Réquiem por el Barça B

García Pimienta será el encargado de dirigir la revolución del Barça B

García Pimienta será el encargado de dirigir la revolución del Barça B / Javi Ferrándiz

Toni Frieros

Toni Frieros

Cuando un equipo baja de categoría no hay excusas que valgan ni paños calientes que poner. Todos los descensos, como todos los títulos alcanzados, son por deméritos o méritos propios. En el caso del Barça B, que tanto escozor ha ocasionado en la opinión pública azulgrana, hay dos culpables. Primero, el nivel de la plantilla, a toda luces muy justita para lidiar en una competición no exenta de calidad técnica y a la vez muy competitiva. Y después, evidentemente, quien o quienes eligieron el elenco de jugadores. Es su responsabilidad hacerlo bien.

Es cierto, también, que en la nutrida área del fútbol profesional del FC Barcelona, de quien depende el Barça B, no se ha hecho un drama gigantesco con el descenso del filial: “Ninguno de los grandes club del futbol español tiene un filial en Segunda A”, me cuenta uno de sus miembros. Y es cierto. Ni Real Madrid, Atlético, Valencia, Sevilla, Villarreal tienen representación en la División de Plata. A mi modo de ver el drama no es ese, porque al fin y al cabo la finalidad de un filial no es estar en una categoría más alta que otra, su gran razón de ser es nutrir al primer equipo de jugadores que tengan la calidad suficiente para representar al FC Barcelona. Por eso, fichar a más de quince jugadores sin proyección y con el único objetivo de mantener de categoría al filial ha sido un craso error.

“Si morimos, morimos con los nuestros”, reflexionaban ayer desde dentro del club. Es decir, el departamento de fútbol profesional quiere apostar a muerte por los chicos de la casa y dejarse de inventos que, al final, no han surtido efecto alguno. Llegados a este punto deberíamos hacer una profunda reflexión por dolorosa que esta sea: ¿realmente la política formativa del FC Barcelona -y por extensión del resto de grandes clubs- tiene sentido tal y como se gestiona ahora? ¿Cómo se entiende que un club que destina más de 25 millones de euros al año a su fútbol base solo haya dado un jugador titular al primer equipo del Barça (Sergi Roberto) desde su debut en 2010? ¿Cómo es posible que de los centenares de jugadores que hay desde juveniles hasta prebenjamines solo hayan llegado cinco o seis al filial? El Barça no tiene, desde luego, una varita mágica o la lámpara de Aladino para sacar siempre que quiera un crack de la chistera, pero una entidad que cada año ficha a los mejores jugadores de cada categoría y que se nutre a su vez del trabajo formativo de otros clubs (Damm, Cornellà, Jabac, Espanyol, Mataró, Mercantil, etcétera...) debería tener un mayor porcentaje de éxito. ¿No?

La filosofía, metodología y formación que se imparte en La Masia es excelente, pero en esos pasos intermedios de categorías se pierde mucho talento y llegar al último peldaño es una empresa muy difícil. Y no solo es cuestión de paciencia, también de valentía para apostar sin miedo por los tuyos. Hoy están fuera del club, por una razón u otra, chicos como Bellerín, Bartra o Thiago, todos ellos internacionales y consagrados. Podrían estar ahora en el Barça perfectamente. Siempre he defendido que para llegar al primer equipo desde la base hay que tirar de meritocracia y no de paridad, pero en los últimos años el Barça está sufriendo una seria crisis de talento. Habrá que esperar a otra generación de oro.