Ojo, que el Madrid querrá remontarnos. Y sé por experiencia que al Paris no se le da bien lo de mantener el resultado de la ida. ¿Te acuerdas de la remontada de 2017? Tiene gracia que aquel 6-1 en el Camp Nou siga siendo el partido del PSG en el que más he destacado. Pero ha llegado mi momento. ¿Qué puedo aportar? ¿Un gol, una asistencia, liderazgo? Quita, quita, a mí los partidos se me hacen muy largos, soy más de lucirme en los resúmenes. Para marcar ya está Kylian. A mí no me busquéis fuera de Instagram. Sí, esa es mi arma secreta. Que tiemble Madrid en la vuelta, porque iré con todo en mis redes: fotón y versículo de la Biblia, que nunca falla. Siempre he sido muy colega de Leo, pero a cristiano no me gana nadie. ¿Que no? Fíjate: mi jefe es un argentino que tiene buen discurso pero al que no hacen mucho caso, santifico las fiestas, no madrugo para que Dios ayude a los demás, me tomo la mayoría de domingos de descanso y hasta mi propia gente me ha puesto la cruz.

N. Júnior.