La primera gran obra de Valverde

Messi celebrando su gol en el Bernabéu

Messi celebrando su gol en el Bernabéu / Valentí Enrich

Ernest Folch

Ernest Folch

El Barça asaltó el Bernabeu una vez más, y se lleva un botín enorme de catorce puntos, una ventaja nunca vista antes de Navidad. El equipo blaugrana diseñó el gran golpe de la misma manera que ha transitado por estos primeros meses de Liga: en el primer tiempo madurando el partido con calma e inteligencia, y en la segunda con velocidad, contundencia y las ideas muy claras.

El Barça de Valverde se ha convertido en un terrorífico asesino silencioso, un conjunto temible que destroza a sus víctimas con gran discreción pero con una extrema crueldad: ayer se comió al Madrid en una extraordinaria segunda parte, en la que se vio con una transparencia impresionante la solidez de un proyecto y la extrema debilidad del otro. Y es que la enorme diferencia que hay hoy entre el Barça y el Madrid es exactamente la que separa a Valverde de Zidane.

Mientras el entrenador blaugrana cogió en verano un equipo tocado, con la fuga de Neymar y la dolorosa derrota en la Supercopa, y fue capaz de llevarlo al quirófano y hacerle retoque cruciales en un tiempo récord, el técnico madridista se ha dormido en los laureles y ha retrocedido todo lo que había avanzado la temporada pasada: la inexplicable suplencia de Isco y Marco Asensio explica mejor que cualquier otra circunstancia cómo Zidane se ha entregado a la aristocracia acomodada de su vestuario en el peor momento.

El resultado es que en escasos meses se han invertido las tornas de manera espectacular: el Barça se ha activado y ha logrado reinventarse una vez más, y el Madrid aparece anclado en su pasado más reciente, víctima de un entrenador paralizado, como si todavía estuviera celebrando la duodécima en Cardiff.  

En realidad, lo que mostró ayer el clásico del Bernabeu es una radiografía de esta primera parte de la Liga: el Barça de Valverde sabe perfectamente lo que quiere, y lo que quiere justamente es la pelota y volver a ser él mismo, después de la debacle de la temporada pasada, en la que ni ganaba ni era reconocible.

La segunda parte en el Bernabeu es una maravilla típicamente blaugrana, con una actuación sublime de Messi, Busquets, Iniesta y Sergi Roberto, que sacan lo mejor de si mismos cuando juegan a lo único que puede jugar el Barça. Valverde entendió con mucha inteligencia en agosto que la única receta que necesitaba este gran equipo era volver a los orígenes, recuperar el balón y dominar otra vez los partidos.

La marcha de Neymar abría la oportunidad de tener menos vértigo y más control, algo que se ha logrado en un tiempo récord. Lo que está claro es que el plan de Valverde avanza y que ayer logró su primera gran obra en el Bernabeu.