Opinión

El ridículo de Rubiales fue consentido

Luis Rubiales (archivo)

Luis Rubiales (archivo)

La gran diferencia de comportamiento entre los diversos gestores, técnicos o deportistas con responsabilidades que trabajan en la Federación Española de Fútbol se vivió ayer en directo y casi al mismo instante.

Mientras el seleccionador nacional español masculino, Luis de la Fuente, censuraba sin paliativos el comportamiento de Rubiales, once de las integrantes del cuerpo técnico de la selección femenina, entre los que no está su entrenador, Jorge Vilda, presentaban su dimisión por la conducta de su presidente y le acusaban de haberlas obligado a estar presentes en la asamblea. O sea, que De la Fuente pasó en poco más de 24 horas de aplaudir a su jefe a mostrar su repulsa absoluta. Por su parte, las integrantes del cuerpo técnico decidieron presentar la dimisión antes de seguir un minuto a las órdenes de los actuales gestores. A una cosa se le llama bajarse los pantalones y a la otra dignidad.

De poco o nada ha servido el escándalo Rubiales, pero al menos ha posibilitado desenmascarar a determinados personajes que solo piensan en su puesto de trabajo y su sueldo. Eso sí, por el contrario, la prensa internacional sigue haciéndose eco del escándalo ocurrido y se pueden leer artículos en la BBC, Le Monde, The New York Times o The Guardian. Artículos que en condiciones normales deberían alabar el brillante juego de España y destacar la victoria histórica de nuestras futbolistas.

En fin, suerte que la Comisión Disciplinaria de la FIFA ha actuado con rapidez y ha suspendido provisionalmente por un periodo inicial de noventa días a Rubiales. Tres meses que deben servir para que las máximas autoridades deportivas de este país tomen cartas en el asunto y el presidente interino, Pedro Rocha, actúe con independencia y no siga a las órdenes de Rubiales. A todo eso, hay un año para preparar un candidato de consenso que englobe todo el fútbol español que, a poder ser, debería ser políticamente neutro. Mientras, todos aquellos que han consentido y aplaudido el ridículo de Rubiales deberían marcharse con él.