Raphinha: menos desplantes y más goles

No sólo el Barça no es el del 2010, como dice Xavi, sino que la afición tiene más paciencia de la que solía ante juego ramplón del equipo

Así ha sido la celebración de Raphinha

Así ha sido la celebración de Raphinha / Movistar

Joan Cañete Bayle

Joan Cañete Bayle

Tiene razón Xavi: el Barça actual no es el de la temporada 2010/2011, en la que el equipo ganó la Liga y la Champions. En aquella plantilla jugaban Valdés; Alves, Puyol, Piqué, Abidal; Buquets, Xavi, Iniesta; Messi, Villa y Pedro. El equipo lo completaban jugadores como Mascherano, Keita, Maxwell, Milito y Adriano. ¿Qué jugador de hoy sería titular en aquel Barça? Por ejemplo: Pedro aquella temporada marcó 22 goles, la anterior, 23 y la siguiente, 13. Por comparar: Raphinha la temporada pasada marcó 7 goles y este año lleva 3. En su mejor año en el Leeds, Raphinha marcó 11 goles.
Personalizo en Raphina porque fue el jugador brasileño el que el pasado miércoles celebró su gol al colista (a placer después de un rechace) con una celebración épica y un gesto a la grada (los dedos tapándose los oídos) que es difícil pensar que no era una respuesta a los aficionados que pitaron el pésimo juego del equipo. Que el 1-0 al Almería sea celebrado con gestos de gran hazaña futbolística y sea utilizado para pasar cuentas es síntoma de un grave problema: Raphinha y algunos de sus compañeros parece que no acaban de entender dónde juegan.
Por suerte de los jugadores de este Barça post-Messi, arruinado económicamente y justito en lo futbolístico (como ha reconocido su entrenador), los aficionados que acuden a ver los partidos del Barça al campo tampoco son los mismos del 2010. Tras ver el gesto hacia la grada de Raphinha y otros compañeros suyos, me acordé de Bobby Robson, a cuyo Barça el Camp Nou pitó después de haber goleado 6-0 al Rayo Vallecano en 1997. O del Tata Martino, que en su visita a Vallecas la temporada 2013-14 ganó 0-4 y fue duramente criticado por perder la posesión (49% frente al 51% del Rayo de Paco Jémez), la primera vez en cinco años que el Barça perdía este concepto del juego. En este caso, las estadísticas riman: con Xavi en el banquillo, el Barça ha jugado cuatro veces contra el Rayo y no ha logrado ganar ningún partido. De la posesión, nadie habló.
El cambio de hábitos del espectador de fútbol ha hecho cambiar la sociología de los aficionados que se congregan en el estadio. Los turistas que pueblan cada vez más las gradas del Camp Nou (parece que las de Montjuïc, no tanto) son animosos y van a cada partido como se acude a un acontecimiento de ocio. El aficionado tradicional y el socio son más impacientes, y aun así han demostrado una comprensión encomiable en esta etapa de reconstrucción, de fichajes de segundas y terceras opciones, de veteranos con la carta de libertad, de apuestas ‘low cost’ y de cedidos. Para que aparecieran los silbidos fue necesaria una primera parte contra el colista tan impresentable en actitud y aptitud que desquició al mismísimo entrenador. ¿Raphinha también se tapó los oídos en el vestuario durante la bronca de Xavi? ¿Y durante la charla técnica? ¿Y cada vez que falla un uno contra uno contra el portero o decide jugar hacia atrás en lugar de encarar al defensa?
Los aficionados, la prensa y todos aquellos que integran el dichoso entorno saben que ni el equipo, ni la plantilla ni el club son los de 2010. Tampoco el entrenador ni el staff técnico, me atrevo a decir. Aun así, desde el 2-8 de Lisboa la afición ha aguantado de forma encomiable la marcha del mejor jugador del mundo, la depreciación del equipo, dos años en la Europa League, el juego ramplón y la disonancia cognitiva entre los discursos del palco y del vestuario y la realidad institucional y deportiva. También ha celebrado por todo lo alto títulos sin duda importantes, como la Liga del año pasado, y otros menores, como la Supercopa, a la que se trata como si fuera trofeo de caza mayor. No es de recibo que a los fieles aficionados que suben a Montjuïc una noche de diciembre y presencian un rondo del Almería de casi un minuto se les reproche que expresen su malestar con el juego del equipo, a 7 puntos del Girona y del Madrid y derrotado por Shaktar y Amberes.
Además de practicar en los entrenamientos la mejora en la toma de decisiones, alguien debería explicarle a Raphinha y a algunos de sus compañeros que la afición del Barça sabe diferenciar, por hablar solo de jugadores brasileños, entre Rochembacks y Geovannis por un lado y Neymars, Romarios y Ronaldos por otro. Y que merece respeto, que bastante paciencia está teniendo.