Opinión

Algo más que una victoria de Alcaraz

Alcaraz, con el trofeo de campeón de Wimbledon

Alcaraz, con el trofeo de campeón de Wimbledon / EFE

Cómo y cuándo quiso dejando a Novak Djokovic como si fuera un don nadie. Todo le fue a pedir de boca a Carlos Alcaraz en Wimbledon, que jugó a las mil maravillas, subiendo varios peldaños con respecto a anteriores partidos. Y se llevó, por segunda vez consecutiva, el título en Londres, el cuarto Grand Slam en su carrera cuando solo tiene 21 años en una tarde memorable.

No hubo color en la dificultad entre Djokovic y Alcaraz para llegar a la final. El serbio lo tuvo más fácil, con rivales asequibles y con la retirada de Miñaur incluida. Esto provocó que nadie le forzara en exceso ni expusiera sus debilidades post operación. Llegar a la final ya es un éxito para un jugador de 37 años que viene de una intervención, pero poder competirla a Alcaraz es otra historia. Djokovic no fue él mismo de siempre y acabó a remolque del impresionante español a quien parecía pedirle un poco de clemencia. Iba como una alma en pena, arrastrado por el vendaval Alcaraz.

Alcaraz rayó a un nivel sublime, espectacular, impresionante con un juego muy inteligente, cargado de energía y dejando claro que las nuevas generaciones, siendo él la principal estrella, piden paso sin temblarles la mano mientras las viejas se van apagando, con Djokovic como exponente.

La trayectoria de Djokovic es impresionante, el jugador con más títulos, pero poder competir a partir de ahora con jugadores como Alcaraz le va a costar dios y ayuda. Quizás en próximos torneos estará mejor físicamente que le permitirá competir en mejores condiciones, pero Alcaraz ya le está comiendo la tostada.