Opinión

Ver el fútbol: caro, barato…

Robert Lewandowski, en el momento de ejecutar su penalti en Valencia

Robert Lewandowski, en el momento de ejecutar su penalti en Valencia / Javi Ferrándiz

Cada verano se reabre el debate sobre el precio del fútbol, y siempre en una misma dirección: consumir el deporte rey es cada vez más caro. Da igual que hablemos de los abonos, entradas puntuales, suscripciones a contenidos o el 'merchandising'. Y es cierto que en cierto modo no hay debate posible: hoy todo vale más que ayer. Donde sí podemos contraponer argumentos es si es caro, barato o es un precio que se ajusta al mercado. Y la frase que todos deberíamos desterrar es que el fútbol por norma debe ser accesible para todo el mundo, una lógica que no aplicamos a cualquier otra opción de ocio. Por más apasionados que seamos de nuestro club, acceder a un estadio, poder ver todo el fútbol desde el sofá o llevar cada año la nueva camiseta no es un bien de primera necesidad.

El precio de las cosas lo marcan la oferta y la demanda, y lo cierto es que nadie ha perdido clientes en torno al balón durante los últimos años pese a la escalada de precios. Y aquí pongamos un asterisco enorme al caso específico del FC Barcelona y el impacto de su traslado a Montjuïc, que no afectó para que LaLiga EA Sports se consolidara en torno a 11 millones de espectadores acumulados y se subiera la ocupación media, superando por primera vez el 80% del aforo total. Este año, muchos ya han anunciado récord histórico de abonados.

Y aquí un interrogante, o más bien quebradero de cabeza para muchos equipos: ¿Bajar los precios incrementaría ese ratio y acercaría la competición al no hay billetes que siempre reina en Premier League y Bundesliga? ¿O no hay más mercado realmente y la aguja apenas se movería? Según datos de Intelligence 2P, los clubes de LaLiga están dejando de facturar entre un millón y 5 millones de euros anuales por los asientos vacíos. Y ahí está el reto de la calculadora: ¿cuánto se podrían bajar los precios para que las altas adicionales compensen ese descuento? La plataforma de datos de 2Playbook también revela que hay clubes cuya penetración a nivel ciudad aún no alcanza siquiera el 3%.

Lo mismo sucede con las camisetas. Pese a las críticas, los ingresos por tiendas no han dejado de crecer en los clubes, y el de la televisión es otro melón aparte. DAZN son 20 y 30 euros al mes por el 50% de LaLiga y todo el fútbol internacional, mientras que Telefónica son 109 euros, incluido el resto de la oferta televisiva, el acceso a Internet y la telefonía. ¿Caro? ¿Barato? Dependerá de las horas que nos pasemos consumiendo deporte y de cómo cada uno defina su presupuesto de ocio. Piratería siempre habrá, pero aquí no será un tema de precio, sino de quien siempre querrá todo gratis.

El ‘soccer’ femenino sube el listón de gasto a Europa

La NWSL hoy es la competición de fútbol femenino más poderosa del mundo. Sin discusión. Dispone del mayor contrato de televisión de cualquier liga, y desde esta semana se ha dotado de un convenio colectivo a largo plazo que lanza un mensaje a Europa: allí van a seguir invirtiendo para que el soccer vaya a más, desde los dueños de las franquicias, a los patrocinadores. Y en un contexto de conformación de dinastías y poca tradición, el centro de gravedad puede girar muy rápido. Nadie quiere que se repita lo que en el baloncesto ha supuesto la NBA en términos de casi monopolio de talento y audiencias.

Dos datos, que luego pondremos en contexto: el nuevo convenio garantiza que cualquier jugadora tendrá un sueldo mínimo de 48.500 dólares en 2025, que ascenderá progresivamente hasta 82.500 dólares en 2030. El límite salarial partirá de 3,3 millones de dólares y escalará hasta 5,1 millones.

Algunos dirán que estos datos están muy lejos de lo que ya destina el Barça (9 millones), pero no perdamos una cosa de vista: el atractivo lo marca el conjunto de la competición, y las blaugranas siempre necesitarán de un ecosistema competitivo que se acerque a sus niveles de inversión. Si no, el talento migrará.

TEMAS