Entrevista | Jere Mateo Nadador de aguas abiertas

“En un reto así, siempre salgo del agua mejor de lo que entro”

Después de sufrir un fatídico accidente de montaña en 2015, Jere Mateo va camino de convertirse en el primer nadador con discapacidad en completar el reto de los Siete Océanos, de natación en aguas abiertas 

Jere Mateo, durante uno de sus entrenamientos en el mar

Jere Mateo, durante uno de sus entrenamientos en el mar / ©Jere Mateo

Tom Morgenstern

Durante una expedición en los Alpes, Jere Mateo y su amigo Salvi sufrieron un gravísimo accidente. Jere, que sufrió múltiples lesiones y politraumatismos, estuvo un mes en coma. Su amigo y compañero de escalada falleció. Casi una década después, Jere cuenta su historia de superación, de la mano del periodista Adam Martín, en el libro ‘La travesía infinita’, y está en camino de realizar uno de los mayores retos de natación en aguas abiertas del mundo.  

¿Qué pasó aquel 14 de abril de 2015? 

Junto con mi amigo Salvi estábamos en el Montblanc du Tacul, en los Alpes, haciendo una vía. Y por causas que aún desconozco y que no recuerdo, caímos para abajo. Yo me quedé en coma durante un mes, tuve un politraumatismo y traumatismo craneoencefálico severo. Y lo peor del accidente fue que Salvi murió la caída. 

Después de ese mes en coma, ¿cómo fue la recuperación? ¿Qué secuelas te quedan? 

Después de estar en el hospital de Grenoble me llevaron al Institut Guttmann, donde estuve un año. Las secuelas que tengo son a nivel cognitivo, en temas de memoria, planificación de cosas, coordinación lado izquierdo y lado derecho. Además, de cintura para abajo tengo la movilidad de las piernas muy limitada. 

Fue en la Guttmann donde descubriste la natación. 

Sí, con María Folgado de B-Swim. Los viernes se hacen unas clases fuera del propio hospital para hacer rehabilitación acuática y para introducir un poco el mundo de la natación a los pacientes. Salí de la Guttmann porque ya llevaba muchos meses ahí dentro, y tenía ganas de ir un poco de excursión. Cuando conocí a María, el primer día en el agua, y me enseñó lo que era natación, volví a conectar con el deporte. Desde entonces, la natación ha formado una parte fundamental de mi vida. 

Y de esas primeras brazadas, ahora vas a por los Siete Océanos. ¡Un reto mayúsculo! 

Al principio solo hacía piscinas, porque el mar puede dar un poco de miedo... Además, cuando eres una persona con una discapacidad adquirida o con una discapacidad, el mar es un territorio más hostil aún porque no controlas tu cuerpo al cien por cien. Pero con la pandemia empezamos a salir al mar, y descubrí otra vez la naturaleza y el poder disfrutar de ella, y me busqué un objetivo que fuera un objetivo vital. Y encontré el de los Siete Océanos, que viene a ser como el Seven Summits de montaña.  

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Se trata de siete grandes cruces en todo el mundo, y quien los consiga se podrá considerar un ultranadador o un nadador de referencia. Los cruces son Molokai en Hawái y Santa Catalina en California (EE.UU.), el Canal del Norte entre Irlanda del Norte y Escocia, el Canal de la Mancha que es el que voy a hacer hoy este año, el Estrecho de Gibraltar, que ya lo hice hace dos años, Tsugaru, en Japón, y el Estrecho de Cook en Nueva Zelanda. 

No son retos fáciles. Son muchos kilómetros en aguas a veces imprevisibles, bajas temperaturas, fauna marina... ¿Cómo te preparas para esto? 

Depende de cada reto. Todos, menos Gibraltar, tienen entre 30 y 40 km, temperaturas por debajo de los 20 grados, incluso el Canal del Norte tiene temperaturas de 15 grados en verano y hay que nadarlos sin neopreno. Aparte hay que tener en cuenta las medusas y otros elementos como las corrientes. Aunque cada reto lo planifico por separado, he adaptado mi cuerpo ganando grasa, engordándome o aumentando mi volumen de entrenamientos.  

Así pues, cada reto tiene su entrenamiento específico... 

Sí, este año he preparado mucho el ritmo para poder mantener un ritmo constante en el Canal de la Mancha. De esta manera, como al final del cruce tienes que aumentar el ritmo por corrientes y mareas, podré tener una extra de energía y llegar con más facilidad de la que llegaría si no hubiera preparado el reto de esta manera. El año que viene, por ejemplo, tendré que preparar más la temperatura, para poder nadar en aguas que estén entre 12 y 15 grados, en el Canal del Norte. Tendré que engordarme más, hacer mucho entrenamiento durante todo el invierno adaptándome al frío. Es una preparación física y mental. 

La semana que viene intentarás cruzar el Canal de la Mancha, ¿cómo enfocas esta travesía? 

Es una travesía que mucha gente la describe como el Everest de las aguas abiertas. No es un cruce fácil. Lo tengo muy planificado, antes de empezar siempre visualizo la llegada, la natación... Pero una vez empiezo un reto así, mi truco es pensar en el siguiente avituallamiento. Yo avituallo cada 40 minutos. Porque si piensas en el reto en su conjunto, mentalmente es muy duro, así que si lo compartimentas y vas haciendo por capítulos se hace mucho más llevadero.   

"Voy a la ‘habitación oscura’, ese sitio que todos tenemos en nuestra mente donde están todos nuestros demonios"

Jere Mateo

No deber ser fácil estar tantas horas con uno mismo. 

Yo voy a la ‘habitación oscura’, ese sitio que todos tenemos en nuestra mente y en nuestro corazón donde están todos nuestros demonios, nuestros miedos y nuestra mierda. Allí me sumerjo y empiezo a trabajar, desde el dolor físico y emocional. El Jere que entra al agua en un reto así no es el mismo que sale...siempre salgo mejor de lo que entro.  

Después del Canal de la Mancha, ¿qué te espera? 

Al ser unos retos que pocas organizaciones hacen, hay que apuntarse a una lista de espera. Tienes que planificarlo con mucho tiempo, algunos de ellos con dos, tres, e incluso cuatro años de anticipación. El año que viene voy a hacer el Canal del Norte, entre Irlanda del Norte y Escocia. Y estoy valorando hacer el Estrecho de Tsugaru, en Japón, en 2026. Ahí el presupuesto ya es mayor y hay que mirarlo con mucho ojo, hasta que encuentre un patrocinador. 

Conseguir los Siete Océanos te convertiría en el primer nadador con discapacidad en completar este reto. 

Hasta la fecha, sí. Este año lo hizo Bárbara Hernández, una chilena, y creo que ha sido la persona número 28 en hacerlo. Hay varios nadadores haciéndolo, pero no conozco a ninguno con discapacidad que lo esté intentando, aunque yo voy buscando, porque al final sería una lucha compartida. Ser el primero está bien, pero si alguien antes que yo lo consigue, fantástico. El objetivo final es que a la gente con discapacidad no se nos vea como gente que no podría conseguir este reto, o gente que necesita una especial ayuda para hacer según qué cosas. Para mí sería un logro también compartido si lo hace otra persona antes que yo. 

Otro de tus objetivos, pues, es dar visibilidad al deporte adaptado. 

Correcto. Antes tenía muchas ideas preconcebidas. Al tener el accidente y pasar a ser una persona con discapacidad, puedo comparar cómo veía el mundo antes, cómo lo veo ahora, y valorar qué puedo hacer para conseguir que la gente cambie su percepción. Este reto en sí mismo tiene muchos factores, por eso es un proyecto de vida.  

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Viviendo, aprovechando al máximo cada minuto que me da la vida, y haciendo algo que pueda marcar una diferencia, también es una manera de recordar y homenajear a Salvi.