George Harrison

La refutación del 'beatle tranquilo'

Una nueva biografía rompe con la fama de callado y sumiso de George Harrison

George Harrison en una imagen que lo resume: con el ceño fruncido, melena “hippie”, una guitarra acústica de doce cuerdas y rodeado de tumbas.

George Harrison en una imagen que lo resume: con el ceño fruncido, melena “hippie”, una guitarra acústica de doce cuerdas y rodeado de tumbas. / TERRY O’NEIL

Rafa López

Enero de 1988. Los Beatles ingresan, por fin, en el Salón de la Fama del Rock and Roll. Paul McCartney no asiste a la ceremonia en Nueva York, alegando “diferencias de negocios”, y Ringo Starr da signos evidentes de estar ebrio en su discurso de agradecimiento. George Harrison se acerca al atril y suelta, con gesto serio en su rostro: “No tengo mucho que decir porque soy el beatle callado”. Tras las risas del respetable, añade: “Es desafortunado que Paul no esté aquí, porque él tenía el discurso en su bolsillo”. La anécdota ilustra muy bien la fama de callado y tranquilo del guitarrista y compositor de los Beatles, sobre la que él mismo ironizaba. Una biografía de Harrison de reciente aparición rompe con ese cliché y lo describe como alguien inquieto y rebelde, para nada resignado al papel de segundón que le reservaban John Lennon y Paul McCartney.

El autor de “George Harrison. Beatle a su pesar” (Libros Cúpula) es el británico Philip Norman, autor de sendas biografías de Lennon, McCartney, y los Beatles en su conjunto (titulada 'Shout!”'y también de uno de los mejores amigos de Harrison, Eric Clapton. Con este volumen, de 552 páginas, Norman se redime por el desafortunado obituario que escribió para el 'Sunday Times' de Londres, que considera una mancha indeleble en su carrera. El artículo estaba basado en lo que contó en 'Shout!', biografía que terminaba con la disolución del grupo. “Juzgué a George únicamente por sus años con Ringo en una posición de segunda fila en la que con tanta frecuencia irradiaba impaciencia y descontento”, confiesa al final del libro. Aquel obituario ofendió a mucha gente y le cerró la puerta a hablar para este libro con la segunda esposa de Harrison, Olivia, y su hijo, Dhani. Cuando escribía las biografías de Paul, John y Clapton, Norman –que suma con esta su décima biografía musical– empezó a darse cuenta de lo equivocado que estaba respecto al quiet beatle.

Baste para refutar la imagen de 'tranquilote' de Harrison la anécdota que Norman cuenta de labios de George Martin (1926-2016). El legendario productor de los Beatles fue testigo en solitario del único episodio de violencia física real entre los miembros del cuarteto. Fue en 1962, cuando Harrison y Lennon llegaron a las manos en Hamburgo. Lo único que extrañó a Martin fue que su tocayo se hubiese peleado con John y no con Paul.

De hecho, el autor de 'While My Guitar Gently Weeps' tenía mayor afinidad con el beatle con el que compartía instrumento, la guitarra. John y George solían consumir LSD juntos, lo que contribuyó a reducir la distancia que suponía la diferencia de edad entre ambos, de casi tres años. “Ser más joven o más pequeño no me daba vergüenza cuando estaba con él. A partir de entonces, empecé a pasar más tiempo con John que con cualquiera de los otros”, decía Harrison, citado en uno de los pasajes del libro.

La rebeldía de Harrison se plasmó en la letra de 'Taxman', en la que atacaba de forma nada velada al “superimpuesto” confiscatorio del Gobierno laborista de Harold Wilson, y que se comía el 95% de las ganancias de los Fab Four.

Sus viajes a la India, tanto geográficos como creativos, comenzaron a distanciarlo de los Beatles. Ya no se identificaba con su música y se vio relegado durante la grabación del 'Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band', trabajo conceptual que nunca fue de su gusto.

El descontento se prolongó con 'Abbey Road'. Les contó a los miembros de The Band lo mal que se sentía por tener solo dos canciones en el álbum (nada menos que 'Here Comes The Sun' y 'Something'.

Harrison, que tuvo que encajar una opinión muy desdeñosa de Lennon por su magistral álbum 'All Things Must Pass' (quizá el mejor de un beatle en solitario), no era especialmente sutil a la hora de enjuiciar a otros artistas, ganándose una merecida fama de gruñón. Durante la gira “Dark Horse”, cuando algunos ya le consideraban una vieja gloria –tenía solo 32 años– conoció a David Bowie y se limitó a decir de él que “tenía aspecto de bobo”. Mucho más tarde, en 1997, contestó a 'Le Figaro' tachando a Oasis Texas de “basura” y llamando “egocéntricos” a U2, de los que auguró que no serían escuchados 30 años después. Cuando Harrison murió le preguntaron a Bono por esas palabras: “Bueno, no le gustaba mucho U2. Pero realmente nos encantaba. Los Beatles escribieron el mapa para un grupo como U2, y él fue una parte esencial de ello”, afirmó.

Queda claro que George Harrison no tenía pelos en la lengua, algo que sorprendió a uno de los Monty PythonMichael Palin: “Lo del beatle tranquilo debía ser cuando estaba con John y Paul. Con nosotros, no había manera de que se callara”, aseguró.

Es bien sabida la historia de cómo uno de sus mejores amigos, Eric Clapton, le birló a su primera esposa, la deslumbrante Pattie Boyd, alias “Layla” para la mitología del rock. Fue quizá el único episodio en el que Harrison hizo alarde de un carácter tranquilo, casi gélido por lo que tuvo de indiferencia hacia Boyd. Menos conocido es el momento en el que quiso arrebatarle a Ringo Starr a su esposa, Maureen Starkey, diciéndole en voz alta, para que lo oyeran todos los presentes: “Estoy enamorado de tu mujer”. Cuenta también Philip Norman que durante un viaje a España con Krissy Wood, esposa del 'rolling stone' Ronnie Woodorganizó un trío con Krissy, él mismo y la novia del guitarrista Alvin Lee.

La biografía, profusamente documentada, y que sirve para repasar la historia del grupo más relevante e influyente de la historia, relata con detalle etapas interesantes y poco conocidas de la vida de Harrison: sus desencuentros con McCartney por las cuentas de los Beatles; sus aventuras cinematográficas, Monty Python incluidos; el supergrupo Traveling Wilburys; su pasión tardía por los ukeleles; el ataque en su propia casa que estuvo a punto de matarlo y el cáncer que finalmente se lo llevó el 29 de noviembre de 2001, a los 58 años.

George Harrison levó su humor sarcástico hasta el final. Eric Idle, su mejor amigo entre los Monty Python, cuenta que en sus últimos días pidió a las enfermeras que le pusieran 'fish and chips' en la vía que lo alimentaba. El médico pensó que deliraba y le dijo al hijo de Harrison, Dhani: “No se preocupe, hay un nombre médico para esta afección”. “Sí –contestó Dhani–. Humor”.

Suscríbete para seguir leyendo