Sociedad y política

La década de los gurús de la política

La aceleración de la actualidad desde la ruptura del bipartidismo, en 2014, ha provocado la consolidación de una industria auxiliar de consultores, encuestas y tertulias que continúa en auge, en paralelo a la "madurez" de la Ciencia Política

Antonio Ferreras y Ana Pastor

Antonio Ferreras y Ana Pastor / Redacción

José Luis García Nieves

"España fabrica más política de la que puede consumir". La frase, atribuida a un diplomático extranjero, la puso en circulación hace un tiempo el periodista Enric Juliana. Y puede que algo de razón tenga. Y no solo por las elecciones de hoy, la sexta cita en un año. Desde hace una década, coincidiendo con la crisis de representación tras el cataclismo económico, España vive una inflación de política. Los ciudadanos se encuentra atrapados en una paradoja: cuanto mayor es el aparente hartazgo con los partidos, mayor es la mercancía política en circulación, y más amplia la conversación pública, marcada a menudo por el ruido y la furia. Según un estudio reciente del CIS, el 59 % de los ciudadanos están muy o bastante interesados en los asuntos públicos. La política como género parece vivir una edad de oro sin fin que se manifiesta en diferentes escenarios.

Pablo Simón, profesor de Ciencia Política de la Carlos III

Pablo Simón, profesor de Ciencia Política de la Carlos III / PILAR CORTÉS

La calle: una sociedad más politizada

Al principio, está la demanda. “Efectivamente hay un incremento del interés político en España, fundamentalmente desde 2011 hasta aquí, muy intenso, pero desde la pandemia ha retrocedido otra vez”, explica Pablo Simón, profesor de ciencia política en la Universidad Carlos III de Madrid y uno de los rostros más conocidos del colectivo por su presencia mediática. En su opinión, ese aumento de demanda bebe de dos contextos, el nacional y el global. “Ha habido, de un lado, un cambio ligado a una situación endógena: ruptura de partidos, gobiernos de coalición, mociones de censura, reclamaciones de independencia… Son cosas que no nos habían pasado antes y generan más interés y más atención del público. Pero también estamos en un tiempo inestable a nivel global. Nos preocupan las elecciones americanas, hay un brexit, la extrema derecha en auge en muchos países… La atención del público es más intensa que en tiempos con mayor estabilidad general. España ha tendido a acompasarse con democracias de nuestro entorno. Y ya somos una democracia madura, tenemos más de 40 años. No nos pasan cosas muy distintas a lo que ocurre en muchos países”, señala el politólogo.

Coincide Blanca Nicasio, profesora de Ciencia Política de la Universidad CEU Cardenal Herrera de la Comunidad Valenciana: “Venimos de unos años de politización del espacio público: la crisis económica deriva en crisis política, social y cultural, que fomenta una mayor demanda para entender fenómenos, causas, efectos. Además, la ruptura del sistema de partidos, los nuevos liderazgos, los nuevos discursos… La política se abre con el 15M. Hay más demanda y es una oportunidad para los politólogos, para mostrar a la ciudadanía su área de conocimiento. Y los medios también tienen interés en hablar de lo que pasa. Este boom va vinculado a ese proceso de politización del espacio publico. Hasta dónde va a llegar no lo podemos saber”.

Debate televisivo en las pasada generales

Debate televisivo en las pasada generales / EFE

El plató: la política muta en espectáculo

En un determinado momento, el mercado de oferta prestó atención a la demanda, y ahí se produce “el salto a la espectacularización, a convertirlo en producto de consumo, una cierta burbuja de la política”, opina la socióloga y profesora de la Universidad de Valencia, Aída Vizcaíno. “Es una política muy de inmediatez y de consumo, porque no hay un mayor interés social en la reflexión o en los grandes conceptos, sino mayor consumo de la actualidad. Lo que vemos en televisión es una política más testosterónica, alimentada por la adrenalina de la inmediatez, y la política es una fuente de producción constante de información inmediata. Todo eso unido a la inestabilidad, a la cuestión emocional y la incertidumbre de futuro, genera la situación que tenemos”, señala sobre el actual momento mediático. Es un fenómeno esencialmente madrileño, donde operan la mayoría de grupos mediáticos y empresas ligadas a este sector. Y ha seguido creciendo. En el debate de política general de 2022, por citar un ejemplo, se acreditaron casi 400 periodistas. Son cifras de espectáculo deportivo. 

Antonio García Ferreras y Ana Pastor, de La Sexta

Antonio García Ferreras y Ana Pastor, de La Sexta / LEVANTE-EMV

En efecto, basta con encender la tele. De las 25 emisiones televisivas más vistas en abril, menos la Final de Copa y ‘Tu cara me suena’, todas eran informativos. Cada día, entre semana, 5,2 millones de espectadores ven un noticiero. De la mañana a la noche, en teles públicas y privadas, las tertulias políticas llevan una década salpicando la parrilla. Como símbolo de la espectacularización, La Sexta emite cada día cerca de 10 horas de programación política, sin contar los programas específicos de la noche del fin de semana. “Hubo un gran momento de eclosión, de analistas políticos, de programas políticos durante la emergencia de los nuevos partidos. Coincide con un formato relativamente nuevo en España que es el ‘infotainment’. En paralelo, hemos tenido muchos comicios, muy seguidos”, apunta Pablo Simón, habitual de estos espacios. 

Hay un dato que conviene no perder de vista: es barato llenar horas de programación con bustos parlantes. Más barato que producir otros contenidos. La década de oro de la política ha creado un colegio de tertulianos. Y la peonada tampoco está por las nubes, reconocen las fuentes consultados. Desde la crisis de las televisiones, la participación esporádica ronda los 300 euros. Depende, en cualquier caso, de si el medio es público o privado, o de si el tertuliano tiene contrato blindado con su grupo mediático, con cantidades fijas. En época de Francisco Camps, los comentaristas que venían de Madrid a participar en los programas de Canal 9 tenían una retribución de unos 800 euros, al margen del transporte y el hotel. Otros tiempos.

La industria: los nuevos gurús de la consultoría y las encuestas

España fabrica más política de la que puede consumir y esa materia prima necesita de una industria de procesamiento. Este auge de la política, podría decirse, ha creado un complejo político industrial en diferentes disciplinas. Verónica Fumanal, consultora política y expresidenta de la Asociación de Comunicación Política (Acop), señala: “Comunicación y política ya son dos caras de la misma moneda. Es inevitable que se profesionalice cada vez más el sector porque la competencia es mucho mas dura. No solo entre propios políticos sino la que un político tiene con todos los impactos a nivel audiovisual”. En este contexto, la consultoría “es un sector en alza”, que cada vez tendrá mayor impacto, vaticina. “Cualquier alcalde de ciudad media necesita un asesor en comunicación, que ya no es un jefe de prensa, eso es solo una parte. En Acop hemos visto que el sector se ha ampliado muchísimo. Antes, estos servicios se utilizaban más por grandes partidos a nivel nacional y ahora todo el mundo tiene asesores en comunicación. Hay multitud de másters en comunicación política. A nivel local es uno de los nichos de negocios mas importante. La comunicación forma parte de la misma acción política”.

Verónica Fumanal, experta en comunicación política

Verónica Fumanal, experta en comunicación política / FERNANDO BUSTAMANTE

El consultor, el estratega, es una figura que ha adquirido prestigio, casi mítico en algunos casos, pero no es la única industria que ha prosperado. Esta es también la era de las encuestas, los gurús que predicen el futuro y susurran a los políticos. “Todos los medios quieren tener una casa afiliada porque eso permite generar noticias, intentar condicionar a la opinión pública y coincide con un cierto abaratamiento en la elaboración de las encuestas”, explica Pablo Simón. Durante los últimos días antes de las últimas elecciones generales, hace ahora un año, se publicaron en España más de un centenar de encuestas. Algunos días hasta seis.

Además de la presión de los medios, desde el ámbito académico se apunta a factores como que los investigadores (otro sector al alza) cada vez piden más datos. No solo nacen nuevas empresas demoscópicas locales; se está produciendo el desembarco de otras casas de encuestas internacionales, con filiales en España. Es el caso de la británica YouGov, o hace escasos días el anuncio del aterrizaje de la francesa Cluster17. Fuentes del sector reconocen además esa rebaja de costes. Hoy, por 6.000 euros, explica un cliente del sector, se puede tener un panel on line que permita seguir generando información. “Lo normal es que una buena encuesta te cueste, para la C. Valenciana con 5 millones de personas, unos 16.000 euros. Si le añades análisis cualitativo, con sociólogo y dos focus group, por ejemplo, ya son unos 30.000 euros”, añaden desde un partido político.

La cultura: de Netflix a las librerías

El negocio de la cultura también es un reflejo del auge global de la política. Basta ver el catálogo de las plataformas audiovisuales desde hace un tiempo: Borgen, Baron Noir, The Parliament, Vota Juan, Juego de Tronos, El Reino, House of Cards, Bodyguard, Sucesor Designado, Succession, The Politician, Marseille, La ciudad secreta, Intimidad, El vicio del poder, El instante más oscuro… además de un listado inabarcable de documentales. El poder y la política, temas universales, ocupan los espacios de ficción audiovisual. Algo similar ha ocurrido con el negocio editorial, con un bombardeo constante de novedades en torno al momento político nacional y global: desde las más académicas a las divulgativas o las orientadas a la comunicación política, además de las memorias, de regreso desde hace años. El ensayo es un género en auge. “Hay un incremento de publicaciones en torno a la política. Muchas novedades giran en torno a la banalización o la radicalización de la política”, constata Juan Pedro Font de Mora, presidente del Gremi de Llibrers, que, sin embargo, añade: "Sinceramente, creo que la mayoría de clientes lo que buscan es evadirse de la política. [...] Se publica mucho en España, pero en la última feria del libro en ningún momento hubo un ensayo en la lista de más vendidos".

La academia: La madurez de la ciencia política

Más allá del consumo acelerado y la consolidación de una ‘industria auxiliar’, la ciencia política, su dimensión académica, también ha vivido un salto en España. Por el lado de la oferta y de la demanda. Hace diez años, por ejemplo, la UV se situó como el centro con mayor nota de acceso. La emergencia de Podemos, una formación dirigida por politólogos, se entiende como un factor decisivo para el mayor protagonismo de los estudios de Ciencia Política. “El boom de la ciencia política y el aumento de la demanda del alumnado llega con la crisis y Podemos. Pasamos de ser muy pocos a ser clases de 40 o 50 personas, que está muy bien aun siendo una titulación pequeña”, señala la socióloga Aida Vizcaíno. Una década después, la ciencia política sigue despertando interés. Desde la crisis de 2011, se han matriculado en los diferentes grados de Políticas unos 1.500 alumnos. Cada año se preinscriben como primera opción en torno a 90 alumnos. El récord, 106, fue precisamente en 2014, el año de la explosión de Podemos.

Pero los estudios han mutado. La mayor demanda se ha desplazado hacia los dobles grados, en busca de mayores garantías de futuro laboral. “El doble grado de Derecho-Políticas no tiene nada que envidiar, en cuanto al nivel del alumnado, a la Pompeu Fabra o la Carlos III”, señala Carlos García-Rivero, catedrático de Ciencia Política y coordinador del grado de la UV. La oferta ha ido mutando. En estos momentos, además del grado de Políticas, en la UV se imparte el de Políticas-Sociología, el de Derecho-Políticas (la joya de la corona), y se está diseñando un nuevo doble grado de Políticas-Relaciones Internacionales.

Estudiantes de la UCH-CEU de Políticas, en una imagen reciente

Estudiantes de la UCH-CEU de Políticas, en una imagen reciente / GERMÁN CABALLERO

Algo similar ocurre en la Universidad CEU Cardenal Herrera de la Comunidad Valenciana. Desde hace años, el número de alumnos crece a un ritmo de en torno a un 10 %. En estos momentos, unos 130 alumnos estudian Ciencia Política en ese campus. “Sobre todo se interesan en el doble grado: Derecho y Políticas es el que más alumnos tiene, seguido de Periodismo y Ciencias Políticas. Y el interés que despunta en los últimos años es Ciencias Políticas y Dirección de Empresas. Son alumnos que buscan un enfoque internacional a su formación, abriéndose la vía del sector público y privado”, coincide Blanca Nicasio.

¿Se ha consolidado la Ciencia Política en España? “Se han abierto más centros que nunca, en más lugares en los que Ciencia Política era un complemento deudor de Derecho, se ha ido emancipando, con departamentos más internacionalizados, más centros de investigación, más profesionales que se dedican a la docencia y sus propios proyectos… Hay una progresiva madurez”, constata Pablo Simón, de la Carlos III. “La madurez de la disciplina se ve en las publicaciones”, añade García-Rivero. “Cada vez es más común ver nombres de investigadores españoles en las mejores revistas del mundo, cosa que era menos frecuente hace 25 ó 30 años. La presencia en los mejores congresos del mundo es algo normal hoy por hoy y hay algún centro que está al mejor nivel internacional como la Pompeu Fabra, e investigadores punteros como Eva Anduiza, Ignacio Lago, Xavier Coller, Ignacio Sánchez Cuenca, Pedro Riera o Mariano Torcal, por citar algunos, aunque hay bastantes más que ponen habitualmente sus nombres en las mejores revistas del mundo. Las nuevas generaciones también vienen pegando fuerte manteniendo ese nivel”, concluye el catedrático de la UV.

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