Las traiciones de la cabeza de Hazard
Hay veces que parece que nuestra cabeza sea un invasor. Cuando ocurre eso, la solución es complicada porque seguramente el primer paso que hay que dar es reconocer nuestras limitaciones. Un poco de todo esto le está pasando a Eden Hazard. Los médicos de la selección belga tienen la impresión de que el Real Madrid ha forzado ligeramente los regresos del futbolista que apenas ha tenido continuidad en el último año y medio, que se ha perdido dos pretemporadas por lesiones y que, como consecuencia, ahora le falta ritmo, esos movimientos inconscientes que se producen cuando todo funciona.
Necesita un reset, empezar de nuevo, una pretemporada entera. Hay más: Hazard, que no cuenta con asesores médicos privados como muchos futbolistas, quiere contentar a todo el mundo, quedar siempre bien. Y eso crea sus propios problemas. Además ha pasado el covid, las consecuencias del cual no están todavía claras. Hay un conjunto europeo del máximo nivel que ha calculado que los que han superado la enfermedad muestran síntomas parecidos al exceso de entrenamiento, lo cual provoca nuevas lesiones.
Hay algunas pistas que sugieren algo más profundo. Cuando José Mourinho regresó al Chelsea, con un Hazard escogido mejor jugador de la Premier, intentó que se situara entre Messi y Ronaldo. La calidad era indudable, pero la presión hizo que se lesionara de nuevo, que jugara mal, que los aficionados se volvieran en su contra y Mourinho puso el freno. Antonio Conte solía decir en privado que no se le podía poner bajo mucha presión.
Hazard se convirtió en jugador de objetivos cortos: el Mundial o la Europa League (su final fue espectacular). No conseguía ese nivel de concentración en cada partido. Prefiere pasarlo bien a vivir con la exigencia máxima de la élite. Nada de ser líder, capitán o darle demasiadas obligaciones tácticas como hizo Maurizio Sarri en el Chelsea; por eso acabaron mal.
En el Madrid, al poco de aparecer sus problemas musculares, le aconsejaron que cambiara sus rutinas: hace más gimnasio o trabajo de estabilidad, mucho más de lo que hacía en el Chelsea. Quizá ese es otro problema: además de vivir incómodo en lo más alto, podría estar pagando la ligereza con la que ha tratado su cuerpo durante muchos años (incluyendo una dieta incorrecta). Todo eso bloquea su mente y facilita las lesiones. Parece que a la persona no le va nada bien el traje de estrella.
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