Opinión

De lo trágico y lo grotesco

Laporta fue claro en su mensaje que quién viene al Barça tiene la responsabilidad de luchar por los títulos

Laporta fue claro en su mensaje que quién viene al Barça tiene la responsabilidad de luchar por los títulos / JAVI FERRANDIZ

Se sabe que la historia ocurre dos veces, la primera vez como una tragedia y la segunda vez como una farsa. También es sabido que la frase es de Karl Marx. El presidente Joan Laporta cogió un Barça en una situación delicadísima. La economía del fútbol es particular, aunque los campos también se mojan cuando llueve. El club no estaba en quiebra porque mantenía su alto nivel de ingresos, pero se imponía una política de austeridad destinada a corregir el lastre de la deuda, jugar con lo que se tenía y renovar la plantilla con jugadores del plantel. Y pasar a una política expansiva de manera progresiva a la mejora de la situación económica. No se hizo.

En el primer año, fichar jugadores y no poder inscribirlos en la plantilla oficial de la Liga era una anomalía que, con buena voluntad, se podía llegar a comprender por el intento de equilibrar la situación financiera y la necesidad de competir por todos los títulos. Aunque fuese un error. Insistir un segundo año ya se convirtió en una temeridad de consecuencias previsibles, tanto para la imagen del club, como para su viabilidad a medio plazo. Normalizar esta práctica deviene grotesco.

No hay ningún argumento deportivo que pueda sustentar gastar una millonada en el fichaje de Vitor Roque en enero aprovechando la lesión de Gavi y cederlo al Betis porque esta temporada ya no tiene aquél hueco, según se desprende de las declaraciones de Hansi Flick. Ni convencer a Ilkay Gündogan para que venga un año, y al siguiente empujarlo a que se vaya para generar margen salarial. O fichar a Olmo y esperar la lesión de Christensen para poder inscribirlo.

La única lógica que se aprecia es una voluntad inequívoca de movimiento continuo de futbolistas, entradas y salidas constantes convertidas en objetivo, sin necesidad de aparentar lo futbolístico.