Banco de Alimentos

De jueza en Venezuela a pedir comida en Valencia: "La tarjeta monedero significa poder comer carne y pescado"

El Banco de Alimentos de València reparte tarjetas de 50 y de 25 euros a las familias en función del número de miembros

Aseguran que cada día se inscriben una veintena de familias y que la lista de espera de la entidad ya supera las 500

Reparto de tarjetas mondero, ayer en Mestalla

Reparto de tarjetas mondero, ayer en Mestalla / GERMÁN CABALLERO

Mónica Ros

El pescado y el marisco son alimentos recomendados para las personas con diabetes, como Nereida González, una mujer de 60 años que ayer hacía cola en el estadio de Mestalla para el reparto del Banco de Alimentos de València. Sin embargo, el bolsillo de Nereida no puede soportar los productos que los médicos recomiendan para su enfermedad. Por ello, la mujer aplaude la tarjeta monedero que está a punto de entregarle el Banco de Alimentos y que le permitirá elegir qué comprar en el supermercado que le toque entre Mercadona, Consum y el Corte Inglés.

El Banco de Alimentos continuaba ayer el reparto en Mestalla de las 10.000 tarjetas monedero que ha conseguido gracias a la Gran Colecta del 2023 y que implica la entrega de 25, 50 y 75 euros a familias vulnerables. Si la unidad familiar es de una o dos personas la cuantía es de 25 euros. A las familias formadas por entre 3 y 6 personas, se les entrega una tarjeta de 50 euros y a aquellas que superan los 8 miembros se les entregan 75 euros mediante dos tarjetas (una de 50 y otra de 25 euros). Tras la jornada de ayer a la entidad le faltan por repartir unas 2.300 tarjetas de la colecta del año pasado.

"La tarjeta monedero me parece muy bien porque, en mi caso, al ser diabética no puedo comer muchos productos que se entregan en los repartos. Pero vivo con mi hijo y él si puede comer de todo, así que en casa no sobra nada. La tarjeta monedero implica que podamos comer carne y pescado, esa es la realidad", explica Nereida. La mujer tiene 60 años, es economista y abogada, y lleva dos años en València, como solicitante de asilo tras vender todas sus pertenencias en VenezuelaAllí tenía un nivel de vida muy altoAquí hace cola en el reparto de alimentos. "Era Magistrada de la Corte, en mi país. El detonante para irme de mi país fue el asesinato de mi hermano, que era periodista. Vi que estábamos en serio peligro así que lo vendí todo y vinimos para acá. Valoro mucho la seguridad que siento aquí pero lamento no encontrar trabajo. Aquí soy una vieja, con 60 años, y nadie valora mis conocimientos porque solo puedo cuidar abuelitos y sin contrato", explica la mujer. A su lado, su hijo Jinmy Naranjo, licenciado en publicidad, trabaja de auxiliar de cocina en un restaurante. Este es su primer empleo "con contrato" desde que llegó a València. Y apenas llega para pagar los 750 euros que pagan por el alquiler de un piso de dos habitaciones. "Pagamos 375 euros por cada habitación así que al final cada mes son 750 euros. Nos costó bastante encontrar casa porque la gente es temerosa de alquilar vivienda a inmigrantes y mira, nuestro casero está encantado. Somos pagadores, limpios y no damos problemas", explican. Los problemas los tiene ellos, pero para pagar alquiler, suministros, comida y gastos. Así que la mujer hace y vende manualidades. Y así, la madre y el hijo, que fueron de "clase alta" en Venezuela, esperan el reparto de alimentos en València.

Reparto de alimentos, ayer

Reparto de alimentos, ayer / Reparto de alimentos, ayer

Desde el Banco de Alimentos explican cómo funciona el reparto de las tarjetas y de los productos que se entregan y ponen el foco en las nuevas atenciones que llegan cada día. "Ya tenemos unas 500 personas en lista de espera porque cada día llegan, aquí y en la sede de la Pobla de Vallbona, nuevas personas que necesitan ayuda", explica el presidente del Banco de Alimentos, Jaime Serra, mientras muestra la cola de las personas que buscan apuntarse al reparto como nuevos beneficiarios.

Allí, en esa cola para "nuevos beneficiarios" está Carolina. Es de Ecuador, tiene 27 años y una niña de 4. Su marido no tiene ni trabajo ni documentación que le permita trabajar de forma legal. Ella, su marido y su hija viven en una habitación por la que pagan 300 euros de alquiler gracias a la ayuda de los padres de Carolina, así que la joven hace cola para, al menos, no tener que pedirles más dinero para poder comer. "Unas amigas me dijeron que aquí reparten alimentos y me he acercado para ver qué documentación necesito presentar porque estamos pasando muchos apuros", explica la joven.

El Banco de Alimentos asegura que no parará de trabajar en aras de las familias más vulnerables. Por ello, agradece la solidaridad de las empresas y de la sociedad valenciana con la entidad y la de los voluntarios que hacen realidad "un reparto que siempre se queda corto porque la necesidad es inmensa y va a más".