Historia

La incógnita de un documento gallego del siglo XI: ¿una boda entre dos hombres en el Ourense medieval?

Un documento conservado en Celanova podría apoyar la hipótesis según la cual ya en el año 1061 se reconocían uniones homosexuales

Ilustración de dos parejas masculinas besándose en uno de los Codex Vindobonensis.

Ilustración de dos parejas masculinas besándose en uno de los Codex Vindobonensis. / BIBLIOTECA NACIONAL DE AUSTRIA

Rafa López

¿Podría un documento ourensano del siglo XI haber reconocido la unión marital entre dos hombres? Esta cuestión es objeto de un artículo que acaba de publicar el catedrático de Historia Medieval de la Universidad de Santiago de Compostela (USC) José Miguel Andrade. En él comenta el documento por el que dos amigos, Pedro Díaz y Munio Vandilaz, suscribieron en 1061 un acuerdo legal por el cual se comprometían a compartir la gestión de la casa e iglesia de Santa María de Ordes, probablemente la actual parroquia homónima del municipio ourensano de Rairiz de Veiga. Pero, ¿ese documento legal implicaba algo más?

En el artículo, publicado en el portal de divulgación académica 'The Conversation', bajo el título “¿Una boda entre dos hombres en el Ourense del siglo XI?”, se comenta el documento que se conserva en el cartulario del monasterio del Salvador de Celanova, “uno de los más importantes del mundo hispánico en la Alta Edad Media”, explica Andrade. Según este experto, era habitual que dos laicos no emparentados decidieran qué hacer con bienes eclesiásticos, como iglesias y monasterios, que solían ser propiedad de familias acomodadas. El expediente enumera las funciones que debían compartir, como atender a los huéspedes, vestir a los siervos dependientes y cultivar las tierras y huertos. Se especifica que ambos tienen los mismos derechos a la comida, bebida y vestimenta. Pero, además, se precisa que todo deben hacerlo como “buenos amigos, llenos de fidelidad y de verdad”, y para siempre.

Según el catedrático de la USC, esto era “poco habitual” en la época, pero “no insólito”, ya que el texto es un ejemplo de “‘fraternidad artificial’”, una fórmula legal rastreable por buena parte del mundo de la Europa de la Alta Edad Media”. “Fueron estas expresiones emocionales, que podríamos pensar que van más allá del mero formulismo documental, las que han llevado a algunos historiadores a ver en este pacto algo más que un nuevo ejemplo de esta fraternidad artificial”, expone el investigador.

El documento fue citado por el medievalista norteamericano John Boswell (1947-1994) en su obra “Las bodas de la semejanza”, sobre las uniones entre personas del mismo sexo desde la Antigüedad clásica hasta la Edad Media. Según la hipótesis de Boswell, autor también de "Cristianismo, tolerancia social y homosexualidad", el texto conservado en Celanova “encubría una unión de tipo afectiva y marital entre dos varones”.

También el historiador granadino Eduardo de Hinojosa (1852-1919) lo comentó como un ejemplo de “fraternidad artificial”, pero no lo interpretó igual que Boswell, ya que “la época en la que escribió este historiador y los estándares mentales y culturales de la misma no eran los más propicios para adentrarse en una historia de sentimientos, sexo u homosexualidad”, argumenta José Miguel Andrade.

Sí adoptó la interpretación de Boswell el filólogo e historiador gallego Carlos Callón, cuya obra 'Amigos e sodomitas' (ed. Sotelo Blanco, 2011) se apoya en este documento para defender “la existencia, en la Edad Media, de relaciones afectivas entre personas del mismo sexo, consentidas y reconocidas públicamente”, recuerda el catedrático de Historia Medieval de la USC.

¿Podría ser este documento un ejemplo de un reconocimiento medieval a la unión de dos hombres? José Miguel Andrade deja abierta esta pregunta y no ofrece una respuesta concluyente, ya que “no es fácil la tarea de interpretar el documento original”, matiza. Pero sí deja clara la idea de que “la Edad Media dista mucho de ser la época oscura, retrógrada y salvaje que algunos siguen imaginando”. “Es importante recordar que en estos siglos centrales del medievo surge hasta una literatura homoerótica que nos habla de una cierta permisividad y reconocimiento de las relaciones afectivas y sexuales entre personas del mismo sexo”, subraya José Miguel Andrade en la conclusión de su artículo para “The Conversation”.

En este sentido, remite a otro texto en el mismo portal, titulado “Por qué la Edad Media tiene tan mala fama”, y escrito por Eduardo Baura García, doctor en Humanidades y profesor de Historia Contemporánea y Educación en la Universidad CEU San Pablo. Baura señala al poeta y humanista italiano Francesco Petrarca (1304-1374) como “creador de la 'fake news' de una Edad Media oscura”, y que habría propiciado un rosario de tópicos sobre este periodo histórico. En su libro “Aetates mundi sunt...” (ed. La Ergástula), este historiador señala que el motivo del desprecio de Petrarca hacia la Edad Media provenía de su anhelo hacia la Roma antigua, cuya decadencia habría iniciado, según su visión, una época de tinieblas y corrupción política, religiosa y cultural.

En cualquier caso, para conocer con datos precisos la historia es recomendable fiarse de los investigadores y no de las películas de Hollywood.

El precedente gallego del matrimonio homosexual

El caso de Pedro Díaz y Munio Vandilaz remite, aunque con más de och8 siglos de diferencia, al de las también gallegas Marcela Gracia Ibeas y Elisa Sánchez Loriga, dos mujeres que en 1901 protagonizaron el primer matrimonio homosexual registrado en España, aunque muy 'sui generis'.

Para lograrlo, Elisa adoptó una identidad masculina y figuró como Mario Sánchez en el acta de matrimonio por la Iglesia en la parroquia de San Jorge de A Coruña. Pero el “matrimonio sin hombre”, como lo definió la prensa de la época, llegó a oídos de las autoridades civiles y eclesiásticas, y la pareja tuvo que huir. La historia la narró Isabel Coixet en su película “Elisa y Marcela” (2019).