Xavi no es Guardiola, Xavi quiere ser Xavi

Xavi Hernández está exprimiendo al máximo estos primeros días como entrenador

Xavi Hernández está exprimiendo al máximo estos primeros días como entrenador / FCB

J.Mª Casanovas

J.Mª Casanovas

Aunque el titular pueda parecer una perogrullada, no lo es. Es una afirmación simple que encierra una verdad evidente. Xavi solo quiere ser Xavi, cualquier comparación con el entrenador más exitoso de la historia del Barça es injusta y equivocada. Injusta porque es poner el listón muy alto presionándole más de la cuenta. Equivocada porque las circunstancias y el momento son muy diferentes. Nada que ver entre el 2008 en que Guardiola aterrizó en el banquillo del Camp Nou con el 2021 que llega Xavi a mitad de temporada con un panorama económico desolador. Vienen de la misma escuela, tienen la misma ambición, pero trece años después las cosas son mucho más difíciles por razones obvias.

Hay que partir de la base de que Guardiola como entrenador fue único e irrepetible, como lo ha sido Messi como jugador. Sin embargo, hay que reconocer que con la plantilla actual, probablemente Pep no hubiese conseguido los títulos que consiguió entonces. Xavi recibe un caramelo envenenado, una plantilla desequilibrada, con jugadores que viven de éxitos pasados, promesas con futuro que necesitan tiempo para crecer y muy poco gol. Tiene la suerte que el margen de mejora es grande y tiene la ventaja de que su nombramiento ha causado enorme ilusión y confianza entre los aficionados.

Los primeros pasos del nuevo entrenador han sido claros y contundentes. Pisa fuerte y sabe lo que quiere. Tiene la credibilidad que está perdiendo Laporta y no le tiembla el pulso para poner firme al vestuario. De entrada son mas importantes las formas que el fondo. El pasado domingo denunciábamos que entrenaban poco y había demasiados lesionados. Los cambios no se han hecho esperar. Cese del preparador físico y del fisioterapeuta jefe, al tiempo que se trabaja para un relevo en los servicios médicos. Xavi sabe perfectamente lo que pasa en el vestuario. Algunos jugadores se creían que todavía estaba Messi, cuando el argentino mandaba tanto como el entrenador y la libertad se convertía en libertinaje.

Si un técnico pierde el control, el respeto y el orden en el vestuario, los resultados en el campo son nefastos. Xavi es consciente de ello, quiere romper malos hábitos, imponer una metodología de trabajo basada en el esfuerzo y sacrificio. Tendrá que trabajar con lo que tiene, pero el resultado es muy mejorable. Aquí entra en juego su empatía, su experiencia como jugador que ha tenido grandes entrenadores y su deseo de máxima exigencia. Ya no está Messi ni Neymar ni Suárez. Los partidos los tiene que ganar el equipo, no quedan vacas sagradas. A la vista de la madurez mostrada por Xavi en su primera rueda de prensa y la fe que tiene en su trabajo, somos optimistas. No esperamos milagros, solo exigimos rigor, profesionalidad y entrega.