El peligro de aplaudir la derrota

Los jugadores del Barça reciben el apoyo de la afición, tras la derrota contra el Bayern

Los jugadores del Barça reciben el apoyo de la afición, tras la derrota contra el Bayern / AFP

Joan Vehils

Joan Vehils

El público del Camp Nou ya no es el de antes. No obstante, lo que ha cambiado de verdad es la ‘Grada d’animació’ ubicada en el gol norte. Este jueves, los jugadores del Barça junto con el cuerpo técnico no regresaron al terreno de juego porque toda la afición culé se lo pidiera. Lo hicieron porque ese grupo de jóvenes incansables lo reclamaron a grito pelado y, claro, porque alguien del vestuario o el club lo decidió… Además, durante el partido contra el Bayern, hubo más de un intento de pitar a los jugadores, pero los cánticos de esos mismos ‘supporters’ eclipsaron esos incipientes pitos. Animan y animan y no desfallecen ni un instante. Les da igual si el Barça ataca o defiende, si juegan bien o mal o si encajan uno o dos goles. Ellos están allí para animar y cumplen a rajatabla su cometido. Esta es la principal novedad respecto a otros años. El resto de la afición, más de lo mismo.
Luego está la cantidad de extranjeros que ahora asisten a cada partido. Extranjeros del Barça, pero extranjeros. O sea, aficionados que asisten por primera vez al campo y que también animan como locos al margen del resultado. Muchos de ellos son culés que viven en la ciudad o que vienen de lejos con la ilusión de ver a su equipo. He presenciado en directo casi todos los partidos que se han disputado esta temporada en casa y el esquema siempre ha sido el mismo. Silencio absoluto en el estadio hasta que a falta de cinco minutos del inicio entran los jóvenes del gol norte. Entonces todo cambia. Y cambia para bien, porque el Camp Nou se convierte en una fiesta. Así que hay que felicitar a todos esos chavales que apenas disfrutan del partido. Por momentos, parece que les interesa más la fiesta que el futbol, pero el ambiente global que proporcionan es bueno y futbolero. Eso sí, lo ocurrido al acabar el partido y tras encajar tres goles debería llevarnos a la reflexión.
Está bien apoyar al equipo y mostrarse al lado de los futbolistas y el técnico, pero aplaudir la derrota no va mucho con la idiosincrasia culé. Un día vale, pero si se acostumbran a actuar como históricamente ha hecho la afición colchonera en el Vicente Calderón y ahora en el Cívitas Metropolitano, quizá un día también bauticen al Barça como ‘El pupas’. Y el Barça no es ningún ‘pupas’. El Barça, hasta que no se demuestre lo contrario, es un club grande, exigente y ganador.