Vinicius, ángel blanco y diablo rival

En Pamplona fue el mejor del Real Madrid, pero la magia que adorna su fútbol entró en colisión con sus desaires hacia todo lo que le rodea

Insultó al árbitro, que debió expulsarlo si lo oye, y fue la grada la que anticipó los insultos ante los que no se arrugó con una actitud desafiante

Osasuna - Real Madrid | Las ocasiones de Vinicius

Vinicius tuvo dos ocasiones claras durante el partido ante Osasuna / LALIGA

Alejandro Alcázar

Alejandro Alcázar

Para bien o para mal Vinicius no deja indiferente a nadie. El brasileño volvió a ser protagonista en Pamplona por su fútbol y por su intrincada personalidad. “Su partido ha sido extraordinario”, resumía Ancelotti al final del encuentro por lo que hizo sobre el terreno de juego, mientras volvía a ser la diana de la afición pamplonica por sus enredos en el campo y esa actitud disoluta, que dispara la animadversión del respetable contra su persona. En esta ocasión fue la grada rojilla la que inició el contencioso con un grito vergonzante en mitad del minuto de silencio en recuerdo a las víctimas del terremoto de Turquía y Sirio, que un impresentable interrumpió para gritar sin venir a cuento “Vinicius hijo de p…”.

El brasileño volvió a ver una tarjeta amarilla por un rifi-rafe con un rival, en este caso con Moi Gómez, la sexta que ve en la Liga esta temporada. Venía de descansar ante el Elche precisamente por cumplir ciclo de cartulinas. Unas mini vacaciones que, futbolísticamente, le han venido muy bien después de ser el jugador madridista que más minutos y partidos ha jugado con su equipo junto a Valverde. Fue el alborotador ofensivo de los blancos, una pesadilla para la defensa local que solo el portero Sergio Herrara consiguió desactivar ganándole tres mano a mano. Pero el 0-1 nació de una jugada y asistencia suya que Valverde cristalizó para asegurar el triunfo.

SIEMPRE POLÉMICO

Pero esa magia que adorna su fútbol entra en colisión con sus desaires hacia todo lo que le rodea. Sus protestas a veces están justificadas, pero otras son agregar pimienta a esa actitud desafiante hacia rivales, árbitros y aficionados. Imperdonable fueron sus presuntos insultos al árbitro, Munuera Montero, al que ofendió gravemente repitiendo lo que escuchó contra él en el minuto de silencio seguido de una invitación a que se fuese a “tomar por el c…” que el colegiado no debió escuchar, porque de hacerlo debió expulsarlo sin contemplaciones.

Desde la grada flores no le tiraron, como en la mayoría de los campos que visita y donde recibe una proporción de patadas muy superior a las que le dan en el Bernabéu, lleva 53 pitadas en 9 partidos, casi seis por encuentro. Fue objeto de todo tipo de insultos que nunca le intimidaron. Al contrario, tras el 0-1 volvió a sobrarle celebrarlo y agarrarse el escudo mirando a la grada. Unos insultos que sobran como reconocía el portero rojillo al final del partido: “La gente la está tomando un poco con él, no sé si merecido o no, pero hay que parar”. Eso sí, el brasileño no está dispuesto a ‘dormir’ sus polémicas y con el paso de las horas echó más gasolina al fuego escribiendo en sus redes sociales: “Los insultos siguen... y los bailes también”.