VOR: El lado oscuro del VAR

 Si la objetividad es la finalidad, esto sigue siendo muy subjetivo

La primera jugada polémica en el Bernabéu

La primera jugada polémica en el Bernabéu / DAZN

Enric Jové

Enric Jové

Finalmente vamos camino de darle la razón a aquellos retrógradas que decían que el VAR no aportaba nada bueno al fútbol. Yo me niego a hacerlo, pero cada semana árbitros y esos sospechosos rearbitradores de pantalla les están dando la razón. Siempre he creído que la transformación es la única forma en que todo evoluciona, tanto social, como empresarialmente. Los usos, la cultura y las costrumbres estan muy bien como fundamento para entender que somos y como hemos llegado hasta aquí, pero no pueden convertirse en pilares inamovibles frente a la capacidad transformativa que la tecnología, entre otras cosas, nos aporta. Por ejemplo, ¿alguién se podría plantear que, casi en cualquier otro deporte, en lugar de aplicar el tiempo de descuento según el libre albedrio, decidamos parar el cronómetro cada vez que se pare el juego en lugar de depender del criterio de los árbitros, siempre dudoso?

Disponer de herramientas tecnológicas, en tiempo real, que nos capaciten para tomar la decisión correcta, que tres seres humanos en un campo de juego no pueden visibilizar, me parece un avance importante para que el deporte sea más justo y ecuánime. La certeza en la linea de fuera de juego o cuando el balón cruza la linea de meta, es discernir entre escoger la ciencia o el ojo de buen cubero.

Pues bien, semana tras semana, esto parece que no va a mejor, si no más bien al contrario. Solo faltaban que se hicieran públicos los audios para acabar de categorizar las conversaciones entre el grupito de tribuletes que estan en la sala con los que estan en el terrero de juego como más propias del entorno de la guasa de Chiquito de la Calzada que de los jueces o los notarios. Si tres, más un cuarto en la banda, se manejaban de forma abrupta en el césped, añadirle unos cuantos más en la sala VOR ha sido incrementar exponencialmente el desaguisado arbitral. Que dicha sala estuviera situada en la ciudad del fútbol, ya de por si mismo, era un mal presagio.

Si la objetividad es la finalidad, esto sigue siendo muy subjetivo. El fútbol se mira con la camiseta que se viste, por tanto, lo que parece manos para unos, no lo son para los otros cuando suceden contra su equipo.

Deberíamos pedirle a los señores que definen las normas de juego que dejen claro, de una vez, que son manos y que no lo son, que es fuera de juego y que no, que es penalti y que no. El criterio arbitral no puede ser la norma. La reglamentación debe ser cerrada y no abierta para evitar la interpretación, porque eso, siempre pone en duda al trencilla. ¿Porqué puede entrar el VAR en una roja y no en una segunda amarilla que supone una roja?

Llevamos unas semanas donde las decisiones y las conversaciones no apuntan en la buena dirección. El fútbol ha perdido frescura y magia, pero no ha ganado ni consenso, ni rigor. La credibilidad del VAR cotiza a la baja.

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