Opinión

Del sufrimiento en el fútbol femenino a la decepción de Peleteiro

Aitana Bonmatí, abrazando a Cata Coll al final del España-Colombia

Aitana Bonmatí, abrazando a Cata Coll al final del España-Colombia / EFE

Pues nada. Ya están las dos selecciones españolas de fútbol en las semifinales del torneo olímpico. A la femenina le tocó sufrir más de lo esperado, después del pleno de victorias en la fase de grupos. Colombia lo puso difícil, con el sorprendente 0-2 en el marcador del estadio de Lyon en el minuto 57, pero las campeonas del mundo no se rindieron y forzaron la prórroga con un agónico gol de Irene Paredes.

Fue un “nunca dejes de creer” en toda regla. Hasta el final. Hasta una tanda de penaltis donde Cata Coll, máscara en ristre –o en rostro-, empezó a ilusionar con su parada en el primer lanzamiento de Catalina Usme. Luego, otro fallo cafetero y el acierto de Mariona Caldentey, Eva Navarro, Salma Paralluelo y la mejor del mundo, Aitana Bonmatí Conca, hicieron el resto.

Y así el fútbol, ese deporte que la cofradía de ‘puretas’ del olimpismo ilustrado pretende eliminar del programa de los Juegos “porque ya hay fútbol hasta en la sopa, jopetines”, puede dar dos alegrías en forma de medalla a la esperanzada delegación española, esa que sueña con superar las 22 preseas de Barcelona’92, porque soñar es gratis y de momento hay motivo. Por ahora, cinco aseguradas, unas cuantas pendientes de tipo de metal -entre ellas, la de ese fenómeno llamado Carlos Alcaraz Garfia, que caerá este domingo- y otras tantas en fase de elaboración.

En las quinielas de esos ‘medallólogos’ que estos días capitalizan las tertulias de sobremesa, redes sociales y otras palestras parecidas, quien iba a lucir metal colgando del cuello era Ana Peleteiro, en el triple salto femenino. Sin embargo, utilizando el símil taurino, ‘corrida de expectación, corrida de decepción’. Sin Yulimar Rojas, la gallega partía entre las favoritas. Pasó a la mejora pero se quedó a 8 centímetros de las tres plazas que valían cajón en el podio y presea. Sexta plaza final, diploma olímpico y chasco.

La competición tiene estas cosas. Un problema en la segunda batida en uno de sus intentos y, para postre, el inconveniente de la pista mojada por la lluvia que sufrieron todas las participantes, no solo ella. Tras el bronce de Tokio 2020 y sin Yulimar en el foso de Saint-Denis, Ana tenía muchas opciones. Al final, una decepción que no debe empañar su gran calidad. Tendrá más ocasiones de brillar porque la pupila de Iván Pedroso está entre las mejores del mundo. Eso sí, el sueño del podio de París se esfumó para ella.