Olas de calor

Ansiedad, fatiga e irritabilidad: las consecuencias de las olas de calor

Las altas temperaturas provocan entre la población, sobre todo entre los más pequeños y la tercera edad, problemas de socialización y de sueño, tristeza o cansancio

Varias personas descansan en la playa durante un episodio de ola de calor.

Varias personas descansan en la playa durante un episodio de ola de calor. / Marc Asensio Clupes

Saray Fajardo

En unos quince días, la Comunidad Valenciana se ha enfrentado a cuatro olas de calor consecutivas. Aunque las altas temperaturas son características durante los meses de verano, a lo largo de los últimos años parece que el calor aprieta todavía más. Sin duda, esta situación afecta a la salud física y emocional de los ciudadanos y ciudadanas. Cansancio, fatiga, irritabilidad o ansiedad son sólo algunas de las consecuencias que comportan estas olas de calor entre la población.

«Nos sentimos más tristes, no queremos socializar ni hacer planes y nos cuesta seguir la misma rutina que realizábamos en invierno», reconoce la psicóloga valenciana Begoña Albalat. Sin duda, esta situación, que acompaña a la población durante gran parte del día, comporta que esta deba modificar sus hábitos diarios para adaptarse a esta situación, que parece que nos va a acompañar durante varias semanas. La psicóloga Laura Fuster añade que «las altas temperaturas tienen un gran impacto en la salud mental».

Durante esta época, el insomnio aparece en la mayoría de hogares. Ni la ventilación ni el aire acondicionado ni el hecho de abrir las ventanas comportan que la situación mejore. «Dormimos peor y, por eso, estamos más agotados y con menos ganar de hacer cosas, por lo que aparece la fatiga», reconoce Albalat. Por ello, en palabras de Fuster, «nos cuesta realizar actividades que antes nos gustaban y nos aportaban energía positiva, por lo que se acentúa la tristeza». Esto también se observa en las consultas, donde los pacientes aparecen con «más cansancio físico y mental», lo cual supone, «menos concentración y atención» y, por consiguiente, afecta a la salud mental.

Ecoansiedad

Por otra parte, las olas de calor también provocan ansiedad en gran parte de la población. Esta se incrementa todavía más en aquellos sectores que ya sufrían esta enfermedad anteriormente. Sin embargo, en ocasiones, la ciudadanía confunde los síntomas del calor con los propios de esta enfermedad. «Hay que ser conscientes y saber diferenciar la ansiedad del calor, ya que muchas veces los relacionamos», afirma Albalat. Además, en algunos casos, la ciudadanía relaciona estas elevadas temperaturas con el cambio climático, lo cual genera ecoansiedad. «No debemos ser derrotistas y sería conveniente evitar este tipo de conversaciones para no mantener el foco siempre en lo mismo», reconoce Albalat.

Preocupación

Sin duda, todas estos cambios anímicos preocupan en gran medida a la sociedad. «El calor nos provoca una incomodidad física, por lo que nos sentimos más irritables», explican las expertas.

Sin embargo, esta situación no afecta a todo el mundo de la misma manera. En palabras de Fuster, «los sectores de la población más afectados son los que ya sufrían problemas emocionales previos, que se acentúan más durante estas semanas». Por otra parte, el calor afecta más a los bebés, niños pequeños y gente mayor. Por ello, aconsejan no ser «exigentes» con uno mismo y tener en cuenta las consecuencias que genera el calor en nuestro cuerpo y nuestro estado de ánimo.

«Hay que ser conscientes de que esto se debe a un factor externo, que no podemos controlar, por lo que debemos ser más compasivos e intentar que el calor interfiera de la menor manera posible en nuestra vida diaria», recomiendan. Además, piden a la población que tenga en cuenta la hidratación, buscar lugares con sombra o cambiar las horas en las que se realizan las actividades. «No hay que dejar de hacer ejercicio, pero hay que intentar hacerlo a primera hora de la mañana, ya que la temperatura es más baja. Es importante evitar las franjas centrales del día y no frustrarnos si estamos más cansados o desconcentrados», explica Fuster. En este sentido, Albalat concluye que «debemos intentar adaptarnos porque la situación se repetirá durante los próximos veranos». 

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