Verano

La ola de calor golpea a los animales

Las insolaciones constituyen un riesgo para la salud de las mascotas en verano

Sombra, hidratación y protegerlas del sol son algunas de las medidas que pueden prevenirlas

Un perro junto a una fuente para animales, en Vigo.

Un perro junto a una fuente para animales, en Vigo. / JOSÉ LORES

Malena Álvarez

La llegada de las altas temperaturas no solo afecta a los humanos; también supone un desafío silencioso para nuestros compañeros de cuatro patas. Mientras el sol se eleva implacable, el calor gobierna en las calles donde los animales se enfrentan a un delicado equilibrio. En fechas en las que el mundo ha registrado dos veces en 24 horas el récord del día más caluroso, los animales están más expuestos que nunca. Sin glándulas sudoríparas como las nuestras, sus únicos recursos para disipar el calor son el jadeo y la sombra.

Germán Quintana, veterinario de la clínica A Marosa en Burela (Lugo), advierte que hay que tener cuidado con los pavimentos ardientes, ya que pueden dañar las patas de las mascotas. Recuerda, además, que el sol también quema la piel de perros y gatos, “en especial a los de pelaje blanco”, y que “como sucede con los humanos, puede derivar en cáncer de piel”. A todo esto se le suma el peligro de sufrir un golpe de calor, que es una de las principales causas de mortalidad animal en verano.

Para prevenir los efectos de una insolación es importante prestar atención a los síntomas que manifieste tu mascota. Quintana informa de que un jadeo excesivo, dificultad para respirar o la pérdida del conocimiento son las señales más frecuentes en el caso de perros y gatos.

Ante esta situación, lo mejor es acudir al veterinario más cercano, de no ser posible , lo primero que se debe hacer es bajar la temperatura del animal. Se recomienda abanicarlo o situarlo cerca de un ventilador mientras se le aplica agua tibia. Es crucial evitar el uso de agua fría o congelada, ya que estos métodos pueden ser contraproducentes. Las áreas más efectivas para humedecer son la cabeza, el cuello, las axilas, el hocico y las almohadillas, donde se encuentran los principales mecanismos de regulación térmica de los perros.

Quintana aboga por tomar medidas precautivas para evitar la insolación. Aconseja escapar de los paseos en hora punta y trasladarlos a primera y última hora del día, buscar superficies que no retengan el calor y tener siempre agua a mano para evitar la deshidratación.

El veterinario quiere sensibilizar a los dueños de mascotas para que tengan especial cuidado y no las dejen dentro del coche sin vigilancia, ya que puede aumentar mucho la temperatura “y es un gran riesgo a correr”, destaca.

Hay que tener mayor prudencia con los animales que presenten problemas cardiorrespiratorios, enfermedades previas o de edades avazadas, porque son más sensibles a los efectos de la ola. Asímismo, los branquicéfalos, perros con la cabeza pequeña y el hocico chato, como los bulldog o los terriers de Boston, transpiran peor y no disponen de una buena capacidad para regular la temperatura. El consejo del veterinario es que dichas razas reduzcan al máximo su actividad física.

Al contrario de la creencia popular, el pelaje de los animales funciona como aislante contra el calor, dificultando su llegada a la piel del mamífero. En verano es imprescindible mantener el manto en perfecto estado, sin nudos y, por supuesto, sin rasurarlo, ya que “puede aumentar el riesgo de quemaduras” expecifica Quintana.

Si es necesario, el profesional recuerda que existen cremas solares para animales que se pueden aplicar en “la punta de las orejas, el hocico y las zonas más expuestas”.

Existen suplementos que ayudan a rehidratarlos, beneficiosos si han hecho actividad física. También se comercializan mantas térmicas que reducen su temperatura y unos snacks, que además,se pueden hacer en casa, y sirven para que el animal no pierda líquido.

El estrés térmico también afecta a las granjas

El calor influye directamente en la productividad y el bienestar animal, las altas temperaturas se suman a la escasez de lluvia, lo que perjudica a los pastos y afecta al metabolismo y comportamiento de los animales. Esto puede dar lugar a pérdidas económicas importantes en las explotaciones. El estrés térmico repercute tanto en vacas como en cerdos o gallinas, “baja la producción de leche o huevos y altera su sistema imunológico, lo que propicia la aparición de infecciónes”, resalta el veterinario Germán Quintana.

Dichos efectos tienen su repercusión en los humanos, pues los hospitalizados por intoxicaciones alimentarias ocasionadas por alguna bacteria aumentan un 12% por cada grado que la temperatura suba de 34, según una investigación del ISCIII. En las granjas es muy habitual emplear sistemas de regulación térmica. La ventilación es lo más importante. Una temperatura alta y una humedad por encima del 80% pueden suponer un peligro.

Entre las medidas destacadas está: enterrar las tuberías para evitar que el agua salga muy caliente, crear charcas naturales que permitan a los animales regular su temperatura corporal de manera natural o aportar los alimentos al final de la tarde. Quintana recuerda que es importante seleccionar las razas que estén habituadas a estas condiciones climáticas. El control es la medida más eficaz para evitar que el animal sufra un golpe de calor.

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