Las prisas suelen conducir al fracaso

Ansu Fati, titular en Elche

Ansu Fati, titular en Elche / VALENTÍ ENRICH

David Bernabeu

David Bernabeu

Tras 14 jornadas sin oler puerta, Ansu Fati desempolvó sus botas en Elche. No redondeó un buen partido, ni recuperó esa explosividad que le hacía distinto, pero su gol, tanto en la conducción como en la pegada, recordaron estampas de ese Fati transgresor y demoledor, de sólo 16 años, que dejaba cadáveres por el camino en cada una de sus acciones. Aún con el rebote de su padre Bori casi salido del horno, Xavi le puso sentido común a la semana. Le quitó hierro a la rajada, apaciguó las aguas, sostuvo a Ansu en el once y le recordó el lugar donde un futbolista debe hablar: en el césped. Todo lo demás suele valer muy poco. El contraste entre lo que Ansumane fue antes de las lesiones y lo que es ahora ha sembrado el pavor en su entorno y en el club, sometidos por el miedo de que no vuelva a ser lo que pareció, por la exigencia y la velocidad que impone el negocio y por la necesidad casi desesperante de sumar minutos para no devaluarle ante una posible venta. En resumen, sometidos por las prisas de la industria. Como si a Ansu - 20 añitos - no le quedara aún una década de carrera por delante. Las prisas nunca fueron buenas compañeras de viaje. No lo fueron en la vida ni lo han sido en el fútbol. No en la mayor parte de los casos, cuyo final acabó desembocando en el fracaso por querer adelantar los tiempos de manera abrupta. En el asunto de Fati, sólo él y Xavi han estado al nivel. El futbolista, queriéndose quedar; Xavi, gestionando con calma el calvario que lastró al delantero. Puede que eso no sea suficiente para evitar su salida. No sólo sucede con Ansu. A Eric García, aunque es otro contexto, se le ha machacado porque no valía. En Elche, de mediocentro, completó un partido notable. Tiene sólo 21 años, ¿por qué no le dejamos crecer? ¿Por qué sólo vale ser una estrella con 18 años, si Xavi e Iniesta, dos genios, la rompieron con 24? Pasa el tiempo y seguimos sin aprender nada de nada.