Un terremoto Mundial

Qatar 2022, epicentro de la arquitectura mundial

Qatar 2022, epicentro de la arquitectura mundial

Marc Menchén

Marc Menchén

Estamos probablemente ante el Mundial más crítico -y criticado- de la historia reciente del fútbol. Es el primero que no se celebra en verano; el primero en el que la opinión pública rechaza mayoritariamente su sede por razones humanitarias -con Rusia no hubo tanta tensión-; el primero que está en los tribunales por otra competición, LaLiga, cree que le afecta comercialmente; el primero que ha obligado a suspender temporalmente las ligas nacionales y provocar un desbarajuste entre futbolistas contemporizando para llegar sanos y clubes pensando en hacer caja en el mercado de invierno. Y pese a todo, un Mundial es un Mundial, sus 6.500 millones de negocio ahí están y no hay discusión de que ha monopolizado toda la conversación pública.

Desplazamiento masivo de periodistas, lanzamiento de algunas de las campañas más creativas de los últimos años por parte de gigantes como Nike, Adidas o Pepsi, y debate constante sobre quién ganará, quién jugará y quien fichará por quién al término del campeonato. Tal es la monopolización de la conversación, que estos días difícilmente será posible que un gran punto en la Copa de Maestros de la ATP o una remontada sin paragón en la Euroliga pueda robar algo de protagonismo. Un reto al que también tendrá que enfrentarse Kosmos con la organización de la Copa Davis.

Estamos probablemente ante el primer Mundial cuyo seguimiento en redes sociales puede tener un valor que supere de largo al de las impresiones que obtengan por las audiencias en televisión. En la nueva era de los streamers, a la que el propio Luis Enrique se ha apuntado, estamos ante la ocasión de medir cómo es un evento retransmitido las horas al día durante los 7 días de la semana. Es un reto importante para las marcas que tienen que decidir dónde poner el dinero durante el campeonato, pero sobre todo para Televisión Española.

La cadena pública ha pagado 39 millones de euros para poder emitir los principales partidos del torneo, pero Competencia ya le ha avisado de que no puede rentabilizar la inversión realizada más allá de la publicidad que inserten los patrocinadores de la Fifa. Todo lo demás iría en contra de la ley. ¿El problema? Que ninguna de las grandes campañas que estamos viendo en medios se corresponde con los socios que cada año le han estado pagando 50 millones de euros anuales a la Fifa. ¿El reto que plantea a futuro? Si el éxito de un evento de este estilo lo marca la audiencia de la tele o la de la interacción en redes sociales.