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Los tiburones huelen la sangre blaugrana

Laporta respondió al Madrid de Florentino que se ha personado en el 'caso Negreira'

Laporta respondió al Madrid de Florentino que se ha personado en el 'caso Negreira' / Javi Ferrándiz

Ivan San Antonio

Ivan San Antonio

Ya está, ya ha empezado. Han bastado tres o cuatro llamadas estratégicas, un par de órdenes bien ejecutadas y la maquinaria se ha puesto en marcha con toda su artillería. Por tierra, mar y aire. Todos a una y con un solo objetivo:destruir el Barça. Desde los grandes despachos empresariales, desde quienes ingresan millones gracias a la presencia del Barça en LaLiga y desde la alta política, pasando, por supuesto, por los medios de comunicación que dominan el cotarro y los mamporreros a sueldo de baja estofa que berrean en Twitter. De arriba a abajo, sin piedad, a todas horas y desde todos los frentes.

El caso Negreira está ya más que juzgado y sentenciado por parte de quienes quieren ver al Barça, en el mejor de los casos, convertido en una Sociedad Anónima Deportiva a la que poder controlar sin la molestia que supone preguntar a los socios cada cierto tiempo por las tonterías que pueden resolverse desde un consejo de administración.  

La ‘Operación Catalunya’ no cesa y el Barça es, después de la Generalitat, convertida ahora en una sucursal barcelonesa del poder central, y TV3, durante décadas uno de los grandes motores culturales y lingüísticos del país, un caramelo demasiado apetitoso para dejarlo escapar. Los tiburones han olido la sangre y se han lanzado a por la presa.

Herida, debilitada, maltratada por quienes han gestionado su enorme potencial social, económico y deportivo como solo se gestiona el dinero que no es tuyo, de forma irresponsable (siendo generosos) y, hasta hace muy poco, sin dar explicaciones, la entidad se desangra a la espera de recibir el ataque definitivo. Se lo han puesto demasiado fácil durante demasiados años a quienes toman las grandes decisiones y ahora toca pagar el precio de la negligencia. Laporta justificó el despido de Leo argumentando que “La entidad está por encima de Messi, de jugadores, de entrenadores y de presidentes”.

Llegado el momento, será imprescindible ejercer en consecuencia porque el enemigo va a por todas y no es de los que hacen prisioneros. Podrían haber sido más sibilinos, pasar a la acción midiendo cada paso, intentando, por lo menos, evitar la insurrección del barcelonismo, pero esa no es su forma de actuar. El instinto del toro es embestir con violencia. Tal es la intensidad del ataque que quienes no forman parte de él quedan diluidos bajo el torrente de acusaciones sin pruebas, especulaciones sin base y descalificaciones sin justificación. Todo vale y los peones robotizados que trabajan para el sistema se sienten libres para pensar y tomar sus propias decisiones. La jauría anda suelta y el Barça está en peligro.