Xavi debe saberlo

Xavi Hernández, con su staff técnico en Do Dragao

Xavi Hernández, con su staff técnico en Do Dragao / Valentí Enrich

Lluís Carrasco

Lluís Carrasco

Xavi debe saber que una gran mayoría del barcelonismo, entre los que me incluyo, creemos en él y confiamos en su gestión sabiendo que tarde o temprano dará con esa tecla que está buscando.

Xavi debe saber que, en esa búsqueda, cuando está tenso y jodido en una rueda de prensa no lo sabe disimular y queda expuesto hasta la desnudez, y cuando, en cambio, llega alborotado, distendido y va repartiendo sonrisas en la sala, cautiva y cambia la atmósfera de la comparecencia y difunde confianza no solo entre los periodistas sino también de cuantos están en sus casas siguiendo, atentos, sus palabras.

Xavi debe saber que tal vez él no fuera la primera opción del candidato Laporta, pero el candidato se convirtió en presidente, y ese presidente decidió confiarle la máxima vara de mando del primer equipo a él, y ese presidente es la persona más terca y leal que he conocido defendiendo sus decisiones y sus designaciones, incluso las equivocadas, y debe por lo tanto estar tranquilo buscando esas soluciones que se le resisten.

Xavi debe saber que, confiando en él no está detrás solo una afición, está detrás todo un pueblo, y a ese pueblo, la historia del club lo ha vuelto no solo osadamente exigente, sino experto en la excelencia y no se va a conformar con lo que el equipo ofreció el miércoles, pero ese pueblo, la historia lo dice también, es paciente en alcanzar sus anhelos y la conquista de sus sueños.

Xavi debe saber que, igual que vemos que le cuesta encontrar esa tecla, apreciamos complacidos y hasta atónitos la complicidad, la solidaridad, el esfuerzo y el ansia que ponen los jugadores en el terreno de juego, y valoramos que ha conseguido crear una máquina aún imperfecta de “matar” pero impecable e inmejorable de “luchar”.

Xavi debe saber que, aunque nos llenemos la boca con lo de que somos “la millor afició del món”, a veces nos cuesta demostrarlo y nos invade el pérfido perfil de ese tribunero desconfiado, impaciente y perezoso. Pero ese perfil es siempre efímero y, en realidad, ante el más mínimo estímulo saltaremos como un resorte y seremos capaces no solo de abarrotar el estadio de Montjuïc sino toda la montaña.

Xavi debe saber que ahí estamos, y estamos todos, los realistas, los enfadados, los idealistas, los conformistas, los exigentes, los motivados, los pragmáticos y los críticos… 

Y Xavi debe saber que al final, el Barça, rico en la pobreza y ecléctico en su belleza, es el mejor club del mundo, y esa excelencia no solo se alimenta de victoria sino también de virtuosismo.

Y ahora que caigo… Xavi debe saber, que todo eso ya lo sabe.