Saber vender, tan importante como saber fichar

Joan Laporta, en Miami atendiendo a unos aficionados

Joan Laporta, en Miami atendiendo a unos aficionados / Valentí Enrich

Javier Giraldo

Javier Giraldo

Uno de los pasatiempos favoritos de los aficionados al fútbol es criticar los fichajes que han salido mal. Siempre a toro pasado, eso sí. En eso, periodistas y aficionados nos parecemos bastante.

Es obvio que para construir un equipo ganador hay que acertar con los fichajes, pero sin embargo, se habla poco de la importancia de saber vender: vender a tiempo y a buen precio como medida indispensable para crear una plantilla equilibrada y competitiva. Y en ese aspecto, el de vender, el Barça no ha estado fino en los últimos años. Ha vendido a destiempo (siempre demasiado tarde) y demasiado barato. ¿Los motivos? Quizá el club ha pecado de ser demasiado condescendiente con sus propios jugadores: entre vender y renovar, el Barça pecaba de conformista y prefería renovar los contratos de sus jugadores, incluso de aquellos que jugaban poco. Más allá de casos puntuales como el de Yerry Mina (comprado por 12 millones, vendido por 30), cuesta encontrar una venta potente en Can Barça en los últimos años. 

En contraposición, el Real Madrid ha llevado a cabo una gestión más pragmática; no solo porque vendió a su gran baluarte, Cristiano Ronaldo, a buen precio (desde que se fue del Madrid, el portugués ni siquiera ha rozado la posibilidad de obtener una Champions), sino también a jugadores como Kovacic (45 millones al Chelsea), Danilo (30 al City), Achraf (43 al Inter). Incluso el traspaso de Keylor Navas, un portero que había ganado tres Champions y que se fue al PSG a cambio de 15 millones de euros, salió bien porque el club ya tenía a Courtois

Da la sensación de que al Barça le ha costado demasiado desprenderse de según qué jugadores y ha acumulado un remanente negativo que se acaba por convertir en un lastre. Y el fútbol moderno ni perdona ni deja hueco para los lastres. Los grandes clubes están obligados a ser muy pragmáticos; a saber vender bien antes de lanzarse al mercado para fichar. Ya no valen aquellas etiquetas de clubes compradores y clubes vendedores. En muchos casos, el sentido común aconseja vender al jugador cuando éste parece estar en su mejor momento, por mucho que sea una medida muy poco popular. Como diría aquel, ‘es el mercado, amigo’. 

Es la deriva que ha adoptado el fútbol, que arrincona sin remedio a los clubes más románticos, o simplemente a aquellos que no interpretan sus cuentas con la frialdad propia de un ejecutivo de multinacional.