Opinión

La única razón que desgastó a Xavi hasta el fin

Fermín dedicó el gol a Xavi

Fermín dedicó el gol a Xavi / AP

Si nada se tuerce, el Barça formalizará la contratación por dos años de Hans Dieter Flick. Será el tercer entrenador de Joan Laporta en este mandato, cuyo desglose abarca tres directores deportivos y tres técnicos en el primer trienio. Siendo eso llamativo, lo es muchísimo más que ninguno de los dos predecesores de Flick, dos leyendas del club, arrancaran sin la confianza plena del presidente. Es legítimo que Laporta no creyera en Koeman - le apoyé en esa percepción - y lo es también que considerara verde a Xavi Hernández, algo en lo que ya no coincido. No había ninguna obligación. Ni de retener a Koeman ni de fichar a Xavi.

Lo que no hubo es proyecto, un plan de actuación en la parcela deportiva. De ser así, Laporta hubiera sustituido a Koeman por Xavi o por cualquier otro en verano. No lo hizo. No tenía un recambio, Xavi - esperó su llamada sin éxito - no le cuadraba, ni había un secretario técnico al que hacer caso. Mantuvo a Ronald a regañadientes y puso a Hernández en noviembre por necesidad - el Barça andaba noveno -, no por convicción. En la adversidad, esa fue una piedra insalvable para Xavi. El presidente, pese a mantenerlo en enero, implorarle durante cuatro meses para que siguiera en junio y ratificarle en su ático, jamás se desprendió de las dudas. Con el viento en contra, no hubo nada sólido que sustentara la casa.

El discurso en la previa de Almería, la derrota en Montilivi o las discrepancias en la planificación fueron coartadas para justificar la anulación del pacto del sushi. En general, desde el principio, Xavi quiso mucho más a la junta que la junta a Xavi. Llegó a creer que Laporta no le fallaría. Pero no descifró el enigma: ¿ese Laporta es el que él conoció? Ese es el debate importante. Clave.