Más Todibos y Araujos

Todibo, feliz en el Niza

Todibo, feliz en el Niza / AFP

Joan Mª Batlle

Joan Mª Batlle

El Barça fichó a Todibo en el mercado de invierno de la temporada 2018-19 por un millón y lo ha traspasado al Niza por 8,5 millones que pueden llegar a 15,5 si se cumplen una serie de variantes. Mientras tanto, lo ha tenido cedido en el Schalke 04 y Benfica/Niza, con lo que le ha pagado muy poco en salarios y, además, ha sacado 3,5 millones como tarifas de préstamo. Es decir, negocio redondo. No en vano, encontraremos muy pocas inversiones a las que se le saquen un 1.200% de beneficio. En términos absolutos, desde luego, será el mejor negocio del verano con diferencia. Otra cosa es que rebaje muy poca masa salarial, ahora que el Barça vive agobiado por el tope salarial que le obliga a traspasar jugadores ya no solo por lo que se ingresa, sino por lo que deja de pagarles. Para ello, habría que colocar a alguna vaca sagrada tipo Coutinho, Griezmann o Alba, ya que a Dembélé habrá que tragárselo con patatas por culpa de su enésima lesión. Pero este es otro problema. 

EL EJEMPLO A SEGUIR

El éxito económico, que no deportivo, de la operación confirma que el Barça ha de seguir explorando este tipo de fichajes de jugadores jóvenes y desconocidos a los que se intuye un buen futuro deportivo. Hay mucho más a ganar que a perder. Todibo, por ejemplo, llegó con 18 años cuando todavía no había llamado la atención a los grandes europeos. El Barça se adelantó y adelantarse es sinónimo de éxito. Si el defensa francés hubiera cuajado, ahora estaríamos hablando de un grandísimo fichaje deportivo-económico, pero si no, como ha sido el caso, se ha ganado dinero y aquí paz y después gloria. Hay otro jugador que apunta a éxito deportivo más que económico, que al fin y al cabo es lo que se busca. Me refiero a Araujo, que llegó con 19 años por 1,7 millones que podían ascender a 5,2 con variables, y ya está plenamente asentado en el primer equipo. De no haberse adaptado, por lo que costó no duden de que no se perdería dinero. La clave, lógicamente, está en tener buena red de ojeadores, identificar el talento cuando nadie lo ve y fichar muy barato. Parece de perogrullo, pero hay que tener una estructura técnica dedicada en exclusiva a ello. Sería bueno que el Barça insistiera.