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Judíos en España: entre la indignación y el miedo

La comunidad, formada por unas 70.000 personas, vive tiempos de zozobra y no entiende que el Gobierno reconozca ahora el Estado palestino

Deploran el sufrimiento de civiles de Gaza pero justifican una operación militar que ven necesaria para garantizar su supervivencia como pueblo

Miguel Iaffa explica algunas claves del judaísmo en la sinagoga de Barcelona.

Miguel Iaffa explica algunas claves del judaísmo en la sinagoga de Barcelona.

Daniel G. Sastre | Juan Fernández

"No es una decisión contra nadie", dijo Pedro Sánchez cuando, el pasado martes, leyó la histórica declaración de reconocimiento del Estado palestino. Pero lo cierto es que el anuncio del presidente del Gobierno ha provocado malestar en la comunidad judía en España, formada por unas 70.000 personas, según cálculos de la Federación de Comunidades Judías Españolas, y entre los 2.500 israelís que, según el Instituto Nacional de Estadística, viven en España. 

Los miembros de esos colectivos consultados por este diario consideran en su mayoría, al margen de sus orientaciones políticas y sus preferencias sobre la organización territorial que debería tener Oriente Próximo –muchos están a favor de la llamada "solución de los dos estados"–, que no era el momento de tomar esa decisión. Para todos, el trauma del ataque de Hamás del pasado 7 de octubre, que se saldó con más de 1.000 muertos y el secuestro de más de 200 personas que aún siguen cautivas, continúa muy vivo, y ese 'shock' condiciona el análisis que hacen de todo lo que ha ocurrido en los últimos ocho meses.

La guerra que se desarrolla desde entonces en Gaza ha provocado ya más de 36.000 muertos palestinos, según cifras que Israel no valida pero que la ONU da por buenas. Muchos deploran el sufrimiento del pueblo palestino, pero también manifiestan miedo –o al menos incomodidad– ante la reacción de buena parte de la comunidad internacional, que consideran injustamente inclinada hacia uno de los lados. "Si yo salgo a pie hacia mi oficina con una bandera palestina, no me pasará nada y llegaré feliz. Si lo hago con una bandera de Israel, es probable que tenga enfrentamientos físicos, y eso es intolerable", resume Elie Azancot, un empresario judío barcelonés de 54 años. "Tras el 11-S, nadie mostró pena por Bin Laden ni hubo protestas por la guerra de Afganistán. ¿Por qué ahora es diferente?", plantea Galit Amiel, israelí de 58 años de familia sefardí que trabaja desde hace 13 en el sector turístico en la Costa del Sol.

Sus voces contrastan con el discurso dominante que está instalado en la sociedad y los medios españoles, especialmente sensibles hacia la causa palestina, sobre todo a la luz de la ferocidad que ha alcanzado la guerra. Muchos ponen en duda las informaciones de muertes y destrucción que llegan de Gaza, pero todos justifican la necesidad de una operación militar del ejército israelí porque consideran que está en juego la supervivencia del propio pueblo judío. Viven a 3.500 kilómetros de Oriente Próximo, pero lo que ocurre allí está impactando en sus vidas en forma de preocupación por el destino de aquel territorio y por el "antisemitismo" que han visto surgir a su alrededor, y que jamás habían conocido en esta dimensión. "Lo más difícil va a ser borrar el odio hacia los judíos que ha brotado de repente en tantos sitios, advierten.

Elie Azancot: "Hay felicitaciones de los terroristas por algo que es puro maquillaje"

"El malestar es inmenso. Es una indignación absoluta, y provoca el desarraigo de los judíos", dice Elie Azancot, de 54 años, sobre el reconocimiento del Estado palestino por parte del Gobierno español. Las palabras de este corredor de seguros, presidente en España de la empresa Riskmedia, son compartidas, en mayor o menor grado, por casi todos los miembros de la comunidad judía entrevistados. Azancot piensa que no era el momento de hacer ese movimiento, que define de "desastre total", porque "premia la estrategia de la violencia y del asesinato de Hamás". Y también porque no tendrá efectos prácticos: "Es grave que se hayan recibido felicitaciones de los terroristas por una acción que en el fondo es puro maquillaje".

Muy crítico con el Gobierno español y con su política exterior, Azancot ve un "profundo antisemitismo" en la decisión de reconocer a Palestina. "Es increíble que partidos de extrema izquierda, porque no creo que al PSOE se le pueda definir hoy como de centroizquierda, simpaticen con regímenes contrarios a la libertad de las mujeres o del colectivo LGTBI", afirma. 

También es común entre los entrevistados vincular el 7 de octubre de 2023 con el Holocausto, salvando las distancias. "Lo recuerdo como uno de los peores días de mi vida. Para mi generación, que no vivió el Holocausto y salvando obviamente la magnitud de las cifras, fue como volver a los años 30", dice Azancot. Después sintió desamparo. "La empatía no duró ni 48 horas, noté la reacción adversa y agresiva del entorno, por ejemplo aquí en España". Y añade, en referencia a las manifestaciones a favor del pueblo palestino que empezaron a producirse cuando Israel empezó a bombardear Gaza: "Esos escraches me recordaron también a los años 30 en Alemania. Volvíamos a una situación en la que ser judío era algo que eventualmente había que ocultar". Él cree que la guerra contra Hamás "es una cuestión de seguridad nacional", y que "a la gente le falta ponerse en la situación de los israelís, empatizar".

Shiran Efraty: "Esta guerra es necesaria porque se trata de nuestra supervivencia como pueblo"

La tierra situada a ambos lados de la frontera entre Israel y Gaza es desde hace ocho meses sinónimo de muerte y destrucción. Sin embargo, en ese espacio hoy arrasado y combustible se dedicó durante años Shiran Efraty a crear vida y esperanza. Creció en una localidad israelí situada a 40 kilómetros de la frontera, es matrona de profesión, y se recuerda cruzando a menudo el paso fronterizo en ambulancia para llevar a mujeres gazatíes a dar a luz en hospitales de Israel cuando del otro lado avisaban de partos complicados.

Por eso, y porque su familia sigue viviendo allí y tiene conocidos entre las víctimas del atentado y los secuestrados, aún no se ha recuperado del shock que le causó el ataque de Hamás. "Personalmente, fue el peor día de mi vida. Para los israelís, fue un trauma que tardaremos muchos años en superar, y que el mundo no ha logrado entender", asegura. 

El amor la trajo a España hace 15 años y aquí sigue. En 2009 se instaló junto a su marido español en Málaga pensando en trasladarse pronto a Israel, pero empezaron a llegar los hijos –ya tiene cuatro- y acabó dedicándose a traer al mundo a nuevos bebés en la Costa del Sol.

Su condición sanitaria le hace afrontar el conflicto que vive su país con una ambivalencia muy particular. "Si tengo delante a un niño palestino herido, sé que voy a hacer todo lo que esté en mi mano para salvarle, incluso si es hijo de un terrorista de Hamás", afirma categórica. Pero a renglón seguido reconoce: "Esta guerra es necesaria, aunque sea dolorosa, porque se trata de nuestra supervivencia como pueblo. Luchamos contra un grupo fanático que busca exterminarnos". 

Con un oído puesto en Israel y otro en España, a sus 43 años dice desconfiar de lo que aquí se cuenta sobre la operación militar israelí. "Serví dos años en el ejército y nunca me enseñaron a matar civiles. Tenemos protocolos, se avisa a la población, se persiguen objetivos terroristas. Pero esta es una guerra muy difícil, y no la hemos empezado nosotros", advierte. Su esperanza es que vuelvan pronto los rehenes. "Ese día, la sociedad israelí pedirá parar, pero hoy no podemos abandonar a los nuestros".

Ofer Laszewicki: "Los judíos están amedrentados, hay un ambiente hostil"

Los israelís progresistas que viven en España se han sentido incómodos en los últimos meses. Por un lado estaba la lealtad a su país y la furia contra los "monstruos" de Hamás; por otro, el enfado contra su propio gobierno. Eso al menos es lo que sintió el 7 de octubre Ofer Laszewicki. Este periodista de 35 años nació en Haifa y tiene pasaporte israelí, pero ha vivido prácticamente toda su vida en El Masnou (Barcelona), donde se instaló su familia. "Yo estaba en la playa e iba viendo las imágenes con una incredulidad máxima, y a la vez una gran indignación hacia nuestro gobierno y nuestro ejército, por sus malas decisiones. Fue un golpe terrible. Cuando vi el perfil de las víctimas entendí que alguien cercano a mi familia habría muerto o habría sido secuestrado, y así fue", afirma. Laszewicki añade, para concienciar acerca de la magnitud del ataque: "En porcentaje, es como si en España mataran a 8.000 personas en un atentado".

Nieto de supervivientes de Auschwitz y progresista declarado, está de acuerdo con que "a largo plazo" la solución de los dos Estados puede ser "la menos mala". Pero, como otros judíos residentes en España, piensa que el anuncio del reconocimiento del Estado palestino no será efectivo. "No va a tener efectos prácticos, no va a mejorar la vida de los palestinos de Gaza. Lo urgente son las soluciones a corto plazo que impliquen el fin de la guerra y la liberación de los rehenes", sostiene.

Laszewicki cree que "en términos generales" el reconocimiento de Palestina "no ha gustado" en la comunidad judía. "Desde el 7 de octubre, los judíos y los isreaelís están amedrentados, el ambiente es muy hostil. Y todo esto se entiende como movimientos que acaban arrinconándolos más, porque no se reconoce que los israelís están sufriendo también. Acaba generando más cerrazón, y en mi entorno hay sensación de incomprensión", asegura. Sin embargo, no cree que la decisión esté tomada desde el antisemitismo: "Me chirría, eso se usa a veces cínicamente por parte del Gobierno israelí. Yolanda Díaz [con su alusión al eslogan ‘desde el río hasta el mar’] no da muestras de antisemitismo, sino de profunda ignorancia y desconocimiento".

Galit Amiel: "Hamás ha conseguido que el mundo vuelva a odiar a los judíos"

Hace 13 años, la israelí Galit Amiel deshizo el camino que habían hecho sus antepasados 500 años atrás y se instaló en el sur de Andalucía. De origen sefardí, creció oyendo en casa cantos y cuentos en castellano antiguo, que su familia fue transmitiendo de generación en generación. Nunca ha entendido que aquel hito de nuestro pasado –la expulsión de los judíos– esté tan desdibujado en la historia que se enseña en las escuelas, pero lo que la tiene más sorprendida es la reacción de rechazo hacia los que profesan su fe religiosa que ha empezado a detectar en la sociedad y la política españolas a raíz de los atentados del 7 de octubre y de la guerra de Gaza. "Hamás ha conseguido que el mundo vuelva a odiarnos, y en España se nota especialmente", señala.

El pasado 12 de abril fue un día importante en su vida: tenía cita en la comisaría para sacarse el pasaporte –"ya soy oficialmente española", celebra-, pero cuando llegó, la agente que la atendió, le soltó: "¿Eres israelí? Menudo lío hay en tu país". Cuando la oyó, Galit, de 58 años, no lo dudó un segundo: "Me detuve a su lado y empecé a explicarle cosas de la realidad israelí que en España no se cuentan. Somos un pueblo de paz, los judíos no hacemos proselitismo de nuestra religión, queremos llevarnos bien con nuestros vecinos, pero hay quien quiere eliminarnos de la Tierra", se queja. 

Ese sentimiento de amenaza, que reconoce muy enraizado en la sociedad israelí, está presente en el diagnóstico que hace del conflicto que hoy se viven en Oriente Próximo. "Esta no es una guerra entre ejércitos, combatimos a terroristas que se esconden en escuelas, hospitales y mezquitas. El ejército israelí está intentado cazarlos con pinzas, pero es inevitable que haya bajas civiles. Los occidentales que critican esta operación militar desde sus casas no tienen presente quién empezó todo esto y lo que pasó el 7 de octubre. Tras el 11-S, nadie mostró pena por Bin Laden ni hubo protestas por la guerra de Afganistán. ¿Por qué ahora es diferente?", plantea esta empresaria dedicada al sector del turismo.

David Liberson: "Antisemitismo y genocidio son palabras muy grandes"

La vida de David Liberson está dedicada a la religión judía. Rabino de la organización Jabad en Barcelona –ortodoxa, la misma a la que se ha acercado en los últimos tiempos el presidente argentino, Javier Milei–, pero nacido en Argentina y criado en México, comparte con el resto de entrevistados que el anuncio del reconocimiento del Estado de Palestina ha provocado malestar entre la comunidad judía. "Yo usaría una palabra que he oído mucho a mi alrededor: desarraigo", dice.

Uno de los problemas del anuncio, según él, es el momento en el que llega. "Pedro Sánchez no se ha inventado nada, la idea de los dos Estados fue defendida en su momento por Shimon Peres e Isaac Rabin. Y, aunque pudiera funcionar, ¿es el momento de impulsarla? ¿Lleva ahora hacia la paz? No lo veo", asegura en conversación telefónica.

Como líder religioso de una comunidad que se reúne en el barrio de Les Corts de la capital catalana, Liberson vive como "rabino 24 horas al día y siete días a la semana", y por eso se declara "bastante apolítico". Pero sí afirma que, si bien "antisemitismo es una palabra muy grande" y no está seguro de que se pueda aplicar a la actitud del Gobierno español, también lo es "genocidio" cuyo uso, añade, "demuestra un enorme analfabetismo». "Soy nieto y bisnieto de personas que pasaron por los campos, pero no sé si utilizaría la palabra ‘antisemita’. Pero puedo decir que en estos siete meses [desde el ataque de Hamás del 7 de octubre] no he sentido ninguna empatía por parte de los gobiernos", asegura. Él ha vivido en primera línea el conflicto: "Llevo aquí más de 25 años, pero viví en Israel y tengo algunos hijos allí. Tengo un buen amigo con un hijo secuestrado. Le pregunto a Sánchez qué haría si él tuviera una hija secuestrada".

También se rebela cuando se le pregunta si está a favor de la guerra. "¿Quién puede estar a favor de una guerra? No estamos en una guerra. Estamos defendiendo la soberanía de un país en el que, en un día, han matado a mil personas. ¿Qué opinión habría si esto pasara en Catalunya o en España? No estoy a favor de ninguna guerra, pero sí de defenderme", subraya.

David Obadia: "Nos han puesto en una diana muy peligrosa"

Desde hace un mes y medio preside la Federación de Comunidades Judías Españolas, que agrupa a una veintena de asociaciones de todo el país y es la principal institución de este credo en España, pero su vínculo con la representación pública (no solo de este colectivo: también fue teniente de alcalde de su localidad, Torremolinos, por Ciudadanos) viene de muy atrás. Nació en Israel, donde sus padres emigraron desde Melilla en los años 60 por trabajo, pero la muerte de su madre en un accidente de tráfico le devolvió a la Ciudad Autónoma, donde creció al amparo de la sinagoga que había fundado su bisabuelo. Tras mudarse a la costa malagueña, siguió representando a comunidades judías y hoy es uno de los más veteranos de este colectivo. 

"El judío español es un españolito más, que paga sus impuestos como todos, sigue las costumbres del país y participa en la vida social, solo que tiene una religión diferente a la mayoría", explica. La aclaración viene a cuento del "señalamiento" que ha empezado a sentir a raíz del conflicto que se vive en Oriente Próximo. "Nos han puesto en una diana muy peligrosa y puede ocurrir una desgracia", advierte. En sus 62 años, jamás había visto la "ola de antisemitismo" que se ha desencadenado en los últimos meses, y que considera injusta, aparte de peligrosa. 

"Criticar la actuación del gobierno de Israel es legítimo, pero no se puede culpar a todos los judíos del mundo de lo que está pasando en Gaza, y es lo que está pasando", denuncia, y enumera casos de conocidos y amigos que han tenido que empezar a ocultar su credo por temor al reproche. "Son mensajes constantes. Comentarios en bares, en centros de estudio, pintadas en fachadas… Sin hablar de las barbaridades que se dicen en las redes sociales. ¿Buscan que nos vayamos de nuestro país? ¡Si somos tan españoles como el que más!", se queja. Se confiesa apesadumbrado por lo que está pasando en Oriente Próximo, pero su preocupación hoy va más allá. "Las guerras acaban, pero el odio es más difícil vencerlo", advierte.

María: "El Gobierno español no entiende el conflicto y es irresponsable"

En las palabras de María (nombre ficticio), que se mudó a Europa desde Israel poco antes del ataque de Hamás el 7 de octubre, los judíos y los israelís que viven en España "están muy nerviosos, muy inseguros", e incluso "piensan en si deben mudarse a otros lugares o al menos en cómo pueden ayudar a moderar ese odio contra Israel". Instalada en un pueblo interior de la provincia de Cádiz, se declara desencantada con el progresismo actual. 

"Siempre me consideré de izquierdas, pero la izquierda que hay ahora en el mundo me da vergüenza. Tampoco me gusta Netanyahu: no tiene una ideología, solo tiene intereses personales", dice. Ese desacuerdo con el gobierno del país en el que ha vivido la mayor parte de su vida –aunque nació en Argentina, se instaló en Israel a los cuatro años– fue lo que la llevó a salir de allí. Y también la sensación de que algo iba a ocurrir. "El 7 de octubre no me sorprendí, sabía que iba a venir algo así, por eso me fui de Israel. Fue un puñal en el estómago, y desde ese día estoy con la cabeza allí", asegura.

Sobre el reconocimiento del Estado palestino, opina, como casi todos los demás, sobre todo que no era el momento. "Yo no estoy en desacuerdo con que haya un Estado palestino, pero hacer el anuncio justo después de lo que ocurrió… Mi sensación es que el Gobierno español no entiende bien este conflicto y me parece irresponsable, habría que hacer un análisis más profundo". Y, también como casi todos, carga especialmente contra la vicepresidenta Yolanda Díaz: "Lo que dijo está fuera de lugar, no sé si es ignorancia o lo dijo conscientemente".

Pero tampoco es ajena al sufrimiento palestino: en varios momentos de la entrevista asegura que lo que está pasando en Gaza "es horrible". Es crítica con los gobiernos israelís y con las autoridades palestinas, porque "no se hizo lo suficiente como para llegar a convivir, y es evidente que nadie se va a ir de allí". "Netanyahu no hizo mucho para llegar a una solución en sus 15 años de gobierno, pero del otro lado tampoco se propusieron soluciones concretas, solo actos violentos", asegura.

Hernán Dobry: "La información que llega de Gaza está tergiversada"

Hace dos años emigró con su mujer y sus hijas desde Buenos Aires hasta Madrid, donde se han sentido bien acogidos desde el primer día, aunque aún no se ha recuperado de la sorpresa que le causó descubrir el reducido tamaño de la comunidad judía local. "Aquí, en el templo somos 30; en Buenos Aires éramos 500. Y solo hay uno; allí vivía rodeado de sinagogas", compara. Nació hace 49 años en el país que alberga la séptima mayor comunidad judía del mundo, sabe lo que es sufrir atentados terroristas en los centros donde solía ir a rezar y está acostumbrado a cruzar sus puertas esquivando bolardos anti coches-bomba. Sin embargo, lo que ha visto y palpado en los últimos meses en España no lo había vivido antes. 

"Guardias civiles con metralletas en la puerta de la sinagoga de Madrid, vigilancia reforzada en teatros madrileños donde actúan artistas judíos, hijos de amigos insultados en la universidad. He descubierto un antisemitismo con una virulencia que no había visto en mi vida", afirma.

Dobry es periodista económico y ha escrito media docena de libros sobre la historia de la comunidad judía argentina durante la dictadura militar. Se tiene por una persona bien informada y, apelando a esa condición, rechaza la información que circula en nuestro país sobre la guerra de Gaza, que considera "tergiversada y llenas de datos suministrados por una banda terrorista".

Pero lo que más le indigna es que este conflicto se haya convertido en objeto de refriega política. "La derecha, que siempre fue más antisemita, ahora defiende a los judíos. Sin embargo, la izquierda ha hecho bandera de la causa palestina y está haciendo crecer el antisemitismo".

Se declara partidario de la solución de los dos estados, pero advierte. "Deben ser estados responsables, no con el objetivo de aniquilar al otro, como pretende Hamás". Asume que este conflicto no se arreglará en el corto plazo, pero no pierde la esperanza. "¿Quién sabe? En Europa, del horror de la guerra nació la Unión Europea. Ojalá nuestros pueblos puedan vivir en paz algún día", suspira.

Hadas Harari: "Es una declaración a favor del terrorismo"

Para la empresaria Hadas Harari, que nació en Israel pero reside en Madrid desde hace 20 años, el reconocimiento de Palestina como Estado es "muy inoportuno", porque en su opinión es "una recompensa que se da a Hamás por sus actos del 7 de octubre". Va aún más lejos y califica el anuncio del pasado martes de Pedro Sánchez de "declaración a favor del terrorismo que no pensaba que ningún país democrático hiciera".

Ella esperaba un reconocimiento en ese sentido –que el Gobierno español coordinó con los de Noruega e Irlanda– en las últimas semanas; tras él, "de forma muy escondida", detecta un rastro de antisemitismo. Y dice para explicarlo: "No he visto a España involucrada de esta manera en la crisis que hay en Sudán, o en la guerra de Siria. ¿Por qué solo ahora en Israel se toma partido por un lado de manera tan clara?".

"Nací en Israel, mis padres nacieron en Israel, mis abuelos son del este de Europa. Como israelí de segunda generación, no había duda de que Israel existía ni de que iba a seguir existiendo, era seguro como que cada día sale el sol. Pero ese 7 de octubre, y mira que viví guerras, fue la primera vez que me entraron dudas, pensé que igual al día siguiente no salía el sol y yo no tenía un país a dónde volver", recuerda. 

Harari es muy crítica con el Gobierno español. Tanto, que verbaliza el temor de que pudieran "romperse las relaciones con Israel". Sobre todo, después de las palabras de Yolanda Díaz, que en su opinión "son tanto como no reconocer el derecho de los judíos a tener su país". Y, preguntada por las numerosas víctimas civiles que la intervención militar del gobierno de Netanyahu está provocando –la OMS da por bueno que son más de 35.000, aunque Israel lo cuestiona-, responde: "A mí me pareció que Israel no tenía otra opción que entrar en Gaza, y que está haciendo todo lo que está en sus manos para intentar disminuir los daños a civiles. A Israel le importa más la gente en Gaza que al propio Hamás. En la guerra muere gente inocente y es muy triste, pero no es una sala quirúrgica".

Haim Casas: "Hamás tiene secuestrados a los gazatíes"

Haim Casas es una 'rara avis' orgulloso de serlo. Nació en Córdoba hace 42 años en el seno de una familia cristiana, pero los largos paseos que de niño daba con su abuelo por la judería de su ciudad despertaron en él la curiosidad por la cultura judaica. Tras estudiar los libros sagrados, se convirtió al judaísmo, se bautizó, y se ordenó rabino en la comunidad judía de Londres. Ha servido en Suiza, Francia y su último destino como guía espiritual ha sido una sinagoga de Toulouse. Ahora ejerce en su ciudad natal. Presume de ser "el primer rabino de Córdoba en 500 años", pero advierte: "Soy un judío converso, y a mucha honra. Hay quienes miran con desprecio a los conversos. Yo estoy orgulloso de ser un judío sin pedigrí". 

Esa condición heterodoxa le permite compartir el diagnóstico de la mayoría de la comunidad judía española sobre la situación de Oriente Próximo, especialmente sensible a la causa israelí, pero también reconocer sus debilidades. "Hace tiempo que no hablo con mis amigos sobre Israel, porque es un diálogo de sordos. Es humano sentir más el dolor propio que el ajeno, pero me preocupa tanta dificultad para conectar con el dolor del que está enfrente", dice, y cita a Hannah Arendt: "Cuando un pueblo pierde la empatía, está a un paso de caer en la barbarie”. 

A él sí le duele el dolor de los palestinos, pero está convencido de que sus principales enemigos no son los israelíes, sino sus propios líderes. "Sobre todo en Gaza. Hamás no solo tiene rehenes judíos desde el 7 de octubre. También tiene secuestrado al pueblo gazatí desde hace mucho tiempo. Y sus vidas no van a cambiar hasta que se liberen", señala.

Estudioso de la palabra de Dios, se rebela contra el mal uso que últimamente ve de algunos términos. "Llamar genocidio a la operación del ejército israelí es ofender a los pueblos que sí que lo sufrieron". De igual modo, advierte: "No podemos llamar antisemitismo a toda crítica que se vierta contra Israel o los judíos, porque eso construye un muro que nos separa para siempre del resto del mundo".

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