Qué queda del ‘més que un club’

Nadie discute los relevos en el club, pero cabe cuestionar las formas impropias del Barça

Extraña que nadie, en secciones tan ganadoras, sirva para seguir trabajando en ellas

Koeman cumbre con Laporta

Koeman cumbre con Laporta

Emilio Pérez de Rozas

Emilio Pérez de Rozas

¿Ha sido la pandemia? ¿Ha sido el virus que lo ha matado todo? ¿Estamos todos muertos? O es que, como empieza a ser natural por la dureza de la crisis, el dolor, el cambio de prioridades, las necesidades que tenemos todos, la desesperación que hemos vivido, lo mucho que nos está costando recuperarnos, la decepción que sufrimos a manos de unos políticos, todos, los de aquí y los de allí, desastrosos, que ni son ni nos representan, esto del Deporte, con mayúscula, ha pasado a convertirse (normal) en algo menor, pequeeeeeeño, que ya no provoca ni inquieta ni pone en alerta a nadie, dada la importancia que han cobrado otras cosas: vivir, simplemente vivir, ayudar, ser cómplice, ver dónde están las necesidades, qué podemos hacer por los demás.

Yo creo que es eso porque, digo yo, me pregunto ¿qué hubiese hecho el socio del Barça hace años, no muchos, si viese como se están prostituyendo los valores que el ‘més que un club’ ha defendido y escenificado a lo largo de su historia con esta manera, tan déspota, de actuar de la nueva junta directiva, no digo ya de los nuevos ejecutivos, profesionales, que, simplemente, hacen lo que se les ordena?

El mismo Joan Laporta, tan atento en años anteriores, especialmente en los meses previos a la convocatoria de elecciones, ¿no hubiese salido, fijo, oportunidades le hubiera ofrecido ‘la seva’, en el Telenoticies Migdia, para decir que el Barça no podía despedir así a la gente, que debía tener más tacto, mejor estilo, porque estamos hablando de culés de toda la vida, hasta de mitos? ¿Hubiese o no hubiese aparecido Laporta señalando con el dedo al presidente de turno por su estilo inadecuado y alejado del ‘més que un club’? Sí, hubiese aparecido.

Es más, en el ‘Open Day’ e la Fundación Cruyff, del 7 de junio del 2019, ya dijo que estaba pensando presentarse a las elecciones “si se convocan, porque tengo un modelo muy claro para el Barça para revertir esta situación. Ahora, es todo muy errático, está poco definido lo que quieren hacer. No se ve una política deportiva definida”, dijo aquel día, en plena fiesta. “Insisto, estoy dispuesto a presentarme para recuperar el modelo de club y para volver a conseguir la gloria y hacer historia”.

“Presumimos de unos valores que que nos enorgullecen a todos los culés. Presumimos, como catalanes y barcelonistas, de una manera de ser que creemos nos representa como deportistas y como azulgranas. Son valores que, incluso, están escritos en algunas de las paredes de las oficinas, de nuestros estadios, del club, pero que, ahora mismo, no tengo la sensación de que se estén poniendo en práctica. No con esta purga que se está desarrollando en la entidad, simplemente por quitar a unos y poner a los suyos”. Uno de los profesionales y responsable de una de las secciones profesionales del Barça (baloncesto, balonmano, hockey patines y fútbol sala), recientemente despedido, me hablaba ayer con cierto resquemor y, sobre todo, mucho dolor.

Él no tiene problema de dinero, cero, es más trabajó durante años (no sé si, incluso, ahora) gratis para el Barça. “Yo entiendo, ocurre en todas partes, que los ganadores, por llamarlos así, vienen con sus equipos. Pero ¿de verdad no sirve nadie de los que están?¿de verdad, todos los que han llevado a sus secciones a ganar ligas y jugar finales de Champions este año, no les valen? ¿en serio el primero que debía salir por la puerta de atrás debía ser Albert Soler, que había catapultado, incluso con ingresos complementarios propios, todas las secciones hasta hacerlas casi, casi, invencibles? Y Soler ¿no sirve para el Barça y sí para dirigir el Consejo Superior de Deportes en año olímpico? En serio….”

Nadie, ni siquiera este hombre, pone en duda que los nuevos “lo harán fabulosamente bien”. Bueno, es evidente, aunque no lo diga, que difícilmente lo van a poder hacer mejor, pero…cuando uno ve la desolación que embargó a la sección de balonmano con el despido de sus dos columnas, puntales, arquitectos, Xavi Pascual y David Barrufet, puede entenderlo todo. ‘Barru’ llevaba 37 años en el club. Repitan conmigo: ¡37 años! Su camiseta cuelga en el Palau Blaugrana. En serio, ¿era necesario?

Los que mandan, presidente, directivos, asesores, profesionales, pueden pensar que sí, que esos cambios son necesarios. Vale, pero ¿no se podían hacer de otra manera? Debes citar a Ronald Koeman y decirle a la cara que “tendrás que esperarte 15 días para ver si fructifican las conversaciones que estamos manteniendo con otros entrenador para saber si sigues o te despedimos”. ¿De verdad ese es el estilo del ‘més que un club’? ¿En serio nadie, nadie, nadie, va a poner el grito en el cielo para decir que así no se hacen las cosas? O no debería hacerlas un club señor, de los socios (aunque cada vez menos, la verdad, ¿verdad Goldman Sachs?).

Pronto llegará el crédito de 500 millones de euros de Goldman Sachs y, entonces, podrá decirse que “son tan pobres, que solo tienen dinero”.