El mensaje de la artista multidisciplinar

Shabella Rouse, activista contra la gordofobia: "Yo soy bella"

María Isabel Sánchez Díaz es hoy Shabella Rouse, la mujer cacereña que ha hecho un viaje interior y ha logrado defender la belleza del cuerpo que la naturaleza le dio

Shabella Rouse, activista contra la gordofobia: "Yo soy bella"

Para ver este vídeo suscríbete a Sport o inicia sesión si ya eres suscriptor

Suscríbete

¿Ya eres premium? Inicia tu sesión aquí

Carlos Gil

Miguel Ángel Muñoz Rubio

En la terraza del bar Coocum unos clientes hablan y ríen a carcajadas mientras apuran los últimos cubatas del domingo que cierra las fiestas de agosto. El bullicio echa el frenazo al paso de Shabella Rouse y el silencio se apodera entonces de la estancia. Llega el escáner, ese análisis de su cuerpo, ese mirarla de arriba a abajo con descaro y sin disimulo: primera secuencia de este reportaje que demuestra que la gordofobia existe. 

Shabella Rouse es en realidad su nombre artístico porque en el DNI de esta mujer de 28 años pone María Isabel Sánchez Díaz, la niña que vivió hasta los 9 en La Cumbre. Luego su familia se marchó a Valdefuentes porque el padre, que es ganadero (la madre, limpiadora) realizaba unas jornadas laborales tan largas que prefirieron trasladarse al pueblo donde el patriarca trabajaba.

Shabella Rouse

Shabella Rouse / Carlos Gil

A Shabella, que tiene una hermana cuatro años menor que ella, el bullying la ha acompañado desde pequeña. "Básicamente eran insultos: "Tú eres la gorda y te excluimos", un poco en esa onda de ‘Patito Feo’, nadie pasa de esta esquina, aquí mandan las divinas", canturrea la canción que se popularizó en los 2000 gracias a la teleserie argentina seguida entonces por millones de adolescentes. 

"Se metían conmigo, me pegaban... Lo de siempre: gorda, ballena, foca, cebolla, bola de sebo… todo ese tipo de comentarios", cuenta y bebe el primer sorbo de agua mientras echa mano de ese sentimiento de culpa que padecen la mayor parte de las personas que han sufrido acoso en algún momento de su vida. "Notaba que no encajaba en ningún sitio, pero me pasa un poco ahora también, pensaba que la culpable era yo, que tenía la culpa de muchas cosas. Me he sentido culpable muchas veces".

En Valdefuentes también intentó encajar porque Isabel es de las que piensan que siempre ha tenido que adaptarse a los sitios, a la gente... "Me intentaba mimetizar con ellos y había veces que no me encontraba bien, que estaba incómoda, aunque cómoda en esa incomodidad". Es otra de las reacciones habituales: tratar de empatizar sin sentirlo de verdad y evitar así, otra vez, un escáner que seguía siendo, antes y ahora, inevitable a ojos de los gordófobos. 

Tras el cole en Valdefuentes, llegó la etapa del instituto en Montánchez. "Ahí comienza la fase de enamoramientos. Notas cómo tus amigas están con los chicos que quieren y tú no puedes estar con esos chicos porque a ellos les da vergüenza. Entonces mantienes relaciones a escondidas, soportas que te suelten el típico: ‘No se lo digas a nadie’, ‘Aquí es lo que hay’... Te trataban como si fueses una tontita, se pensaban que no tenías posibilidades con ningún chico. Ellos te ven gorda y directamente se piensan que eres fácil".

Ahora para Shabella es todo lo contrario, "¿Por qué no voy a tener posibilidades, por qué no voy a poder mantener relaciones con quien yo quiera y por qué no voy a sentirme deseada?". Pero vuelve el escáner y pasa que para los demás las mujeres gordas "siempre son la pringada, la patética, la amiga de… Nunca podemos ser la guay, nunca podemos ser la mala incluso, que no es mi caso...", relata entre risas, mientras los de la mesa del al lado miran de reojo.

"Lo malo, lo olvido"

Enseguida la conversación con Isabel se retoma y abiertamente confiesa: "Se han estado riendo de mí todo lo que han querido, pero yo me he reído más de ellos porque por dentro decía: ¿Y estas personas?". De manera que la extremeña ha realizado un viaje interior muy importante: "Lo malo lo olvido y siempre diré que todo esto que ha pasado ha sido una gran suerte (por mucho que lo haya pasado muy mal, que lo he pasado fatal), porque es lo que ha hecho que me sintiera segura, empoderada conmigo misma".

¿Y qué papel jugaron los profesores? "Los hay gordófobos por naturaleza y no se dan cuenta del daño que puedes llegar a sufrir. Siempre piensan que son cosas de niños". Y detalla otro capítulo en las aulas: "Era superdotada y me aburría en clase. Me querían pasar de curso y es verdad que los profesores me apoyaban. Me ponían de profesora y algunos niños se sentían también amenazados por mis conocimientos". Gorda y lista, la pescadilla que se muerde la cola: "Más me hacían sentir despreciada, hacían que me sintiera más pequeña. No me dejaban crecer. Yo quería llamar la atención todo el rato, ¿a qué niño no le gusta llamar la atención?".

Shabella Rouse

Shabella Rouse / Carlos Gil

Eso sí, en el instituto de Montánchez notó un cambio bastante grande. "Me sentía querida por una parte, como que había evolucionado en las aulas y en las relaciones con la gente"

En segundo de Bachillerato se matriculó en el Instituto Ágora de Cáceres, donde pasó el año que marcó su vida. "Conocí a gente que no se había querido, a gente maravillosa, entre ellas a una amiga transexual, Laura Corbacho, que me enseñó muchas cosas de la vida. Empecé a saber lo que era amarse de verdad, ser uno libre con uno mismo. Supe lo que era tener una convivencia con alguien por primera vez, que fue desastrosa, pero me ayudó a crecer".

Cruel camino

Sin embargo el escáner seguía su cruel camino: "Hubo rifirarrafes gordófobos con los compañeros de piso. Voy a poner un ejemplo: hicieron un grupo de whatsapp que se llamaba ‘La gorda, oh, oh, oh’. Yo me quedaba en el salón mientras los otros se metían todos juntos en una habitación enorme y me hacían el vacío. Pero yo pensaba que estaba en el salón, que estaba como una reina. Eso en otro momento de la vida me hubiera afectado. De esa situación aprendí mucho". Suspira.

Tanto aprendió que se marchó a Alcuéscar para estudiar Integración Social. Pero tampoco se sentía encajada. "Me preguntaba: ¿De verdad estas personas están estudiando Integración Social? Es que no me lo explico". Allí continuó un acoso psicológico que no podía entender. Conoció a un chaval que le gustaba. "Y resulta que se metían conmigo porque me gustaba ese chico". El sinsentido del gordófobo.

No tardó Shabella en regresar a Valdefuentes para ponerse a trabajar de limpiadora "a la antigua usanza, de rodillas, limpiando los suelos, en la casa más pulcra y limpia de todo Valdefuentes, que tenías que limpiar limpio sobre limpio. Es verdad que aprendí mucho de limpieza. Lavaba la ropa en una pila, cogía las brasas para encender los braseros… Allí estuve un año, me saqué algo de dinero, y luego en verano me fui a Cáceres a trabajar de camarera".

El viaje a Madrid

Con 600 euros en la cuenta y hace cosa de seis años se marchó a Madrid porque quería cumplir su sueño: estudiar cante, baile e interpretación musical. "Ser un poco ‘mocatriz’, modelo, cantante y actriz, artista multidisciplinar, vamos", bromea. Y logró entrar en la Academia Jukebox, de Carlos Marcos, integrante del grupo Auryn.

Un día las cosas se truncaron y regresó a La Cumbre, el pueblo donde pasó su infancia. "Volví principalmente por una doble ruptura amistosa, por un desencuentro con un amigo. Tuvimos una sola discusión, fue gordófoba y se quitó la careta". A ello se unió la necesidad de Isabel de tomar un descanso mental. "Estaba trabajando en Mi Sako, luego como profesora de canto, después me pintaba el ojo, me ponía el tacón y me iba a cantar con las drag queen, o a fiestas privadas, o a buscar contactos... Así todos los días. Mi cabeza ha petado y el síndrome del impostor ha estado ahí mucho tiempo".

Para ella La Cumbre y Valdefuentes siguen siendo una pecera frente al mar de oportunidades de Madrid. Mientras ahorra para regresar, participa en el musical ‘Blancanieves’, una pieza que une la inclusión social con el arte. Ella, una Blancanieves gorda, es la protagonista, con los enanitos encarnados también por personajes reales en forma de mineros: uno es sordo, otro tiene una discapacidad mental, otra es ciega, otro es gay, otro es negro… El otro día estuvieron en Trujillo y fue un éxito.

Shabella Rouse

Shabella Rouse / Carlos Gil

Entretanto su lucha contra la gordofobia continúa. ¿Y qué es la gordofobia? "La gran pregunta. Es el miedo consciente o inconsciente a engordar, independientemente de cómo sea tu cuerpo, ya sea gordo o sea delgado. También es la discriminación verbal o física que existe hacia las personas gordas o hacia una persona que tú consideras que ha engordado", contesta con premura.

"Nos cuesta encontrar trabajo, piensan que no vas a rendir, piensan que no vales para camarera porque eres gorda".

Desde su lucha defiende que no se puede juzgar a los cuerpos, porque hay diversidad de ellos. Y frente al pensamiento que promueve que los gordos no son productivos para la sociedad, que no sirven para nada, ella argumenta: "Nos cuesta encontrar trabajo, piensan que no vas a rendir, piensan que no vales para camarera porque eres gorda". 

Pasa lo mismo en el mundo del arte: "Siempre somos la boba, la inútil, la que se cae... No podemos mantener relaciones sexuales con las tetas al aire en una escena, pero en cambio una chica normativa sí puede hacerlo". Luego está la desigualdad que en este campo sufren las mujeres. "Ser hombre gordo está más aceptado que ser mujer gorda".

El activismo

Por mil razones Shabella es una de las grandes activistas contra la gordofobia, de plena actualidad en este país, y ha logrado viralizarse en las redes sociales liderando un movimiento por el amor propio a través del que ayuda a mucha gente. En instagram enseña los granos, las estrías, la celulitis y "si tengo que estar en bikini, estoy", replica con orgullo.

En instagram enseña los granos, las estrías, la celulitis y "si tengo que estar en bikini, estoy", replica con orgullo

No se considera una valiente, detesta que le digan ‘Ole tú’. "¿Por qué soy valiente, por enseñar mi cuerpo, el ‘Ole tu’ se lo dirías a una persona normativa que está en la piscina? No, porque lo ves normal. Para ti es anormal un cuerpo gordo, es anormal que un cuerpo gordo se sienta a gusto con su cuerpo y decida ponerse un bikini", zanja.

"Estoy gorda, aparte no por el aire, porque he comido, he tenido bastantes atracones en mi vida. Desde hace dos años para acá tengo hábitos de vida saludable, hago deporte, pero estoy gorda por todas las dietas que he hecho en mi vida y por el efecto rebote que me han provocado".

"Mantienes relaciones sexuales a escondidas, soportas que te suelten el típico: ‘No se lo digas a nadie’, ‘Aquí es lo que hay’..."

¿Y desde cuando haces dieta? "Desde que he nacido, desde que me llevaron al pediatra y dijo: ‘La niña tiene que adelgazar’. Ahora la gente ve fotos de cuando era pequeña y comenta: ‘Ay, qué delgada estabas’. Y fíjate, que ahí ya me llamaban gorda, cuando estaba con el peso que tenía que estar".

Ahora se ve "buenísima. Me ha costado mucho llegar hasta a este punto, a decir: yo soy bella, al igual que lo eres tú, o los señores de la mesa de al lado. Suena tópico pero es muy importante la aceptación del cuerpo", y da otro sorbo de agua.

Ser activista no es obligar a que la gente no adelgace o a incitar a los demás a comer hamburguesas y a estar tumbados en el sofá. Ella es activista en favor de la aceptación y en contra de los cánones de belleza. "La Maja Desnuda era preciosa, pero partiendo de la base de que antiguamente se aceptaba a todos los tipos de cuerpos y todos eran bellos, ¿por qué hemos llegado a este punto? Por el márketing, porque la mayor plaga de toda la humanidad es la inseguridad y se están forrando a costa de nuestra inseguridad: el pelo, las uñas, las cremas, las dietas, el estar perfecto... ¿Qué es estar perfecto? Que alguien venga y me lo explique".

Shabella Rouse

Shabella Rouse / Carlos Ortiz

Isabel pone ejemplos muy del día a día: "Has adelgazado mucho, estabas más guapa cuando estabas más gorda. Has engordado mucho, estabas más guapa cuando estabas más delgada. ¿Cuál es el punto medio? Pero si de toda la vida la belleza está en los ojos del que mira. Yo es que no me veo gorda, sé que estoy gorda porque lo sé, obviamente, mi peso me lo dice. Pero no me veo fea".

"Yo es que no me veo gorda, sé que estoy gorda porque lo sé, obviamente, mi peso me lo dice. Pero no me veo fea"

Asume que "hay gordos sanos, hay gordos insanos, lo mismo que hay flacos sanos y hay flacos insanos" y con su mensaje ejemplarizante ha aprendido a eliminar lo tóxico, a prohibir que entre en su vida, a sabiendas de que la gordofobía la acompañará siempre porque está interiorizada en nosotros desde que nacemos. Le pide a la vida amor, salud, disfrute personal, trabajar de lo suyo, que la acepten por su talento, no por su físico.

Después de todo lo vivido, Isabel tenía todas las papeletas para haber perdido la mirada, pero sigue teniéndola pura y limpia. Hoy, algunos de los que fueron los primeros de la clase ocupan los últimos pupitres de la sociedad ¿Qué le diría a la niña que fue? "No soy capaz de conectar con esa niña que sufrió tanto. Me duele saber cómo se ha podido sentir esa niña". Ya, pero ¿qué le diría? El escáner, de pronto, después de tanto silencio sonoro, se desactiva y en la terraza de Coocum se escucha la voz potente de Shabella Rouse: "Que es una puta ama". 

Suscríbete para seguir leyendo