Alfombra amarilla al Real Madrid

El Real Madrid no necesitó mucho para ganar al Villarreal, un rival tierno y contemplativo. Los blancos ganaron por inercia, sin necesidad de hacer demasiado. Un poco de orden, algo de intensidad, cuatro gramos de acierto y, sobre todo, cero oposición. Le toca responder al Girona. Nada más arrancar el partido, Valverde disparó desde la frontal. Luego lo probó Modric. Y más tarde Kroos. Gerard Moreno lo fallaba todo, Ilias hacía la guerra por su cuenta y el Villarreal parecía un flan. El Madrid olía la sangre y pronto hincó el diente. La segunda mitad transcurrió entre olés y olés.

Los castellonenses no hicieron ni cosquillas en el primer tiempo. Tuvo hasta tres posibles disparos en una sola llegada, pero ni Gerard, ni Pedraza, ni luego Ilias creyeron en ello. Todo lo contrario que Bellingham. El inglés remató de cabeza un centro de Modric (tras un empujón a Capoue que le dejó solo y el jueguen jueguen conjunto de árbitro y VAR). Gol (i)legal.

Los mismos protagonistas repitieron después, esta vez con resultado diferente. El brasileño estaba en fuera de juego cuando Rüdiger golpea de cabeza buscándole, pero no lo estaba cuando Lucas, tras una serie de rebotes, le ve. El VAR decidió que era gol legal. La moneda siempre cae del mismo lado en el caso de los blancos.

Lucas Vázquez fue a por Baena

El VAR, en cambio, hizo caso omiso de dos imágenes duras, idénticas, dos pisotones de Lucas al tobillo de Baena. El segundo fue tan violento que el del Villarreal no pudo seguir. El madridista sí, sin un solo rasguño y sin amarilla. Tampoco se revisó un choque entre Rüdiger e Ilias, que recibió la caricia del alemánen un placaje de rugby. Jueguen, juguen... Jueguen, jueguen con otras reglas.

A los nueve minutos del segundo tiempo, Morales dio esperanza a su equipo: recibió un balón de Terrats, Rüdiger rompió el fuera de juego y Lunin estuvo flojo. El comandante lo mete todo. Al Madrid, eso sí, no le hizo ni cosquillas porque siguió a lo suyo. Sin Alaba, que se lesionó, parece que de gravedad en la rodilla, cuando entró por detrás a Gerard Moreno. Mendy también cayó.

Brahim agarró una contra, ridiculizó a la defensa rival y marcó. La moneda siempre cae de cara en el Bernabéu. Una y otra vez. Modric hizo el cuarto tras un robo de Rodrygo. Los amarillos atendieron a la goleada como un anciano jubilado observa la construcción de un edificio. Sin quejarse. Sin levantar la voz. Sin esperanza.