Asensio, el héroe inesperado
El balear se convirtió en el referente ofensivo del Real Madrid ante el Granada para un triunfo agónico por la falta de pegada
Marcos tapó su escasa aportación futbolística a base de trallazos, necesito nueve disparos para encontrar el bueno
Asensio gratificó a Ancelotti la confianza ciega que ha depositado en él con el gol del triunfo del Real Madrid ante el Granada para abrir brecha en la Liga con el Sevilla y tomarse un respiro por las dudas que transmiten los blancos en sus últimas apariciones. Sin Benzema ni Vinicius la cadena productiva goleadora madridista se ha parado. Ancelotti se ha empeñado en prescindir de sus delanteros más determinantes porque no le gusta como se entrenan en el día a día en referencia a Hazard, Jovic y Bale. Una postura que demuestra que la mano blanda que se le atribuye también tiene callos.
El italiano justifica esos callos con el belga, el serbio y el galés elogiando el trabajo del balear en un mensaje encubierto hacia sus proscritos. “Es muy importante, no por cómo se llama si no por lo que está haciendo esta temporada. Ha marcado muchos goles, tiene compromiso, trabaja bien, es serio”, subraya, pero también deja claro que no es suficiente: “¿Si se ha ganado el derecho a ser titular? No lo sé… ganamos gracias a su mejor cualidad que es el tiro”. Y es que Asensio tapa su escasa producción y aportación futbolística al equipo a base de trallazos.
UN BAILARÍN QUE LE CUESTA PISAR EL BARRO
Necesitó hasta nueve intentos para marcar un auténtico golazo. De esos que deja al rival flipado como reconoció Maximiano, que lo paró todo menos el zambombazo del balear: “Cuando el pega al balón tuve dificultades en entender la trayectoria”. Fue una bomba inteligente que sorteó las moscas del camino para estrellarse contra el lateral de la red. Un golazo que provocó una celebración descosida del delantero blanco que se quitó la camiseta en un síntoma de haber espantado la frustración de tanto intento fallido. Su último gol fue hace dos meses.
Asensio asumió por fin la responsabilidad de finalizar los ataque de su equipo para intentarlo en nueve ocasiones. La defensa nazarí tapó uno, dos se fueron fuera y seis a portería. “No necesito decirle que tiene que tirar, él lo sabe muy bien, tiene una piedra en el pie”, celebra Ancelotti, consciente de que si no aprovecha su zurda se queda en casi nada, porque su aportación colectiva carece de riqueza. Un jugador cuya frialdad le aleja del ADN que caracteriza a quienes defienden su camiseta, un bailarín al que le cuesta pisar el barro y entender el espíritu guerrero que recoge el catecismo de ‘La Fábrica’.
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