Ni Setién, ni nadie. Es la hora de los cracks
Llegó la hora de la verdad. La semana que marcará no solo el presente sino el futuro inmediato de un Barça que necesita hacer algo grande en la Champions para salvar una temporada extraña en el que las lesiones, un inédito cambio de entrenador y el coronavirus han hecho que casi todo saltara por los aires. Al Barça se le exige estar en Lisboa con los grandes de Europa porque, de lo contrario, sería un fracaso estrepitoso. Parte como favorito ante el Nápoles y Setién aseguró que el equipo está a tope pero que él ni se apunta victorias ni derrotas. Sus decisiones deben ayudar, pero en este tipo de partidos no queda ninguna duda que quien deben sacar las castañas del fuego son los cracks. El Barça los tiene a pares y dispone del mejor jugador del mundo. Ellos y solo ellos deben convencer hoy en octavos y convencerse de que es posible asaltar el trono europeo en un año que puede ser propicio.
LA CANTERA, AL PODER
El nuevo formato de la Champions ayuda al Barça. A único partido puede pasar de todo y los fuerzas se emparejan. Pero sobre todo, deciden los mejores. Llegados a este punto, hay que olvidarse de lamentos, de lesiones y del entorno y salir a ganar. Y esa mentalidad, esa frescura es la que pueden aportar los jóvenes. Tanto Ansu Fati como Riqui Puig juegan con ese punto de inconsciencia que tanto se necesita en los grandes partidos. Entre los cracks y los canteranos, el Barça tiene argumentos suficientes no solo para ganar al Nápoles sino para dar guerra hasta el final en esta Champions.
- Arabia confirma la salida de Vitor Roque
- Nico Williams, decisión inminente
- El movimiento de Nico Williams que auguran en Bilbao
- Pedro Dólera, técnico del Olot: 'Recuerdo el partido contra el Barça de Koeman y no hay color...
- Jorge Rey pone fin al verano antes de tiempo con la llegada de las borrascas: 'El buen nabo debe estar sembrado...
- Luis Enrique quiere a Nico Williams en el PSG
- Hansi Flick hará lo que Xavi no se atrevió a hacer
- El Barça quiere más de 40 millones por Vitor Roque